“Cuando vi que me apuntaba, le rogué que no me matara”

“Cuando vi que me apuntaba, le rogué que no me matara”

Cinco asaltantes se llevaron $100.000

VIOLENTA IRRUPCIÓN. Por esta puerta ingresaron los cinco asaltantes.  VIOLENTA IRRUPCIÓN. Por esta puerta ingresaron los cinco asaltantes.
13 Abril 2017
“Fue un momento espantoso”, lamentó Facundo Mateo. El contador de la constructora Helpa se asomó desde el segundo piso al escuchar gritos y advirtió con terror que cinco personas armadas habían irrumpido violentamente al edificio. Intentó escapar, pero lo traicionaron los nervios. Finalmente, se encontró con el caño de una pistola que apuntaba directamente a su pecho.

El asalto ocurrió en el martes a las 16 en la sede de la empresa, en Monteagudo primera cuadra; es decir, en pleno centro. “A 80 metros de la seccional 1ª”, aclaró Mateo, quien agregó que siempre suele haber un efectivo en la esquina de 24 de Septiembre, pero en ese momento no estaba.

“En la empresa había ocho personas trabajando; ingenieros, contadores, secretarias, administrativos. Con el gerente estábamos arriba y sentimos gritos. Nos asomamos a un entrepiso y vimos que al contador lo habían tirado al piso y le estaban apuntando a la cabeza”, relató una de las víctimas.

De inmediato, el contador y el gerente tomaron una llave e intentaron escapar por una puerta trasera, pero por los nervios no la pudieron abrir. Uno de los asaltantes aprovechó esta demora y los alcanzó. Al llegar hacia ellos, los apuntó con una pistola y los obligó a darse vuelta.

“Cuando vi que me apuntaba, le rogué que no me matara. Todos, salvo uno, tenían casco y anteojos de sol. De todos modos yo bajé la mirada para no verle la cara a ninguno. El que subió me exigió que abriera la caja fuerte. Habría unos $ 100.000 ahí adentro, los empezaron a meter adentro de un bolso”, prosiguió Mateo.

Adentro de la caja fuerte había otros compartimentos cerrados de los que el contador no tenía llave. “Les pedí que me creyeran, realmente no tenía manera de abrirlos. Finalmente me tiraron al suelo y me tiraron un sillón encima para que no me moviera. Me preguntaron si había cámaras de seguridad y les dije que no, lo cual es cierto. Después me dijeron que no les viera la cara y que me quedara tranquilo. Les respondí que no iba a hacer nada y bajaron”. Pese a que en el lugar en el que dieron el golpe no había cámaras, un negocio cercano captó la fuga. Se trata de una de las pruebas más importantes que tienen los investigadores para hallar a la banda.

Golpes y destrozos

Al bajar, Mateo advirtió que la irrupción había sido más violenta de lo que creía. “Al encargado de compras, un señor de 60 años, lo golpearon de una manera brutal en la cara, en la cabeza, patadas en los riñones. A otro le pisaron la cara. Uno de los delincuentes se dedicó a romper vidrios para ingresar a una oficina y robar todo lo que había ahí, como computadoras y otros elementos”. Además, se llevaron billeteras y celulares.

Si bien los empleados no pudieron ver la fuga de los asaltantes, se supo que huyeron en tres motocicletas; así lo contó un policía que se encontraba de civil en la puerta del Sanatorio Pasquini, al lado de la constructora, mientras atendían a un familiar. Este no enfrentó a los ladrones porque no estaba armado, pero fue el primero en auxiliar a los empleados golpeados. Por otro lado, no llegó a anotar las patentes de los rodados.

“Estoy hace unos tres años y nunca había pasado nada pero sé que no es la primera vez que entran a robar. En la última ocasión los metieron a todos al baño y sacaron sólo a un empleado para que les abriera todas las cajas”, cerró.

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