Una lucha económica fratricida

Una lucha económica fratricida

14 Septiembre 2017

catalina lonac
vicepresidenta de la compañía azucarera Los balcanes
Catalina Lonac - Vicepresidenta de la compañía azucarera Los Balcanes

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Todo parece indicar que el tema de la ordenanza que aprobó la municipalidad de Córdoba es una lucha económica fratricida, una lucha entre hermanos. Pensé que la Argentina tenía un nuevo panorama, que íbamos a salir adelante todos juntos, pero esta es una sangría que la verdad me toma totalmente de sorpresa.

Los argumentos que está usando Córdoba son inauditos; la salud es algo demasiado serio como para dejarlo en manos de políticos irresponsables. Más allá de las cuestiones sociales que pueden argumentarse, no se entiende cuál es la intención: si es debilitar aún más a un norte argentino que ya está demasiado debilitado o es algo de corte económico. Esta lucha sería lo mismo que si nosotros, como tucumanos, prohibiéramos el consumo de fernet o vino, porque la gente puede volverse alcohólica. No es el azúcar el responsable de la obesidad; son las cantidades y las calidades de los alimentos que consumimos.

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Poner en una mesa solamente un sobrecito de estevia y un sobrecito de edulcorante, nos pone en una desventaja absoluta además de restringir el derecho de las personas a elegir libremente lo que quieren consumir. Ahora bien, visto desde una mirada más global, no me sorprende esta embestida porque si hay un poder económico enorme en el mundo es el de los laboratorios; los edulcorantes vienen de ellos; ya hace muchos años cuando Bill Clinton era presidente de EEUU, y en ocasión de una de las reuniones mundiales de caña de azúcar en Nueva York, dio una conferencia de prensa donde abiertamente le dijo a su país que podían consumir edulcorantes porque no eran cancerígenos; esto fue absolutamente falaz y dirigido intencionalmente. Está comprobado científicamente que lo son y que producen un efecto en las arterias que luego no se pueden revertir. Lo curioso es que en países muy civilizados de Europa, uno va a los hoteles o a los bares y hay azúcar y no edulcorante.

Claramente aquí hay intereses económicos ocultos que van más allá de una simple azucarera en un bar. El ciclamato y el aspartamo son sustancias malas. Qué curioso que en Córdoba se las prefiera en nombre de la salud de la población. Habrá que ver qué hay detrás de todo esto.

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