¿Qué te pasa, Selección?

El partido con Perú dejó una pléyade de sensaciones y un grito ahogado en todo el país: el de una victoria. Las preguntas son muchas, y las respuestas aún están pendientes. Buena parte de ellas pueden tener respuesta el martes, cuando finalice el partido con Ecuador, que dirá si hay alivio o infierno para la Argentina

La tribuna pide ganar, a como dé lugar. Los jugadores se lanzan entusiasmados a esa búsqueda. Parecen querer hacer del rival un montón de papel picado. Van y van al frente. “¡Vamos vamos, Argentina!” Las chances aparecen, ¡aparecen! Pero la pelota no entra. Va a los palos, a las manos del arquero devenido en figura, se transforma en el objeto de las pifias en los remates, en la liebre que se escapa al fondo o a los laterales ante las habilitaciones largas. Es el toc que suena en los zapatos del adversario, en vez del tic tic de las botas amigas. Uhhhh. Sí, claro, allí apareció un remate que besó el palo...

En 17 partidos de Eliminatorias, apenas seis triunfos; de 51 puntos posibles, se ganaron 25, con 16 goles a favor y quince recibidos. Derrota dolorosa con Ecuador en el inicio de las Eliminatorias, caída indigna con Paraguay en Córdoba, tremenda goleada de Brasil y los empates, ¡los empates! Siete en total. Uff.

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Pasan los minutos. Perú casi ni se inmuta. La Selección mira el reloj. Todos (yo, tu, él, nosotros, ellos) lo hacemos. La ansiedad tiene patas cortas. Aparecen las cábalas (las mil y unas). Pero en la cancha ya no hay ataques, sino concurrencia. Impotencia en aumento (maldita seas) con órdenes que parten del banco de suplentes. No hay conjuro que valga, ni expresiones corporales posibles que detengan el maleficio. Compadre, ¡la pelota no entra! No hay caso. Los planes se descompaginan. Empieza a verse lo heroico: el defensor lanzado al ataque, el volante más bajito yendo a cabecear, el talentoso que no la pasa, el goleador que choca y choca, el arquero que es un defensor más. Un descalabro, sin orden. Ay ay ay.

Hay que remitirse al 13 de julio de 2014, el día fundacional de la mufa de esta generación. La famosa balanza moral, esa que se nutre de triunfos, y que cubre con su manto cualquier desvarío, error o exceso, se empezó a inclinar para el lado de la sed. La final del Mundial de Brasil perdida ante Alemania, cuando Mario Götze hizo el gol y destruyó el sueño del país futbolero tuvo una extensión en 2015 y 2016. Fue con las dos finales de la Copa América dilapidadas.

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En la cancha de Boca estuvo el mejor del mundo; estuvieron los muy cotizados y requeridos goleadores de Europa; los que pedía la gente (salvo algún que otro ausente). “¡Vamos vamos, Argentina!” Del mítico estadio, parte de la fórmula para romper tanto cero y tanta anemia goleadora, se lanzaba a los vientos un vozarrón desenfrenado, al que le faltaba eso, ese instante, ese éxtasis, la indescriptible sensación de vuelo a la libertad que trae el gol... A cambio, el fuego en ciernes recibió un baldazo. De entusiasmo celeste y blanco, a funeral. Paf. En el suelo el talentoso, el distinto, el que podría haber esgrimido la llave de la felicidad. Grita el hombre su dolor, calla el pueblo su voz. La puesta en escena se torna en drama, en angustia de manos llevadas a la cabeza, en nudos en la garganta, en ojos incrédulos.

Cuando comenzaron las Eliminatorias, nadie imaginó una Selección muy cerca de quedar huérfana de Mundial. La realidad abruma. Ningún protagonista se anima a hablar abiertamente de culpables. Pero los hay. Dislates dirigenciales igual a descalabros deportivos. Lionel Messi es un termómetro que en ocasiones es fusible: renuncia a la Selección, vuelve; con sus compañeros se pelea con la prensa y se llama a silencio; se pone el equipo al hombro o se convierte en el más anodino de los dioses con la pelota a sus pies.

Cae el telón, Perú festejó un empate, Argentina sufrió el suyo y quedó a merced de un resultado positivo en Ecuador para no caer el infierno tan temido que experimentó, por última vez, en 1970. Las horas siguientes fueron de otro partido, el de las preguntas sin fin, el de las conjeturas variopintas, el de los anhelos amarrados a un abismo posible. Hay un país que muestra una cara, la de no poder creer todavía lo que está pasando. Pero al mismo tiempo pone la otra, esa que afirma que aún queda una vida. Y se estimula inundando cada charla con frases armadas, con expresiones del tipo “no está muerto quien pelea”; “lo último que se pierde es la esperanza”; “lo mejor siempre está por venir”. En fin...

Hay también un país que se hace preguntas, que querría tener la máquina del tiempo e instalarse alrededor de las 22.15 del martes, cuando el partido ante los ecuatorianos ya sea un recuerdo. A la conquista del gol, o de los goles que hacen falta, estará un equipo, tratando de responderse y responder sobre su razón de ser. Esa que hasta aquí está siendo atropellada partido a partido y que, aún al más neófito en materia futbolística, lo lleva a preguntar: ¿qué te pasa, Selección?

Ensayo y a despejarse

Luego del empate del jueves, los jugadores se entrenaron ayer por la mañana y luego fueron liberados hasta hoy, cuando retomarán las prácticas de cara al duelo con Ecuador. Si bien varios jugadores aprovecharon para visitar a familiares y amigos, Lionel Messi y Mascherano decidieron quedarse en Ezeiza.

No hay reemplazante

Por ahora, Jorge Sampaoli no determinó si convocará a alguien en el lugar que Fernando Gago dejó libre debido a su lesión. Si embargo, Guido Pizarro volante de Sevilla, picaría en punta para sustituir al jugador de Boca. En las próximas horas lo resolverá Sampaoli.

Otro juez brasileño

Al igual que Wilton Sampaio, que dirigió el partido contra Perú, el juez contra Ecuador será brasileño: Anderson Daronco. No dirigió ni a Argentina ni a Ecuador por Eliminatorias, y el único cotejo que arbitró en esta competencia fue el empate 0 a 0 entre Venezuela y Uruguay, el jueves.

Despedida con orgullo

Luego de la derrota con Chile, que dejó a Ecuador afuera de Rusia 2018, Jorge Célico, DT argentino que dirige a Ecuador, aseguró que no regalarán nada. “Vamos a despedirnos de esta eliminatoria con orgullo y ganándole a Argentina. Es un partido difícil, pero vamos a tratar de hacer lo mejor”, sentenció.

Quiere a Argentina

Vitali Mutkó, viceprimer ministro ruso y presidente de su Unión de Fútbol, se mostró preocupado por la realidad de la Selección. Con Neymar ya adentro, los ex soviéticos sueñan que tanto Lionel Messi como Cristiano Ronaldo digan presente en la Copa del Mundo. “No me imagino un Mundial sin Messi”, disparó.

Perdería una fortuna

Las malas noticias caen una tras otra. AFA sufriría un enorme perjuicio económico si la Selección no se clasifica para Rusia 2018. Como mínimo, sus arcas se privarían de recibir 15 millones de dólares; además el seleccionado podría bajar su cachet al 50% de lo que percibe actualmente.

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