Los 80 años de una pasión

Los 80 años de una pasión

Tucumán, por ser zona de carrera y por Nasif Estéfano, tiene un lugar destacado en la historia de la categoría.

LEYENDA TUCUMANA. Nasif Estéfano corrió en el TC desde 1957, hasta su fallecimiento en 1973; al final de ese año, se convirtió en el único campeón post mortem. fotos de corsa - el gráfico - la voz  - raulq LEYENDA TUCUMANA. Nasif Estéfano corrió en el TC desde 1957, hasta su fallecimiento en 1973; al final de ese año, se convirtió en el único campeón post mortem. fotos de corsa - el gráfico - la voz - raulq
06 Agosto 2017

Un 5 de agosto, pero de 1937, el Turismo Carretera comenzó a escribir su rica historia de vértigo y pasión hasta convertir a la categoría, con 80 años, en una de las más antiguas del automovilismo mundial, con pilotos inscriptos para siempre en el recuerdo, desde Ángel Lo Valvo a Guillermo Ortelli.

Tucumán también tiene una parte importante en esta historia, no solamente por haber sido sitio de paso y de estancia de las máquinas en competencia. Es que la provincia dio a un campeón, el concepcionense Nasif Estéfano, el único piloto de la categoría coronado post mortem. Es que una curva de Aimogasta cobró su vida el 21 de octubre de 1973.

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Fue el arrecifeño Lo Valvo, con un Ford V8, el primer ganador en una competencia de TC, el “Gran Premio Argentino”, que se corrió entre el 5 y 15 de agosto de 1937, y atravesó catorce provincias en diez etapas, con un recorrido total de 6.894 kilómetros. En ese entonces, la Dirección Nacional de Vialidad había reglamentado una “excepción” para que el Automóvil Club Argentino (ACA) organice la competencia y, para respetar las normas de tránsito en rutas, cambió la denominación de “carrera” por “raid de larga distancia”.

Dos años después, se creó el TC en reemplazo del Campeonato Argentino de Velocidad y el arrecifeño Lo Valvo, con el pseudónimo de “Hipómenes” (del griego Alma de Caballo), se consagró campeón, tras luchas con glorias como Juan Manuel Fangio, Oscar Gálvez y Eusebio Marcilla.

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Después llegaron los dos títulos de Fangio, con Chevrolet, en 1940 y 41, los dos de Oscar Gálvez en 1947 y 48, y la seguidilla de campeonatos de su hermano Juan (’49, ‘50, ‘51, ‘52, ‘55, ‘56, ‘57, ‘58 y ‘60), que ningún piloto pudo superar hasta hoy.

Los que dejaron su vida

El TC se fue forjando a través de su espíritu federal, de recorrer el país, al tiempo que la pasión de sus seguidores, cobraba fuerza para apoyar al corredor del “pueblo”.

Tiempos de carreras en rutas, con circuito mixtos, de tierra y asfalto, y la proliferación de peñas para juntar dinero y apoyar al representante de la localidad. Y llegó el 30 de agosto de 1960, fecha que se reunieron un grupo de pilotos para fundar la ACTC; su primer presidente fue Plinio Abel Rosetto.

La primera carrera organizada por la ACTC fuera de la órbita del ACA fue el 9 de julio de 1961 en el autódromo de ese entonces “Municipal”, hoy “Oscar y Juan Gálvez”, y el ganador fue Julio Devoto “Ampacama”, con una cupé Ford V8. En 1964 apareció un Chevrolet Nova blanco, el 400 argentino, y revolucionó al TC ante el estupor de los defensores de las “coupecitas”, y de la mano de Froilán González y los hermanos Aldo y Reinaldo Bellavigna, preparadores, le dieron a Jorge Cupeiro una gran herramienta.

La aparición de los míticos Torino el 26 de febrero de 1967 en San Pedro marcó también una etapa muy importante. Con la mecánica de Oreste Berta ganó el cordobés Héctor Luis Gradassi.

Luego llegaron tiempos de cambios tecnológicos en el TC, con el advenimiento de los prototipo a fines de 60, y más tarde los autos emblemáticos como los Falcon, Coupe Chevy, Dodge y Torino fueron marcando una tendencia.

Hoy, en sus jóvenes 80 años de vida, el TC sigue inscribiendo páginas de gloria con pilotos talentosos y con mucho más profesionalismo que en los comienzos de la categoría, señalada por el libro Guinnes como la más antigua

El TC dejó huellas imborrables por los que pusieron cuerpo, alma, y hasta la propia vida en la categoría. Nasif Estéfano fue uno de ellos. Pero también Juan Gálvez, Oscar Cabalén y Roberto Mouras, entre otros.

Fueron 72 corredores y 52 acompañantes los que murieron en rutas y pistas. El primero fue Américo Traba en 1937, en las Mil Millas Argentinas; el último, el santafesino Guido Falaschi, en 2011, en el autódromo de Balcarce, con sólo 22 años.

Muchos recuerdan a la Buenos Aires-Caracas de 1948, más precisamente el 29 de octubre, cuando Juan Manuel Fangio, al comando de su Chevrolet, se desbarrancó en Huanchaco (norte de Lima), con Daniel Urrutia de acompañante. El juninense Eusebio Marcilla que iba detrás, no dudó en parar y socorrerlos; Urrutia igualmente murió, pero Marcilla quedó inmortalizado como “El Caballero del Camino”.

Y el 3 de marzo de 1963, en el circuito de Olavarría, Juan Gálvez perdió la vida en el Camino de Los Chilenos.

El 25 de agosto de 1967, probando un prototipo Ford en San Nicolás, murió el cordobés Oscar Cabalén, el “Califa” Grande, al incendiarse su auto.

Luego de la muerte de Jorge Kissling, y de su acompañante Enrique Duplán, en abril de 1968 en la Vuelta de Lobería-Balcarce, la categoría decidió que no se siguieran utilizando circuitos de tierra.

En octubre de 1980 perdieron la vida en 25 de Mayo el ex campeón mundial de boxeo mediopesado Víctor Emilio Galíndez, quien iba de acompañante de Antonio Lizebiche; tras abandonar la competencia, retornaban a boxes por la banquina y fueron atropellados por Marcial Feijoó.

La parcialidad de Chevrolet lloró en poco tiempo dos muertes de pilotos emblemáticos: Roberto José Mouras, en noviembre de 1992 en Lobos, y Osvaldo Morresi, en marzo de 1994, en La Plata.

Por cuestiones de seguridad, el 16 de febrero de 1997 se corrió la última competencia en el semipermanente de Santa Teresita, que ganó Eduardo “Lalo” Ramos (Ford). El 13 de mayo de 2007 se corrió en Paraná la última prueba con acompañantes, en la que fue vencedor el marplatense Christian Ledesma, con Chevrolet.

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