Escondieron los candidatos

Uno espera que el reloj corra y que los segundos se consuman. El otro, acelera con la expectativa de que el sprint final le dé resultados. Osvaldo Jaldo y José Cano cierran esta semana una campaña en la que, prácticamente, pasaron inadvertidos.

El resultado de las Primarias de agosto, en las que el Frente Justicialista apabulló por 200.000 votos a Cambiemos, destrozó cualquier posibilidad de un mano a mano en las elecciones generales del próximo domingo. Con los números ya puestos, el oficialismo y la oposición rediseñaron sus estrategias y se dedicaron, sin desviarse siquiera un instante, a seguir el camino trazado. El cambio entre las semanas previas a las PASO y los días que transcurren antes de esta elección es elocuente. Jaldo sale sólo a los actos con militantes ya organizados -incluso los escoge-, y Cano camina por barrios de la capital y pueblos del interior. Lejos quedó aquella intensidad verbal que mantuvieron en la primera mitad del año. A decir verdad, cuesta hallar en los archivos episodios recientes en los que el peronista y el radical aparezcan enredados en alguna batalla. Se priorizó la táctica y los candidatos, en consecuencia, perdieron la espontaneidad.

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No es casual que el vicegobernador en uso de licencia afronte los últimos días en silencio. En la Casa de Gobierno dan por sentado que el triunfo de las Primarias se repetirá y que las urnas reflejarán, nuevamente, una distancia abismal frente a sus rivales. Las encuestas que la semana pasada repartió el consultor Hugo Haime los respaldan. Sin embargo, esos sondeos muestran una fotografía del electorado anterior a la difusión de los padeceres judiciales del oficialismo. Es decir, ahora la pregunta es saber cómo impactará en los votantes la noticia de que el gobernador, Juan Manzur, quedó nuevamente involucrado en la causa por sobreprecios en el Plan Qunita; o el pedido de indagatorias a ex funcionarios por presuntas anomalías en el Plan Más Cerca. El kirchnerismo, por lo que se ve, ancla al peronismo a su pasado.

Hay, además, una realidad para la que el oficialismo no se preparó. ¿Qué ocurrirá si finalmente Cambiemos remonta y empata en dos el reparto de bancas? Con el envión de las PASO, desde el gobernador Juan Manzur para abajo todos “se fueron de boca” pregonando el 3 a 1, las chances de ganar la Capital y hasta de alcanzar el 4 a 0. Con esos objetivos trazados, cualquier otro resultado –por más bueno que fuera- puede terminar siendo presentado como una derrota política. No obstante, Jaldo ya piensa en el lunes 23, por eso evita exponerse a polémicas de las que sólo obtendrían beneficios sus opositores, internos y externos. Sabe que su futuro comenzará a forjarse luego de que se cierren los cuartos oscuros y que, desde entonces, deberá tener más cuidado a los pasos de José Alperovich que de Cano. Fue tal la apatía con la que transcurrieron estas semanas que las noticias más reveladoras fueron sus ausencias en determinados actos de campaña. No pasó desapercibido que, luego de toparse con el ex gobernador en un mitin organizado por Guillermo Gassenbauer, el tranqueño no asistiera a otro preparado por Carolina Vargas Aignasse, al que también había acudido Alperovich. El colmo de los desencuentros se vivió en la noche del viernes: con Jaldo en la Capital, el senador se paseó sonriente por la Fiesta del Caballo en Trancas.

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Incómodo

Con el peso de la derrota en las PASO sobre su espalda, Cano nunca pudo mostrarse cómodo en esta nueva etapa de la campaña. La Casa Rosada optó por digitar todo desde Buenos Aires, le quitó el rol protagónico al radical y lo llevó a desarrollar un perfil intrascendente. Quizás, incluso, el que menos lo favorece. Hasta aquí, el radical había cimentado el crecimiento de su carrera sólo con posicionarse como la contracara del alperovichismo. Sin ese papel, el líder opositor camina a tientas. Debió en este tiempo asumir que, por encima de él, está Cambiemos. Un dato: Cano se alejó tanto de sus orígenes que dejó pasar por alto la chance de responderle de inmediato a Manzur cuando el gobernador trató de borrachos a los votantes de Mauricio Macri. ¿Era necesaria tanta dependencia?

Aunque admiten que nunca terminaron de acomodarse a la nueva imposición macrista, en esta alianza aseguran que las encuestas les dan tan bien que ampliarán la ventaja en la capital y que recuperarán cómodamente la segunda banca que, virtualmente, perdieron en las PASO. Dos factores influyen en esa chance. La primera, el crecimiento del sello Cambiemos en el país. La segunda, el aparato municipal. Con el riesgo de que su esposa Beatriz Ávila no obtenga una banca, el intendente Germán Alfaro apeló a sus raíces peronistas y volcó todo el aparato a esta elección. Es curioso, el macrismo ahora justifica las prácticas que siempre defenestró.

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