Los padres del bebé Charlie Gard se resignaron a dejarlo partir

Los padres del bebé Charlie Gard se resignaron a dejarlo partir

Se acabó la pelea judicial. Lo desconectarían de los aparatos que lo mantienen vivo. El Papa reza por él.

SIN SOLUCIÓN. El bebé Charlie y sus padres, Chris Gard y Connie Yates. reuters SIN SOLUCIÓN. El bebé Charlie y sus padres, Chris Gard y Connie Yates. reuters
25 Julio 2017

Lucharon cinco largos meses pero al final perdieron la batalla: ayer los padres del bebé Charlie Gard se resignaron y abandonaron la pelea jurídica que estaban dando en un intento por salvar a su hijo de 11 meses, informaron las agencias Reuters, Télam y DPA.

“Hemos decidido que continuar con el tratamiento no es lo mejor para él; hemos decidido dejar marchar a nuestro hijo (...) Charlie tuvo una oportunidad real de mejorar. Ahora nunca sabremos qué hubiera pasado si hubiese obtenido el tratamiento”, dijo Connie Yates, la madre del bebé.

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Charlie sufre una rara malformación genética llamada síndrome de depleción de ADN mitocondrial, que afecta especialmente el cerebro. Necesita respiración y alimentación asistida para vivir, y los últimos análisis confirmaron que el cerebro sufrió daños irreparables.

A pesar de que los padres se aferraban a un último intento por salvar al bebé con una terapia experimental en Estados Unidos, los médicos del hospital londinense Great Ormond Street se mostraron a favor de desconectar al pequeño para que no sufriera, al considerar que no se puede hacer nada para recuperarlo.

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El papa Francisco se unió al dolor de los padres y dijo que rezaba por el bebé para encontrar “el consuelo en Dios”. El Papa había pedido que se permitiera a los padres tratar al bebé hasta el final. El presidente de EEUU, Donald Trump, dijo, por Twitter, que haría lo posible en caso de que hubiera una salida para salvarle la vida a Charlie.

Según los especialistas, los daños en el cerebro son irreversibles, el bebé no tiene funciones normales, no se puede mover, sólo los aparatos lo mantienen con vida, es sordo y sufre de ataque epilépticos. Por eso los médicos querían concederle una muerte digna, sin prolongar su padecimiento.

La terapia alternativa en la que recaían las ilusiones de los padres, que hasta ahora no se ha probado ni en animales ni en seres humanos, sólo ofrecía ciertos efectos para prolongar la vida un poco más, con una probabilidad de apenas un 10%, pero no lo podía salvar, según los expertos de la Columbia University de Nueva York.

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