Con signos de interrogación
10 Diciembre 2017

De Sergio Berensztein, analista político.-

Los dos primeros años de este gobierno transcurrieron con dos características claras. Por un lado, la principal decisión y el objetivo que tuvo Mauricio Macri es acumular poder para consolidarse como presidente de la Nación. Con esa estrategia, busca avanzar en un agenda de reformas más sustantivas, que es lo que se está discutiendo en el Congreso.

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La segunda cuestión es el atemperamiento del fenómeno kirchnerista. El liderazgo de Cristina Fernández de Kirchner está perdiendo influencia y los gobernadores del Partido Justicialista transitan hacia una postura más pragmática, de mayor vínculo con el poder nacional.

En el medio de todo esto sigue despierta la grieta. Pero asoma como aislada de la política, que tiene una dinámica superior a lo que hoy es el kirchnerismo, más bien de situaciones culturales. En este marco aparecen algunos interrogantes.

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El primero es hasta qué punto el Gobierno nacional va a lograr consolidar una coalición que, hasta ahora, sólo es electoral, pero que no se ha traducido en un tejido organizacional estable. En la práctica, estamos frente a un presidente muy activo, con un Poder Ejecutivo dominante, pero Cambiemos aparece como una construcción política que, curiosamente, sigue siendo exitosa desde el plano electoral, pero endeble en lo organizacional. ¿Cuál es el futuro de Cambiemos? Eso aún no lo sabemos.

El segundo interrogante involucra al PJ, que tiene actores que, en su gran mayoría, están orientados a una postura moderada. Hablamos de gobernadores, legisladores, intendentes, sindicalistas y líderes de movimientos sociales de corte peronista. Esto le agrega gobernabilidad al sistema político. La pregunta es si el PJ podrá capitalizar algún desgaste del Gobierno de Macri y, así, afianzarse electoralmente, sobre todo en posturas firmes en contra de las reformas que impulsa la Casa Rosada.

La tercera pregunta incluye al kirchnerismo, que está asediado judicialmente y aislado en el Congreso de la Nación. Ocho senadores han profesado la fe kirchnerisa y se conformó un bloque con un reducido grupo de diputados. A excepción de Alicia Kirchner, ningún gobernador se reconoce kirchnerista y por eso la propia Cristina le sacó factura al formoseño Gildo Insfrán. Así las cosas, el kirchnerismo carece de poder territorial y económico, mientras sus principales referentes están o presos, o procesados o imputados en múltiples causas. Además, ese mismo kirchnerismo no muestra renovación dirigencial. Por esa razón, no queda claro qué sucederá con este espacio que gobernó el país por más de una década.

El último interrogante que se plantea es qué sucederá con la sociedad argentina. Cambiemos está impulsando reformas que, en buena parte, le duelen a sus votantes. La quita de subsidios, el aumento de las tasas o el atraso cambiario terminan golpeando a esa franja de sufragantes del actual oficialismo gobernante. Y allí está la incertidumbre, en el impacto electoral que puede causarle a Macri esas decisiones, como también quién o quiénes podrá capitalizar un posible desgaste.

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