La TV, los recuerdos y el VAR

La TV, los recuerdos y el VAR

TIEMPOS MODERNOS. Roldán observa el monitor antes de cobrar el penal. TIEMPOS MODERNOS. Roldán observa el monitor antes de cobrar el penal.

Entre tanto recuerdo, hay un dato casi omitido: el golazo del “Chango” Cárdenas (más recordado que el título en sí) estuvo a punto de no poder ser trasmitido. Estamos en el 4 de noviembre de 1967. Racing y Celtic inician en el estadio “Centenario” de Montevideo la final de la Copa Intercontinental. “Apenas comenzó el partido -recordó en 1971 el periodista Horacio Aiello-, se cayó el espejo en el que hacíamos rebotar las imágenes para enviarlas hacia Buenos Aires. Durante los primeros 45 minutos sólo trasmitimos sonido. Sin embargo, tuvimos un rating inigualado: 75 % de audiencia”. Canal 7 sí pudo trasmitir el segundo tiempo. “Dios no quiere cosas sucias”, dice Aiello en su relato apenas después del gol.

“Muchos -contó ahora Enrique Macaya Márquez en “Clarín”- pensaron que era por algo del juego, pero era por el boicot”. Al día siguiente de la final, Aiello denunció “sabotaje” y apuntó contra canales privados. Canal 13 había trasmitido la gran campaña previa del “Equipo de José”. Pero los rumores del sabotaje apuntaron contra Alejandro Romay, zar de Canal 9. La TV siempre fue un negocio complejo. Hace medio siglo. Y hoy también.

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Ironías

El “Negro” Fontanarrosa ironizó en su libro “No te vayas campeón” que el “Chango” Cárdenas le debía buena parte de su gloria al camarógrafo que, en tiempos algo más precarios, logró filmar de modo tan preciso, con la pelota siempre en el centro de la escena, toda la secuencia de su golazo a Celtic. La imagen más histórica, según diferentes versiones, fue filmada por Héctor López, que no era camarógrafo ni del 7, el 9 o el 13, sino de Canal 11. Tenía derecho a filmar un total de nueve minutos. Tres rollitos de tres minutos cada uno con las mejores jugadas. López, hincha de River, hoy de 76 años, debía filmar la parte que Canal 11 acordó enviar al Reino Unido. Pero apenas avisó que tenía el gol, le dijeron que la enviara primero a Buenos Aires. Racing la celebró hasta agotarla.

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“Durante 35 años -escribió en Anfibia el colega Alejandro Wall, autor del libro “¡Academia carajo!”- los hinchas de Racing tuvimos que agarrarnos con ganas a esos siete segundos de filmación en blanco y negro. Porque luego Racing sumó desgracias. El golazo terminó siendo “caricaturizado” y hasta el hincha decidió entonces darle un descanso. “El resto en colores -dice Wall- y vos atado a un loop sepia”.

Apenas un año antes del golazo del “Chango” se había inaugurado la televisión satelital. Eran tiempos en los que algunos clubes tapaban los carteles de publicidad si había TV. Ahora es la publicidad la que tapa el fútbol.

Días atrás, un programa dominical de un canal de cable que no tiene los derechos de la Superliga había logrado el okey de River para hacer su trasmisión este domingo desde el Monumental. Al programa le dijeron desde River que no habría ningún problema si terminaban dos horas antes del inicio del Superclásico. Pero lo hubo. Uno de los dos canales dueños de los derechos se opuso, más allá de lo que dijera el contrato. El Superclásico era la zanahoria más esperada por los nuevos propietarios para imponer la nueva era del “fútbol-premium”. A la competencia, ni siquiera un bocado.

Un gol; ningún recuerdo

River y Boca, aún con todo lo que jugaron, definieron apenas una vez un título en un partido decisivo. El gol de ese partido, tiro libre sorpresivo de Rubén Suñé que marcó el triunfo 1-0 en 1976 del Boca del “Toto” Lorenzo, fue histórico. Sin embargo, ese gol carece de imagen. Una de las razones que me han dado es que eran tiempos de “cortar y pegar”. Y que cuando cortaron el rollo para repetir el gol en un noticiero ese corte luego se perdió. Como sea, fue un despropósito. El “Chapa” Suñé no tuvo la misma suerte que el “Chango” Cárdenas.

Hoy, tecnología mediante, la imagen, sabemos, influye cada vez más. Tanto que hasta el fútbol, que era el último de los mohicanos, terminó rindiéndose a su uso para decidir jugadas dudosas. El VAR se ha convertido en un jugador de peso. Lo sabe River. Su caída en semifinales de Copa Libertadores contra Lanús demostró, sin embargo, que el VAR también es “humano”.

Sin autocrítica

En programas radiales, recuerdo haber expresado cierta reserva por el hecho de que la Conmebol decidiera que un cambio tan drástico debutara en una instancia tan decisiva. No suelen cambiarse las reglas en plena competencia. En otra actividad, el damnificado podría ir a la Justicia alegando que las modificaciones fueron impuestas con un contrato vigente. Llama la atención ahora la escasa autocrítica de la Conmebol.

El fútbol, es cierto, hoy es otro. La violencia que tuvo aquella “Batalla de Montevideo”, como se llamó a la final Racing-Celtic de 1967, con cinco expulsados, sería hoy impensable. Terminarían todos afuera.

Sería impensable también un “sabotaje” contra el primer Superclásico de la nueva era premium. El fútbol televisado ya está otra vez en manos privadas. Han vuelto los tiempos de pagar para ver. Los tiempos, también, en los que la TV (mucho más allá de los grandes méritos de Lanús) define además al finalista de la Copa Libertadores.

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