Una patente para acceder a otros mercados

Una patente para acceder a otros mercados

03 Mayo 2017

Marcelo Elizondo - Director de Desarrollo de Negocios Internacionales

La decisión del Departamento de Agricultura de Estados Unidos, que autorizó el reingreso de los limones del NOA al mercado norteamericano, demuestra una predisposición del gobierno de Donald Trump para mantener una relación más fluida con la Argentina. Si la administración de Trump hubiese impedido que los limones retornen al mercado norteamericano, se podría haber interpretado que Estados Unidos cerraba su economía para muchos productos argentinos. Pero la decisión final marca que la apertura, en realidad, va más de permitir la importación de limones.

La posibilidad enviar cítricos al mercado norteamericano funciona como una especie de patente que ratifica la confianza. Y con más razón cuando, en una relación bilateral, se produjo una controversia específicamente sanitaria, como la que llevó a bloquear el acceso de limones argentinos a Estados Unidos. La autorización para volver a exportar, en este caso limones, tiene un efecto de reputación y de contagio que le devuelve a la Argentina la confianza necesaria para acceder a otros mercados. Esto se debe a que Estados Unidos es la principal economía del mundo y el máximo importador de alimentos y de productos.

Además, en la actualidad, el mercado estadounidense es el tercer destino de las exportaciones argentinas. Sin embargo, el país representa, en la actualidad, sólo el 0,3% del comercio exterior de Estados Unidos. El desafío argentino es ampliar esta participación.

La economía norteamericana cuenta con la mayor cantidad de empresas multinacionales en el mercado global. Las principales corporaciones, que tienen instalaciones en todo el mundo, son estadounidenses. El 80% del comercio internacional se desarrolla en circuitos denominado cadenas globales de valor, en el cual las multinacionales tienen un rol relevante. Por lo tanto, el objetivo de largo plazo para la Argentina es que las empresas locales se conviertan en proveedoras de esas cadenas globales de valor.

Para potenciar este aval que consiguió la Argentina, que le permitirá exportar limones a Estados Unidos, es necesario mejorar la competitividad de las empresas locales. En la actualidad, se habla de atraso cambiario. Pero, en realidad, es una consecuencia del mayor ingreso de dólares financieros a la Argentina. No hay un atraso cambiario inducido por la autoridad que fija el tipo de cambio, como ocurrió en otras épocas. Hoy, por la vía financiera ingresan más dólares de los que salen, especialmente para financiar al Estado, pero también para financiar a las empresas. Este escenario provoca que los costos medidos en dólares sean más altos. Ahora bien: lo que realmente necesita la Argentina es trabajar en la reducción de los costos medidos en pesos.

La reforma tributaria que planea el Ministerio de Hacienda, las leyes para Pequeñas y Medianas Empresas (PyMe) y para emprendedores, los proyectos de inversión en infraestructura, la mayor comodidad para la política monetaria deberían generar una competitividad sistémica, que depende de las reformas macroeconómicas y también de las modificaciones que puedan hacer las empresas para ser más eficientes en las relaciones con proveedores. El tipo de cambio es un elemento muy importante, pero no es el único factor que determina la competitividad.

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