Ese pequeño gran gesto de donar médula ósea

08 Abril 2017

País violento

No quise contestar antes; creí mucho más importante que nuestra mezquina opinión la situación desbordante en la que está sumida gran parte de nuestro país. Pero responderé al lector Clímaco de la Peña, porque considero que algunas de sus palabras son detractoras. Si se piensa, como lo hizo la señora Mercedes Chenaut -originaria de estas cartas- que la imagen de niños estudiando sobre las ruinas de la Hiroshima bombardeada era hacer apología de la violencia y agresividad de este gobierno democrático en la figura del Presidente, les pregunto, sobre todo al lector de la Peña ¿cómo llamaría a la imagen de nuestra niña tucumana estudiando o haciendo sus tareas sentada en el cordón de la vereda rodeada no de radioactividad sino de inmundicia que no la tiraron de un avión sino porque hay un paro que no da tregua? A ella no le llegan los dineros que otros reciben a costa de poner la cara para hacer número. Señor De la Peña, esperé una carta suya o un simple comentario de los que opinaron como usted. Aun más, esperé muchas cartas, pero claro que en Tucumán pasa el elefante por el ojo de la aguja. Y sí considero que los dichos son de una izquierda que no es la de mis tiempos; y sí son cómplices los que callaron; y sí es detractar a mi religión católica apostólica y romana. Y sí es genocida no el hablar de las armas compradas sin siquiera haber leído como fue el trato sino el de la droga que está matando en vida a nuestra juventud. De eso no se habla. No; a las fronteras las liberaron de todo control, y espero que este Gobierno las equipe nuevamente.

María Marta d’Hiriart
mmdhiriart@hotmail.com


Recursos hídricos

Desde hace tiempo mi desilusión para con los recursos humanos “políticos” se hace más grande. La desaprensión con la que se trató a las laderas de la Cuesta del Clavillo desde que Vialidad de la Nación se hizo cargo de la ruta 365 ya dio sus dañosos. El resultado se observa en los constantes derrumbes en cuanto comenzaron las lluvias. Esto no ocurrió por descuidos de la Nación sino por la inacción de nuestra Dirección de Medio Ambiente por no haber previsto el terrible impacto ambiental al destruir las inestables laderas de este camino. Hoy me sorprende que en nuestra querida provincia de Tucumán no tengamos un protocolo de evacuación de los grupos poblacionales que sabemos de antemano que serán invadidos por las aguas que erogan los diques, como Escaba y El Cadillal. Es más, un funcionario de la Dirección de Recursos Hídricos de nuestra provincia aseguró que todo estaba en orden; que no había riesgo en el momento en que se abrieron las válvulas; y la cota del lago de El Cadillal ya había superado la del labio del vertedero; aunque mienta que estaba 17 centímetros por debajo. ¿Hasta cuándo soportaremos que esta inacción siga cobrando víctimas? Muy parecido a la película “Tiburón”.

Eduardo Nanni
lalonanni@yahoo.com.ar

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Corregir y enseñar a los niños

Hace unos días oí a una señora contar que antes de que su hijo (de nueve años) saliera para la escuela, le preguntó si se había cepillado los dientes. A lo que él respondió: “Claro mamá, ¿cómo piensas que no me voy a cepillar?”. La señora, insistió preguntándole: “¿seguro te cepillaste?”. A lo que, el niño, contestó: “felices los que creen sin haber visto”. Su madre, en silencio, se dirigió al baño y encontró seco el cepillo, descubriendo así que su hijo le estaba mintiendo, por lo que, inmediatamente, luego de una buena reprimenda lo mandó a hacer lo que correspondía. Más allá de que el niño haya mentido, es altamente alentador que haya respondido con una frase evangélica. Es más, ¡es inaudita y, en estos tiempos, sensacional la respuesta que dio el niño! Porque no es común, oír cotidianamente estas expresiones. Y porque el hecho de mentir, se puede corregir, como también se puede enseñar a los chicos desde pequeños la Palabra de Dios. Pero, para que esto suceda, es imprescindible que los padres dediquen parte de su tiempo a tales enseñanzas, asumiendo su rol paternal como un insustituible y amoroso deber, urgente de realizar.

Daniel E. Chavez
Pasaje Benjamín Paz 308

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el sistema
Al momento de embarcar mi vuelo N° 4156 el 11/04/2016, operado por LAN Argentina (ahora LATAM AIRLINES), dejé momentáneamente mi abrigo (canguro marca Levi’s) en un asiento de la fila contigua a la que fui asignado mientras guardaba mi equipaje de mano en los compartimientos superiores. Sin notarlo, una de las azafatas lo tomó creyendo que pertenecía a otra persona que lo había olvidado en un vuelo anterior. Cuando intento recuperarlo, la misma azafata me indica que ya lo había entregado a una persona del área de “objetos extraviados” de dicha empresa (área que luego constaté que “no existe en Argentina” según palabras textuales de un empleado de la firma). Sin embargo, me tranquilizó indicándome el procedimiento a seguir para recuperarlo. A la fecha, aún no lo logro. A pesar de haber cumplido a rajatabla las indicaciones, haberme comunicado con la empresa por todos los medios posibles (inclusive se puso en contacto conmigo el supuesto abogado de la firma, mostrando un supuesto interés en restituirme mi abrigo) y haber realizado la denuncia correspondiente en la Dirección de Comercio Interior (donde fui amablemente atendido; pero sólo lograron encaminar mi reclamo hacia una hipotética multa por inasistencia a audiencia de conciliación). No sólo extravié un buzo importado (valuado, el año pasado, en $ 2.000 en el sitio web de Falabella, en Chile) lo cual no es poco, sino mi tiempo (soy empleado bancario profesional y tuve que pedir permiso para asistir a las audiencias), mi paciencia, y además, como tantos otros, perdí mi confianza en “el sistema”. En que cuando uno tiene algún inconveniente con las grandes entidades pueda solucionarlo.  Esto es solo un pequeño ejemplo. Cuántas veces vemos, por ejemplo, los bancos abarrotados de personas que podrían operar por los canales electrónicos alternativos y que no lo hacen por esa misma “desconfianza” en el sistema. Esto me lleva a preguntarme: ¿deberíamos creer en “el sistema”?
Martín Aguirre
martino-aguirre@hotmail.com
n Guerrilleros
El 24 de marzo se paralizó el país, en recuerdo del supuesto inicio de la represión a los guerrilleros (Montoneros y Erp) por parte de nuestras Fuerzas Armadas. La verdad es que el accionar de los guerrilleros y su represión empezaron varios meses antes. Los guerrilleros se alzaron contra el gobierno constitucional del general Perón y luego contra el de Isabel de Perón, quien ordenó a las Fuerzas Armada actuar hasta su “aniquilación”. Ya antes Perón echó de la plaza de Mayo a esos jóvenes idealistas (¿?) que pretendían derrocar al gobierno legítimamente constituido y reemplazarlo por una dictadura al estilo de la Cuba de los hermanos Castro. Entonces se inició la represión y la lucha entre los dos demonios, que cometieron, entre ambos bandos, excesos que no pueden menos que repudiarse. Así, asesinaron entre otros al ingeniero José María Paz, al coronel Viola y su hijita, a Rucci, o al coronel Larrabure, después de secuestrarlo y tenerlo en condiciones infrahumanas. Ninguno de ellos actuó en la represión. Recordemos a los conscriptos que murieron defendiendo el cuartel de Formosa. Sólo se habla de los guerrilleros muertos y desaparecidos, con el número de 30.000, aunque la Conadep, que fue imparcial, habla de menos de 9000. Se habla del dolor de sus familiares ¿es que no hay también dolor en los familiares del otro bando? Los familiares de muertos y desaparecidos de la guerrilla, fueron indemnizados por cifras millonarias. A los otros, nada. ¿Esto es justicia? Todavía hay militares presos sin enjuiciamiento ni sentencia, y a muchos de ellos, mayores de 70 años, se le niega la prisión domiciliaria. Si seguimos así, contribuiremos a esa brecha que por muchos motivos divide a la Argentina.
Roberto Martínez Zavalía (padre) 
Santa Fe 148 
San Miguel de Tucumán

El sistema

Al momento de embarcar mi vuelo N° 4156 el 11/04/2016, operado por LAN Argentina (ahora LATAM AIRLINES), dejé momentáneamente mi abrigo (canguro marca Levi’s) en un asiento de la fila contigua a la que fui asignado mientras guardaba mi equipaje de mano en los compartimientos superiores. Sin notarlo, una de las azafatas lo tomó creyendo que pertenecía a otra persona que lo había olvidado en un vuelo anterior. Cuando intento recuperarlo, la misma azafata me indica que ya lo había entregado a una persona del área de “objetos extraviados” de dicha empresa (área que luego constaté que “no existe en Argentina” según palabras textuales de un empleado de la firma). Sin embargo, me tranquilizó indicándome el procedimiento a seguir para recuperarlo. A la fecha, aún no lo logro. A pesar de haber cumplido a rajatabla las indicaciones, haberme comunicado con la empresa por todos los medios posibles (inclusive se puso en contacto conmigo el supuesto abogado de la firma, mostrando un supuesto interés en restituirme mi abrigo) y haber realizado la denuncia correspondiente en la Dirección de Comercio Interior (donde fui amablemente atendido; pero sólo lograron encaminar mi reclamo hacia una hipotética multa por inasistencia a audiencia de conciliación). No sólo extravié un buzo importado (valuado, el año pasado, en $ 2.000 en el sitio web de Falabella, en Chile) lo cual no es poco, sino mi tiempo (soy empleado bancario profesional y tuve que pedir permiso para asistir a las audiencias), mi paciencia, y además, como tantos otros, perdí mi confianza en “el sistema”. En que cuando uno tiene algún inconveniente con las grandes entidades pueda solucionarlo.  Esto es solo un pequeño ejemplo. Cuántas veces vemos, por ejemplo, los bancos abarrotados de personas que podrían operar por los canales electrónicos alternativos y que no lo hacen por esa misma “desconfianza” en el sistema. Esto me lleva a preguntarme: ¿deberíamos creer en “el sistema”?

Martín Aguirre
martino-aguirre@hotmail.com


Guerrilleros

El 24 de marzo se paralizó el país, en recuerdo del supuesto inicio de la represión a los guerrilleros (Montoneros y Erp) por parte de nuestras Fuerzas Armadas. La verdad es que el accionar de los guerrilleros y su represión empezaron varios meses antes. Los guerrilleros se alzaron contra el gobierno constitucional del general Perón y luego contra el de Isabel de Perón, quien ordenó a las Fuerzas Armada actuar hasta su “aniquilación”. Ya antes Perón echó de la plaza de Mayo a esos jóvenes idealistas (¿?) que pretendían derrocar al gobierno legítimamente constituido y reemplazarlo por una dictadura al estilo de la Cuba de los hermanos Castro. Entonces se inició la represión y la lucha entre los dos demonios, que cometieron, entre ambos bandos, excesos que no pueden menos que repudiarse. Así, asesinaron entre otros al ingeniero José María Paz, al coronel Viola y su hijita, a Rucci, o al coronel Larrabure, después de secuestrarlo y tenerlo en condiciones infrahumanas. Ninguno de ellos actuó en la represión. Recordemos a los conscriptos que murieron defendiendo el cuartel de Formosa. Sólo se habla de los guerrilleros muertos y desaparecidos, con el número de 30.000, aunque la Conadep, que fue imparcial, habla de menos de 9000. Se habla del dolor de sus familiares ¿es que no hay también dolor en los familiares del otro bando? Los familiares de muertos y desaparecidos de la guerrilla, fueron indemnizados por cifras millonarias. A los otros, nada. ¿Esto es justicia? Todavía hay militares presos sin enjuiciamiento ni sentencia, y a muchos de ellos, mayores de 70 años, se le niega la prisión domiciliaria. Si seguimos así, contribuiremos a esa brecha que por muchos motivos divide a la Argentina.

Roberto Martínez Zavalía (padre) 
Santa Fe 148 
San Miguel de Tucumán

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