“Por algún motivo Dios nos trajo de vuelta a casa”

“Por algún motivo Dios nos trajo de vuelta a casa”

“Pipi” Sánchez, “Tony” Zelaya y “Tucu” Cervera son héroes de guerra. Hace 35 años arriesgaron sus vidas en cada misión que emprendieron contra la flota inglesa, volando apenas 10 metros por encima de las heladas aguas del Atlántico para no ser detectados. Los pilotos se reunieron en Tucumán para brindar una serie de charlas y para homenajear a “Trucha” Varela, otro as que dejó su impronta durante el conflicto. Sienten la obligación de hablar por aquellos que murieron en Malvinas.

23 Julio 2017

Todo el mundo habló de ellos durante aquel doloroso 1982. Fueron los combatientes más elogiados, incluso por los británicos: los pilotos de la Fuerza Aérea Argentina que, con vuelos rasantes, lograban eludir los radares enemigos y asestar duros golpes a los buques ingleses que se acercaban a las Malvinas.

Los pilotos de los caza bombarderos habían encontrado cómo eludir los radares: volar 10 metros por encima de las olas. A ese grupo pertenecen los “halcones” de la Fuerza Aérea: el comodoro retirado Héctor “Pipi” Sánchez (de San Nicolás, Buenos Aires) y los tucumanos, Antonio “Tony” Zelaya -también comodoro retirado- Luis “Tucu” Cervera -retirado con el grado de capitán-. Ellos visitaron este fin de semana la provincia para contar su experiencia de guerra y rendir homenaje a un compañero fallecido en un accidente en octubre del año pasado, el capitán Carlos “Trucha” Varela (foto de la derecha), también tucumano.

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EN YERBA BUENA. Se descubrió un busto de Varela, héroe de la guerra de Malvinas. LA GACETA/ INÉS QUINTEROS ORIO

- Han pasado 35 años, ¿cómo ven la guerra desde esta distancia?

- Malvinas ha sido la última batalla que enfrentó nuestra patria para recuperar lo que nos pertenece a todos. Sería triste que una causa noble como esta desapareciera del recuerdo y de la memoria de su pueblo. (Sánchez)

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- ¿Se va perdiendo la memoria de Malvinas?

- No, porque nuestro trabajo (el de los ex combatientes en general) es un poquito como la de los juglares en la época medieval. En mi caso, con Cervera hace muchos años que vamos a donde se organizan eventos, como este de Tucumán, y relatamos de propia boca nuestras vivencias y lo que hicieron estos 649 (los caídos en Malvinas) héroes contemporáneos. (Sánchez)

- Formamos parte de un escuadrón de pilotos que hemos combatido juntos. Todos compartimos ese sentimiento que describió “Pipi”. (Cervera)

- ¿Cuál era su tarea en la guerra?

- La aviación combate de una forma muy particular. Nosotros estábamos en Río Gallegos, porque en el continente estábamos a resguardo. Nuestra tarea era atacar los buques ingleses que se acercaban a Malvinas. Así que salíamos de Río Gallegos; teníamos que recorrer 800 kilómetros hasta las islas para buscar un barco (claro que nos decían dónde estaba) y bombardearlo. Atacábamos y regresábamos al continente, porque si aterrizábamos en Malvinas nos destruían el avión. (Cervera)

- ¿Cuánto tiempo les llevaba eso?

- Una misión nos insumía unas tres horas y media, ida y vuelta, a veces un poco más. A mitad de camino, un avión Hércules nos abastecía de combustible. (Sánchez)

- Volábamos 800 kilómetros en medio del agua. Cuando te veías en esa inmensidad, agua por todos lados y nada más que agua, te sentías más pequeño que una cabeza de alfiler. (Cervera)

- ¿Volaban juntos?

- Cada uno volaba su avión, porque son aviones (los caza A4) para una sola persona. Está solamente el piloto, que opera todo el sistema de navegación, de tiro, lanza la bomba, etcétera. Pero volábamos de a tres, de a cuatro, así teníamos más poder al atacar los navíos. (Cervera)

- El factor sorpresa era fundamental. (Sánchez)

- ¿Por eso eludían los radares?

- Claro, pero poniendo en riesgo nuestra vida, íbamos peinando las olas (a 10 metros de la superficie del océano). Gracias a Dios no hubo ningún accidente por esta causa, no pasó que un piloto se hubiera equivocado e impactado sobre el agua. (Cervera)

- La OTAN tenía tecnología nueva para evitar la vulnerabilidad de las naves de superficie a los ataques aéreos. Pero nosotros demostramos que se podía vulnerar esa defensa que había sido concebida para ser invulnerable. Por eso atrajo la atención de todo el mundo. (Zelaya)

- ¿Perdieron compañeros?

- Éramos 34 en el escuadrón. Nueve pilotos murieron en la guerra. Después murieron dos más y el último fue el “Trucha” Varela. (Cervera)

- Cuando nos derribaban a alguno de nuestros “Halcones”, sus restos se esparcían en el mar, así que nosotros no podemos decir que vamos a volver a las islas para ver dónde estuvimos peleando o dónde perdimos a nuestros compañeros... Además, cuando fue la guerra, tanto el “Tucu” como yo éramos solteros, pero Zelaya ya estaba casado. Y había muchos compañeros casados. Ellos eran una inspiración para nosotros, porque ponían en riesgo más que su vida, ya que si les pasaba algo, dejaban una viuda y huérfanos... (Sánchez)

- ¿Cómo les cambió la vida la guerra?

- Nos queda la amistad que se fortaleció al haber compartido momentos de vida o muerte y que se hizo inquebrantable. Y ya no volvés a ver nada igual. Cuando jugás con la muerte, nada te puede asustar más. (Cervera)

- Te marca para el resto de tu vida. Pero también hemos podido superar nuestros propios miedos. Cada día enfrentábamos grandes riesgos, porque sabía el porcentaje tan bajo de posibilidades que había de sobrevivir en cada misión que realizábamos. Por algún motivo Dios nos trajo de vuelta a casa. Por eso hacemos esto, de dar charlas, de contar la experiencia, de hablar de lo que hicieron esos 649 argentinos que dieron lo más sagrado que tiene un ser humano por la patria. Ellos no pueden hablar, y nosotros tenemos el deber y la obligación de hacerlo por ellos. (Sánchez)

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