La brecha entre prioridades políticas y urgencias sociales

La brecha entre prioridades políticas y urgencias sociales

DEUDA SOCIAL. Tres de cada 10 habitantes del país cayeron en la pobreza. DEUDA SOCIAL. Tres de cada 10 habitantes del país cayeron en la pobreza.
09 Julio 2017

BUENOS AIRES.- “No podemos seguir jugando a la democracia gastando 2.800 millones en un ajedrez político o Fórmula 1 de egos y ambición de poder que nos distrae de la realidad donde la muerte va cobrando cada vez más vidas”. La advertencia del obispo de San Justo, monseñor Eduardo García, antiguo colaborador de Jorge Bergoglio, sintetiza la preocupación de la Iglesia por un proceso electoral demasiado prolongado, al que habría que revisar, y que distrae a los gobernantes de los problemas reales de la gente: pobreza, desocupación, inseguridad, narcotráfico...

La brecha abierta entre las prioridades de clase política y las urgencias de la ciudadanía se ensancha en tiempos electorales. Un contexto “difícil” en el que según los obispos católicos no se exhiben propuestas ni soluciones, sino solo pujas de poder y de candidaturas.

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La preocupación de la Iglesia se emparenta, aunque sin la misma sustancia, con la idea del Gobierno de sacar las elecciones Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (Paso) en 2019. La Casa Rosada dejó trascender que esa instancia no sirve para definir candidaturas, se ha convertido en casi simbólica como consecuencia de las listas de unidad y cuesta mucho dinero al Estado.

El obispo de San Francisco, monseñor Sergio Buenanueva, desató la polémica al expresar en Twitter su disconformidad con las Paso, e insinuar que no iba a votar o evaluaba hacerlo “en blanco o nulo” porque siente, como muchos otros ciudadanos, que la clase política le está tomando el pelo.

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“Las PASO son un buen instrumento pero está mal utilizado. Hay que ir a votar, las primarias son un instrumento positivo, pero son perfectibles. Nuestros dirigentes tienen que ponerse las pilas y ayudarnos a crecer en la adhesión a la democracia”, enfatizó en declaraciones radiales. Otros referentes de la Iglesia cuestionaron la virulencia de la campaña electoral, marcada por las fricciones, las operaciones políticas y la filtración de videos que, aseguraron, “ensucian” el camino hacia las primarias del 13 de agosto y desconciertan aún más a los votantes.

También apuntaron sus críticas a la conformación de alianzas no constructivas, al intento de polarizar la elección entre Cambiemos y el sector que lleva a la ex presidenta Cristina Fernández, y a la presentación de candidatos testimoniales en las listas, mecanismos que al entender eclesiástico avasallan las instituciones democráticas.

Un alusión clara a la decisión de la intendenta de La Matanza, Verónica Magario, de postularse como candidata testimonial a concejal por ese distrito bonaerense. Al igual que otros jefes comunales kirchneristas como Mario Secco (Ensenada), Jorge Ferraresi (Avellaneda) y Mariano Cascallares (Almirante Brown), que aparecen en las listas pero no asumirán los cargos a los que se presentan.

La efervescencia de la campaña electoral da para todo, incluso a respaldos públicos a candidatos por parte de referentes eclesiásticos cercanos al papa Francisco. Así ocurrió con el arzobispo Marcelo Sánchez Sorondo, colaborador de Jorge Bergoglio en el Vaticano, quien aseguró que a la fórmula del Peronismo para el Bien Común en la Ciudad de Buenos Aires, que postula a Guillermo Moreno a diputado y a Gustavo Vera a legislador porteño, “le va a ir bien muy bien, porque son personas honestas”.

Afirmación partidaria a favor de la lista con lema bergogliano: “Ponerse la Patria al hombro a puro Peronismo”, que le valió al prelado argentino, según trascendió, una reprimenda en privado por parte de su compatriota el Papa.

Monseñor Sánchez Sorondo quedó envuelto también en otra polémica por haber atribuido el postergado retorno del Papa a su tierra natal, a que no quiere “ampliar la grieta” entre los argentinos.

Fue después de que el Vaticano confirmó que Francisco visitará Perú y Chile en enero de 2018, en lo que constituirá su cuarto viaje a Sudamérica desde la elección pontificia, pero sin hacer escala en la Argentina.

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