“La sociedad es muy pretenciosa con la piel”

“La sociedad es muy pretenciosa con la piel”

Lucía Iturre de Aguirre, premiada como “Maestra de la Dermatología Argentina”, aclara que hay muchos tratamientos para mejorar el aspecto de la dermis. Pero nada puede detener el envejecimiento.

PREMIADA. La doctora Lucía de Aguirre, nombrada “Maestra de la Dermatología Argentina, recibió a LA GACETA en su consultorio. LA GACETA / FOTO DE HÉCTOR PERALTA.- PREMIADA. La doctora Lucía de Aguirre, nombrada “Maestra de la Dermatología Argentina, recibió a LA GACETA en su consultorio. LA GACETA / FOTO DE HÉCTOR PERALTA.-
12 Julio 2017

Los ojos son el espejo del alma. Y la piel... sería algo así como la vecina buchona del barrio. Es la que revela todo lo que nos pasa adentro del cuerpo. Si tenemos alguna enfermedad, si estamos nerviosos o tristes, si algo nos preocupa demasiado.

Así arranca la charla, distendida, la médica Lucía Iturre de Aguirre. A sus 75 años, acaba de recibir el premio a la “Maestra de la Dermatología Argentina”. Se lo otorgó la Sociedad Argentina de Dermatología en reconocimiento a todos los aportes que hizo a esta rama de la medicina. Como si fuera poco, la semana pasada el Colegio Médico la distinguió por su trayectoria.

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Ella se emociona hasta las lágrimas. Se ruboriza. “Siempre fui perfil bajo”, confiesa la doctora, que llegó por casualidad a la dermatología. Le gusta definirse como “maestra” antes que doctora. Fue docente rural desde los 17 años.

El título de médica llegó mucho después, a los 35 años. “Siempre había soñado con esta profesión. Me casé joven, a los 20, y después de tener tres hijos decidí cumplir con mi anhelo: me anoté en la carrera de Medicina. Estudié siete años, mientras enseñaba en la escuela y criaba a mis hijos. Cuando me recibí, me resultaba imposible hacer un posgrado en Buenos Aires. Yo quería hacer clínica, pero mi opción aquí era ir a la escuela de dermatología”, comenta la médica, que fue jefa de la especialidad en el Hospital Padilla.

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Con el paso de los años, Iturre fue testigo de cómo la piel ha ido ganando protagonismo en la vida de las personas, a tal punto que hoy como nunca la gente está buscando tratamientos dermatológicos. Y en los consultorios la pregunta constante es: ¿se puede detener el paso del tiempo? “No, no es posible”, aclara. Pero eso no significa que todo esté perdido. “Cada vez hay más tratamientos para tratar y retrasar el envejecimiento”, afirma, y en seguida remarca que el mejor cuidado sigue siendo protegerse del sol, no fumar y comer sano. “No hay que creer en los milagros. Ningún tratamiento es para siempre. La piel nunca deja de perder elasticidad”, precisa la experta, que aún atiende en su consultorio todas las tardes

-¿Cómo definiría la piel?

- Es el órgano más extenso de nuestro cuerpo, la primera barrera de defensa y la que nos revela todo lo que pasa dentro. Es tan importante que, por ejemplo, cuando se quema el 50% de ella una persona muere.

- ¿Qué problemas enfrenta hoy la piel?

- Estamos viendo mayor incidencia de cáncer. No hay que olvidar que las radiaciones se quedan en la piel para siempre, son acumulativas. El sol que tomaste hoy es una hora más en tu cuerpo. Otra cosa que hace que la piel se resienta mucho es el estrés. Sumado al cigarrillo y al sol, generan un envejecimiento cada vez más prematuro.

- Hay una especie de psicosis con los lunares, ¿cuándo hay que preocuparse?

- Hay que ocuparse, más que preocuparse. Lo aconsejable es hacer una consulta para que un médico revise todos los lunares. Hay un tipo de lunar que puede ser riesgoso, y es un especialista el que debe estudiarlo.

- Usted, ¿cómo se cuida la piel?

- No me cuido. Soy alérgica a todos los productos.

- ¿Y qué nos recomendaría? ¿Cuándo tenemos que empezar a cuidarnos?

- Una vez le preguntaron a un famoso esteticista mundial si tuviera que elegir sólo una crema para ponerse, cuál sería. Contestó: agua y jabón. Coincido con él. La limpieza es lo más importante para la piel. Debe hacerse dos veces al día. Después recomiendo hidratación y a partir de los 30 es bueno usar un rejuvenecedor, recetado por un médico. Porque no puede ser cualquiera, sino uno que tenga, por ejemplo, ácido retinoico, que es la madre de todos los tratamientos. Y, por supuesto, es recomendable evitar el tabaco y el sol.

- Cirugías, bótox, cremas o tratamientos con aparatos, ¿qué es lo mejor?

- Depende. El bótox sirve sólo para las arrugas de expresión, las que están entre las cejas, las patas de gallo, las de la nariz, por ejemplo. No actúa sobre la flacidez ni las arrugas del sol. Hoy hay muchísimas cosas para la piel, y son específicas para cada problema. Hay implantes nuevos, se está usando ácido hialurónico y un sinfín de tratamientos diversos, que van desde la medicina ortomolecular, pasando por los hilos, la mesoterapia hasta la aparatología. Las cirugías siguen siendo necesarias, por ejemplo, para solucionar inmediatamente algo. El problema es que cuando alguien se opera, mejora y se siente bien. Pero el envejecimiento prosigue y hay que hacer mantenimiento.

- En la actualidad proliferan los gabinetes de estética, ¿ cómo darse cuenta de cuáles son buenos?

- La estética debería ser manejada únicamente por médicos. Pero desgraciadamente ahora con un curso de tres meses ya hay personas que abren un local y empiezan a trabajar con esto. El primer consejo es que busquen médicos expertos; ni siquiera ofrecen tratamientos más caros que los que no lo son.

- ¿Cree que en la actualidad somos muy pretenciosos con la piel? ¿Se le pide demasiado a la dermatología?

- Sí. Hay tratamientos muy eficaces y nunca es tarde para hacerlos. Todos ayudan a mejorar el aspecto de la piel. Sin embargo, no hay nada que pueda detener el envejecimiento.

- El tucumano, en general, ¿se cuida la piel?

- Yo creo que hay cada vez más interés por cuidarse la piel. Sin embargo, se cometen errores. La gente confía en los productos que le ofrece la publicidad o en el consejo que le da el empleado de la farmacia en vez de seguir la indicación de un médico. Entonces, muchas veces compran productos carísimos, que se presentan como milagrosos, y que no tienen los compuestos básicos que rejuvenecen.


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