Carta de lectores
04 Agosto 2017

105 años de historia

Se cumple hoy un nuevo aniversario de la fundación de LA GACETA, diario al que la provincia de Tucumán recibió con los brazos extendidos, brindándole el afecto del día a día, y que con el tiempo se fue extendiendo hacia el Norte, como fiel testimonio del reconocimiento de la gente hacia el que muchos consideran “su mejor amigo”, una costumbre mañanera. Como decía mi madre, de no cumplirse, daba la sensación de que “ falta todo”. “No salió el diario y no puedo enterarme de las noticias, de lo que pasó en Tucumán y en el mundo”. Ya comprábamos el diario cuando se editaba en la calle San Martín y Rivadavia. Hoy recuerdo cuando le ayudé a repartir el libro “Lo que vi en Estados Unidos y Canadá” al doctor Alfredo Coviello. En el taller del diario estaban Mariano Carabajal, Portuese en el taller de fotograbado, don Ángel Cosentino y Pedro Rodríguez Bozzo en las linotipos; en Fotografía, Ángel Edmundo Font, Anselmo Gómez, Ernesto González, Atilio Marcelino Doz, En publicidad, Toribio Iácumo, que integró con Lisandro Lobo la comisión directiva del Sindicato de Prensa, hoy Asociación de Prensa. Hoy, mis recuerdos van también para don Juan Baiano. Le hago llegar a LA GACETA mis más sinceras felicitaciones, para que siga manteniendo el afecto de sus lectores; y que sus directivos mantengan el prestigio de su fundador, manteniendo la libertad de prensa.

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Jorge Antonio Chaves

Sabin S/N El Corte

Yerba Buena

El gymnasium

Algunos años de egresado, y algún trabajo de introspección a lo largo de ese tiempo, me llevan a reflexionar que uno de los estandartes más loables que me brindó mi (nótese la pertenencia) colegio es, y será, la posibilidad de contar con un espíritu crítico, sobre todo de aquello que se nos presenta muchas veces con tal elegante naturalidad. Es utilizando esa herramienta que hoy escribo para reivindicar la necesidad de inclusión, de todo tipo, en los tiempos que corren. Le cueste a quien le cueste, el colegio Gymnasium es una institución educativa pública y por tal debe velar por los intereses y derechos de, en este caso, los estudiantes. Durante mi adolescencia poco y nada se habló, y mucho menos se imaginó, que el colegio pudiera pasar a ser mixto, y esto es porque en la sociedad todavía no circulaban ciertos discursos que legitimaban dicha necesidad. Hoy por suerte los tiempos no son los mismos y cuestiones de género o identidad hoy están en nuestro vocabulario. Puedo asegurar que el colegio forjó mi personalidad y agradezco poder haber sido parte de ese proyecto educativo y humano, pero estoy seguro de que su distintivo estuvo del lado de los valores y convicciones que promulgaba, y no creo que estos se correspondan con la segregación y la exclusión. Es por esto que no puedo encontrar fundamento alguno para decirle a una persona (en todas sus variables de género, raza, religión o hasta afiliación política si se quiere), que no tiene el derecho de disfrutar de la misma experiencia que yo viví... Que durante mi paso por el colegio nunca me hubiese pronunciado a favor de algo así, es cierto; que me gustó vivirlo como lo viví, lo admito. Pero como expreso en estas líneas, los tiempos y los discursos no son los mismos (sin contar lo que se podía esperar de la madurez de este adolescente de 15 o 16 años), y a su vez, mis caprichos poco tendrían lugar en esta discusión. La prueba está en que el colegio existió antes que yo llegué y lo sigue haciendo ahora que estoy afuera. Esta trascendencia hace que la decisión no sea exclusiva de sus alumnos, ni de un estamento en participar. Es una decisión que va de la mano de un reclamo de derechos y de una deuda de casi 70 años con la sociedad. Las “tradiciones” cambian y cambiarán, como lo vienen haciendo. Me interesa más que los valores sean los que perduren. Brindo por un Gymnasium que deje atrás el sectarismo, que se abra y adapte a las necesidades sociales y que deje de cerrar las puertas al pedido de educación de las personas que la demanden.

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Daniel Moeremans

[email protected]

Respetar la diversidad

A propósito de la carta del lector Fernando R. Franco, “La visita de Macri”(2/8), es de necios convertir la banalidad en creencia y declamar lo que cree como verdades consagradas a riesgo de cometer ofensas contra el que pueda pensar diferente. Discutir con estas personas es correr el peligro de colocarnos en posición simétrica. Cuando la convicción del necio adquiere mayor relevancia desemboca en el fanatismo. Fanático es quien, enarbolando como cualidad su propia limitación, apunta a la militancia social, abandonándose a su “causa”, incitando con sus argumentos absolutamente faltos de un apropiado nivel intelectual, ignorando las limitaciones de su posición pero diestro en retórica. Algunos militantes o simpatizantes de partidos políticos (casi en todo): ni qué decir de los políticos que cultivan la necedad de sus seguidores; y cuando estos creen estar al comando de una creencia, no sé si mueren por sus banderas pero son capaces de “matar “ por ellas. A eso se le llama principalmente intolerancia; y por ello es que muchos se apasionan tanto por la política que olvidan que no todos estamos en la misma posición. ¿Podríamos, de una buena vez, aspirar a una sociedad respetuosa, solidaria, unida sin históricas “grietas”, ocupándonos de lo más importante? Con sólo saber que más de 12 millones de compatriotas pasan hambre en nuestro país, que mujeres, niños y ancianos, fueron y son maltratados. Así como los poderes del Estado (Ejecutivo, Legislativo y Judicial) no sólo no solucionan este grave problema, la sociedad también parece mirar hacia otro lado, aplaudiendo a políticos que sólo se acuerdan de los pobres y más necesitados para las épocas de elecciones, con el solo interés de perpetuarse en el poder u obtenerlo de cualquier forma. LA GACETA nos brida generosamente un espacio para exponer nuestra opinión, expresándola libremente. Pero considero que esta debe ser racional; lamentablemente, al parecer, a muchos les cuesta entender que no todos tenemos por qué pensar de la misma forma; y en vez de explicar sus razones en forma civilizada agreden, descalificando al “enemigo”. Este es uno de los principales motivos por los cuales nuestra sociedad está como está y pasó lo que pasó.

Pablo José Giunta Jujuy 575

San Miguel de Tucumán

Yerba Buena, en llamas

Me radiqué en esta hermosa ciudad cuando aún era comuna rural que pertenecía a la Municipalidad de Tafí Viejo. Muchos años desde el reinicio de la democracia en 1983 esperé para ver administrada a mi ciudad por un puñado de políticos que se destaquen por la búsqueda del bien común. Lamentablemente tuvimos pésimos administradores habiendo sido la mayoría, permeables a la corrupción. La base de la ciudad se centró en la Villa Marcos Paz, lugar de actividades agrícolas, de densa yunga; y ornada por señoriales y arquitectónicas construcciones de viviendas familiares. El desplazamiento habitacional originado en el incremento de la población que buscaba la tranquilidad de una ciudad jardín fue incesante; pero las distintas administraciones –por acción u omisión- violentaron el Código Urbano sistemáticamente permitiendo radicaciones de poblaciones que no iban por un jardín sino por un choripán, un tetra o un bolsón. Las mayorías así conseguidas permitieron que los mercaderes de la política (en minúscula), se apropiaran del poder comunal para su propio beneficio, el de sus familiares y amigotes. Para la popular, sólo choripán, tetra o bolsón. Pero para los que pagamos todos los servicios con los que sostienen a los ñoquis, nada. Por eso en 2015 me alegré de tener autoridades de otros partidos, pero… el huevo de la serpiente estaba vivo. Con su genial chispa el humorista Calliera en la edición de LA GACETA del 9/5, plasmó una desgarradora viñeta: un personaje decía: “Dios dijo: creced y multiplicaos” y el otro personaje reflexiona: “y los radicales nos redujimos y nos dividimos”. Profecía de lo que ocurre en mi ciudad. Conociendo las arquitecturas electoralistas que permitieron al peronismo preservarse contra viento y marea, aprovecharon una vez más la realidad humorística para intentar recuperar el poder. Ignotos e imberbes radicales; parientes de otros radicales bien posicionados en la legislatura peronista tucumana; advenedizos de otros partidos municipales ya inexistentes, arremetieron contra la posibilidad de recuperar el Jardín. Aliándose con los que en estos últimos 15 años estuvieron y nada hicieron por el bien común (agotando su participación sólo para su personal beneficio), arrebataron la presidencia del Concejo; no permiten la integración del Cuerpo con el edil del décimo escaño; no dejan gobernar al intendente pues vetan todas sus iniciativas; insultan y golpean a inspectores de tránsito; y muchos etcéteras más. Caldo de cultivo para que los referentes provinciales del peronismo apronten un proceso de intervención para perjudicar a los ciudadanos de este Jardín (invito al lector a leer los conceptos de ciudadano; ciudadanía y civismo para que entienda mi referencia). Salvemos Yerba Buena.

Luis Vides [email protected]

Avenida vespucio, a oscuras

Siguiendo la carta “Avenida a oscuras” (31/7) de Luisa Contrera, llamo a la reflexión al intendente. El alumbrado publico en avenida Américo Vespucio desde 9 de Julio hasta Jujuy es deplorable. Focos que a la noche no alumbran nada; las personas que suben o bajan de los colectivos que circulan por esta avenida son continuamente asaltadas y hasta golpeadas por motochorros. Unos días atrás quisieron subir por la fuerza a una adolescente en un auto y gracias a la intervención de los vecinos no ocurrió. Y todo esto pasa al amparo de las tinieblas que reinan en esta arteria. Desde Chacabuco hacia 9 de Julio sólo hay postes de luz, en veredas que dan hacia el norte, y faltan todos los postes en las veredas que dan hacia el sur. Ya que se está cambiando las luminarias del alumbrado público, los vecinos del Barrio Judicial pedimos y exigimos encarecidamente que sin perder más tiempo nos den una mejor calidad de vida.

Hugo Gálvez [email protected]

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