Los descubridores del reloj biológico obtuvieron el Nobel

Los descubridores del reloj biológico obtuvieron el Nobel

Tres estadounidenses aislaron y clonaron el gen que regula la fisiología. Ciclo de sueño.

EL ANUNCIO. Miembros de la Asamblea Nobel de la Academia de Ciencias sueca hacen públicos los nombres de los tres ganadores.  EL ANUNCIO. Miembros de la Asamblea Nobel de la Academia de Ciencias sueca hacen públicos los nombres de los tres ganadores.
03 Octubre 2017

Si fueran músicos latinos, podríamos anunciarlo diciendo “mami, tu cuerpo tiene ritmo”. Pero son estadounidenses y científicos, y ganaron el Nobel de Medicina 2017, así que lo diremos así: Jeffrey C. Hall, Michael Rosbash y Michael W. Young fueron distinguidos por haber descubierto los mecanismos moleculares que regulan nuestro ritmo circadiano. Entonces, no estaba mal el principio: nuestro cuerpo tiene ritmo, pero no lo marca el reggaeton sino lo que el filósofo griego Pitágoras llamaba “la música de las esferas”, la música del Universo, perfecta aunque no perceptible para nuestros sentidos.

Avancemos: “el ritmo se llama circadiano porque es un proceso que se renueva casi cada 24 horas”, explicó a LA GACETA Liliana Zelarayán, profesora de Fisiología de la Facultad de Bioquímica; es ese que nos despierta minutos antes de que suene la alarma, o nos hace mirar el reloj a las 13.45 y decir “con razón tengo hambre...”.

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“El ritmo circadiano, conocido también como reloj biológico, depende de grupos neuronales del cerebro que se activan y desactivan con la variación de la luz”, añadió Zelarayán y explicó que regula, fundamentalmente, los procesos de sueño y vigilia. No es un dato menor: el sueño tiene una actividad plástica -explicó- y es lo que permite el proceso de memoria. “Como si le diéramos a la computadora la orden de ‘guardar los cambios’”, sintetizó. De nuestro reloj biológico dependen también el metabolismo, los comportamientos alimentarios, la temperatura corporal, la presión sanguínea y la liberación de hormonas.

La cadena de hallazgos

Hall, Rosbash y Young son pioneros en el estudio del ritmo biológico, tema en el que trabajan desde hace más de 30 años. Hall y Rosbash clonaron el “engranaje” del reloj: el gen que codifica una proteína que se acumula en las células durante la noche y se degrada durante el día.

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“En esa época, la relación entre la genética y el reloj biológico no era una idea que la comunidad científica aceptara con facilidad. Sólo otro científico estudiaba este tema: Young”, publicó en su sitio web la BBC. El trabajo de Young fue fundamental, porque estableció la relación entre genes y comportamiento, y ayudó a descubrir muchos de los grupos de genes y proteínas que regulan el ritmo biológico.

Trascendencia

“Sus descubrimientos explican cómo las plantas, los animales y los seres humanos adaptan su ritmo biológico para que se sincronice con las revoluciones de la Tierra”, se lee en el comunicado de la Asamblea Nobel del Instituto Karolinska de Estocolmo, Suecia, que anunció el galardón. En concreto, permiten por ejemplo explicar por qué a muchos nos da sueño cuando baja la luz -otros, como los murciélagos y las lechuzas, se despiertan-; y por qué sin luz las plantas dejan de hacer fotosíntesis y de mandar oxígeno al aire.

“Durante el sueño se liberan hormonas; por ejemplo, al principio del descanso liberamos la de crecimiento, y sobre el final, y como para prepararnos para la lucha cotidiana, cortisol”, dijo Zelarayán. “La mayor parte de la fisiología (incluidas animal y vegetal) está bajo el control de estos relojes biológicos, así, en plural, porque el ciclo circadiano dura 24 horas, pero no es el único. El reposo invernal de algunas especies, conocido como hibernación, prepara hormonalmente a las hembras para el apareamiento durante la primavera”, agregó, dando un ejemplo de adaptación a otra danza de la Tierra según la música universal: la traslación alrededor del sol, que da lugar a las estaciones del año.

A cuidar el sueño

Si una persona vive continuamente en contra de lo que marca su reloj biológico -debido a vuelos, trabajo nocturno o la obligación de madrugar- puede ver aumentado el riesgo de sufrir cáncer, enfermedades nerviosas y metabólicas. Incluso la gravedad de una infección está relacionada con el momento del contagio, según se descubrió en un estudio con ratones. Si el reloj biológico se encuentra en un momento de pausa, los virus se multiplican mucho más rápido.

“Este premio puede concientizarnos sobre la importancia de la higiene del sueño y de lo relevante que es asegurarnos de ir a la cama a una hora adecuada”, destacó Juleen Zierath, miembro de la Asamblea Nobel.

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