Un festival que insiste con lo clásico

Un festival que insiste con lo clásico

Cuando la tinta de estas líneas comience a impactar en el papel en blanco que luego será diario (o sea, al cierre de esta edición) anoche estaba empezando la proyección de “Todo sobre el asado”, el documental de Gastón Duprat y Mariano Cohn sobre la comida símbolo de la Argentina. Antes que la presencia de los directores se anunció la del narrador del filme, el humorista el Negro Álvarez, para reforzar la popularidad del producto con el que se abre la 12va. edición del Festival Tucumán Cine Gerardo Vallejo.

La película en sí misma es un ejemplo de los cambios que se están produciendo en el mercado audiovisual a nivel mundial. Aún antes de terminar de estar filmada ya estaba garantizada su rentabilidad porque estaba vendida a las cadenas de cable. Se la vio en todo el país por I.Sat (cada tanto vuelve a la televisión) y tiene camino recorrido en festivales y encuentros artísticos y gastronómico culturales internacionales. En la relación costo-beneficio, seguramente fue más ventajosa en ganancias finales que el anterior trabajo del dúo creativo de los directores: la consagrada “El ciudadano ilustre”. Y también más divertida y seguramente sabrosa por lo menos para los responsables, a los que dudosamente les hayan cobrado siquiera el cubierto. Un choripan no se le niega a nadie.

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Este dato de la preventa muestra el cambio en la cultura de consumo que se potencia a los sistemas on demand y de streaming, en los cuales el público ya no depende de la programación diseñada por una señal de aire o de cable sino que ve lo que quiere cuando quiere por Internet, con Netflix como máxima expresión de este negocio.

Si bien las salas argentinas recuperaron público, igual de verdadero es que está lejos de alcanzar el esplendor de antaño y la sostenibilidad de las propuestas. La línea de flotación sólo se logra con el público que va a ver las infantiles y las de terror; el resto, a pérdida. Las ideas de producción se orientan a asegurar la venta de los filmes a la pantalla chica antes que a convocar masivamente a las salas. El corte de entradas no alcanza para recuperar la inversión en las realizaciones locales.

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Un ejemplo es “Zama”, la elegida para representar al país en los Oscar que llevó 20.000 personas en su primer fin de semana en Buenos Aires mientras todavía se la espera en Tucumán (lo mismo que a “Alanis”, la doble gran ganadora argentina en San Sebastián). Es una cantidad menor en comparación a los tanques nacionales e internacionales, llámense “El fútbol o yo” o “It”.

No ocurre este fenómeno cultural sólo en la Argentina. Fue el gran escándalo en Cannes cuando compitieron filmes que no iban a pasar por la pantalla grande sino que sólo estarían disponibles en la red y es motivo de debate en el mencionado festival de San Sebastián que recientemente terminó con brillo para el país. Un hecho global ante el cual negarlo no soluciona nada y menos en ciertos mercados. La situación se potencia en aquellos que son altamente dependientes de apoyos estatales para filmar como es el argentino, donde el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (Incaa) es fundamental. Este ente está atravesando un proceso de reformulación de sus reglamentos internos y de las normas y exigencias para acceder a los vitales e indispensables subsidios y en la revisión de muchos expedientes que deriva en demoras en la liquidación de los aportes ya otorgados administrativamente y comprometidos contablemente. Eso se traduce en la imposibilidad de muchos proyectos de seguir siendo filmados o se detiene su posproducción como está ocurriendo en Tucumán y es uno de los motivos del reclamo que mañana se hará en la Capital Federal convocado por amplios sectores.

El actual titular del Incaa, Ralph Haiek, (el reemplazante del echado Alejandro Cacetta a principios de año, cuando fue acusado de no haber extremado controles y permitido irregularidades) es un conocedor del nuevo mercado. Rara avis, amigo de Mauricio Macri e identificado como peronista por todos, fue el creador del extraño canal de cable Construir con solo cuatro horas de programación por día, dependiente de la Uocra y producto de la ley de medios del kirchnerismo que desvela en silencio al Gobierno Nacional en sus deseos de modificarla. Sus antecedentes incluyen también las señales Playboy, I.Sat y MuchMusic Latinoamérica, entre otras, y asesoro a Fox y a Paramount para lanzar sus plataformas digitales.

Con semejante carpeta no sería sorpresivo que se vuelque al mercado que más domina, aunque los reclamos de normalización de lo adecuado lo acosan. Esos planteos no se acallaran con denuncias de pedidos de coima para hacer las liquidaciones sino con rigor, claridad y precisión administrativa. Hoy pagan justos por pecadores.

Y eso pega de frente en el pecho de los productores tucumanos que sufren además las promesas incumplidas del Ente Cultural de que el Gobierno de Juan Manzur les iba a otorgar aportes especiales para ayudar en sus proyectos. Pese a los múltiples pedidos, desde la Gobernación no hay respuestas y el costo político lo asume Cultura por haber hablado de más sin tener cerrado todo. La cuestión es más de fondo y no debería depender de la voluntad de un funcionario si hubiese una ley provincial de fomento de la actividad como existe en Córdoba o en Misiones.

Muchos se sienten olvidados o despreciados. Las películas locales no tienen espacio para ser proyectadas en el Gerardo Vallejo, ni siquiera en secciones paralelas de acuerdo a la grilla anunciada oficialmente. Solo podrán ser espectadores de un festival destinado a primeras y segundas películas de directores latinoamericanos (Argentina, Venezuela, Chile, Uruguay, México, Bolivia, Colombia y Cuba) que reúne 13 títulos entre ficción y documental. Sí hay espacio para filmes españoles y brasileños, un punto más en el malestar que sienten los cineastas provinciales y que llevo a algunos a pensar que durante estos días era el momento de expresar su descontento en la calle. Todo aún está en veremos mientras la fiesta tucumana de la vieja y clásica manera de ver cine se desarrolla a espaldas de las nuevas tendencias (lo cual no está bien ni mal) y con el subsidio del Incaa, ese mismo que se demora en otros bolsillos.

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