Manguel: “la Biblioteca Nacional es porteña y debe dejar de serlo”

El pensador expondrá hoy en un ciclo abierto al público. “Podemos contribuir a mejorar el mundo por medio de la cultura”, destacó.

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17 Marzo 2017

Discípulo y divulgador de Jorge Luis Borges en el extranjero, Alberto Manguel volvió a la Argentina para sentarse en la silla que su maestro ocupó en la Biblioteca Nacional. Por teléfono, Manguel suena resuelto a hacer honor a la Dirección que le entregó el Gobierno de Mauricio Macri. A LA GACETA dice que uno de los propósitos de su gestión es ampliar la influencia de la institución más allá de la avenida General Paz y que por ello hoy aterrizará en Tucumán, donde participará en “Cultura y Libertad”, ciclo organizado por la Fundación Federalismo y Libertad (se informa por separado). En ese ámbito, Manguel tiene previsto explayarse sobre la idea de una biblioteca que es la memoria de los lectores y el espejo de la sociedad.

“Pienso en la Biblioteca Nacional como una posible fuente de educación ética: toda sociedad tiene que definirse por un código común de conducta que permita a sus miembros vivir juntos. Pero es muy difícil para un ciudadano en cualquier parte y, sobre todo, en nuestro tiempo, saber cómo debe comportarse: los ejemplos públicos no son los mejores. Frente a la injusticia, frente a la corrupción, frente a la mentira, ¿cómo actúa o debe actuar el ciudadano?”, interroga.

- ¿Usted tiene una respuesta?

- No, por supuesto. Pero sí creo que la Biblioteca Nacional debe proporcionar ejemplos de conducta y documentos que permitan al ciudadano comprender su tiempo. No basta con una reacción impulsiva, partidaria, sectaria y emocional: tenemos que entender lo que está sucediendo en el país, lo que sucedió y lo que puede suceder, y, frente a eso, elaborar un juicio y una acción.

-¿La Biblioteca Nacional es federal?

-Tiene que serlo. Es lo primero que me propuse cuando acepté el cargo. La Biblioteca Nacional es ahora una biblioteca porteña y debe dejar atrás esa condición. Por eso estoy recorriendo el país y en Tucumán, por ejemplo, me encontraré con las autoridades provinciales. Vamos a entablar un diálogo para determinar qué servicios puede prestar la Biblioteca Nacional.

- ¿Trae alguna propuesta al respecto?

- Hay ciertas cosas que podemos hacer, como compartir colecciones digitales y especialistas, y hacer investigaciones conjuntas. Pero son las bibliotecas provinciales las que tienen que decirnos a nosotros qué es lo que necesitan.

- ¿Cuál es su percepción o diagnóstico sobre el estado de las bibliotecas públicas argentinas?

- Todos sabemos que somos un país donde la cultura no tiene el apoyo que merece y que debiera tener. A la cultura no se la fomenta ni se la aprecia como es debido. Tenemos por fortuna un ministro de Cultura, Pablo Avelluto, que es un apasionado y que apoya todos nuestros planes. Pero esto no quiere decir que dispongamos de dinero. Estamos en una crisis económica: las instituciones culturales trabajamos con presupuestos reducidos. Tenemos que encontrar estrategias para mantener lo que tenemos y concretar nuevos proyectos. Es, por supuesto, una tarea ardua.

- ¿En esa estrategia se inscribe la iniciativa de donaciones privadas que le permitió adquirir los libros de Silvina Ocampo y de Adolfo Bioy Casares?

- Como no tenemos dinero para adquisiciones ni para máquinas ni para servicios imprescindibles, estoy recurriendo a la ayuda de empresas y de ciudadanos. De este modo nos proponemos conservar manuscritos y poner en condiciones nuestro servicio para no videntes. Son cosas absolutamente necesarias.

- Usted llevaba en el exterior una vida de lecturas, escrituras y conferencias. ¿Por qué dejar esa tranquilidad y volver a Argentina a dedicarse a convencer a la gente sobre la necesidad de apostar por la cultura?

- A veces, en momentos de desesperación a la mitad de la noche, cuando estoy apabullado por dificultades burocráticas y obstáculos de todo tipo, ¡me pregunto justamente eso! Pero pienso que este proyecto es tan extraordinario... Una Biblioteca Nacional es fundamental para una sociedad un poco civilizada. Por eso digo que debemos apoyarla, y que tenemos que contribuir a tratar de imaginar un mundo mejor, donde haya una cierta ética, y menos injusticia y sufrimiento. Creo que podemos lograrlo por medio de la cultura.

- Imagino que su relación con Borges incidió en su decisión de abandonar la vida apacible que había conquistado...

- Es una forma de redondear las cosas. Cuando era adolescente yo buscaba a Borges de su oficina en la calle México (donde estaba la sede de la Biblioteca) y ahora me encuentro en su posición en este nuevo edificio: la vuelta es un poco irónica por la desproporción que existe entre Borges y yo, pero, para mí, redondea mi historia y hace que mi último capítulo acabe donde comenzó el primero.

- Usted sucedió a Horacio González, intelectual orgánico con gran presencia en la gestión política anterior por medio de Carta Abierta. ¿Cuál es su relación con ese pasado?

- La Biblioteca Nacional tiene una larga historia que comienza con Mariano Moreno. Cada director tuvo su visión y supongo que actuó con la mejor intención. Pero cada una de esas administraciones fue distinta: hay diferencias entre la de Paul Groussac y la de Borges. Cuando asumí quise poner en práctica una serie de ideas que había desarrollado sobre la función social de la lectura y estoy en ese empeño, que no es mejor ni peor que lo que había.

- Pero la transición entre González y usted no pareció traumática. ¿Es correcto verla así?

- Espero que así sea. Sería trágicamente irónico que un lugar de diálogo se oponga a él. Una biblioteca es justamente un espacio de búsqueda intelectual y de apertura a las ideas, y yo espero no traicionar esa identidad de la Biblioteca Nacional.

- ¿Cómo se la imagina en 100 años? Se está convirtiendo en un lugar utópico...

- Lo utópico es el resto: la Biblioteca es el lugar más real y concreto de la sociedad. Porque es el lugar de nuestra experiencia y memoria, de lo que creemos y sabemos que somos, de lo que recordamos, de lo que queremos saber hacia el futuro: todo está allí. Y si no está allí, no está en ninguna parte. Una sociedad que no tuviese una biblioteca sería una sociedad muerta. Dante (Alighieri) da a las almas del infierno el don de la palabra porque entiende que somos criaturas hechas de lenguaje. ¡Lo imaginario son los bancos! El dinero no existe: es un símbolo, un pedazo de papel que suponemos que representa algún tipo de valor. En cambio, Don Quijote, Hamlet y la Caperucita Roja son reales.


FORO
INTELECTUALES Y PERIODISTAS EN UN ENCUENTRO sobre CULTURA Y LIBERTAD
Alberto Manguel, director de la Biblioteca Nacional; Manuel Mora y Araujo, analista político; Guillermo Lousteau Heguy, director del Interamerican Institute for Democracia; Nicolás Lucca, periodista y subeditor de la revista Noticias; el escritor Marcelo Gioffré; Carlo Mercurelli, magister de Historia e Irene Benito, periodista de LA GACETA, participarán hoy de la 5ª edición de “Cultura y libertad”. La actividad, con entrada libre y organizada por la Fundación Federalismo y Libertad, comenzará a 18.30 en el hotel Sheraton (avenida Soldati y Haití).

Foro
Intelectuales y periodistas en un encuentro sobre cultura y libertad 

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Alberto Manguel, director de la Biblioteca Nacional; Manuel Mora y Araujo, analista político; Guillermo Lousteau Heguy, director del Interamerican Institute for Democracia; Nicolás Lucca, periodista y subeditor de la revista Noticias; el escritor Marcelo Gioffré; Carlo Mercurelli, magister de Historia e Irene Benito, periodista de LA GACETA, participarán hoy de la 5ª edición de “Cultura y libertad”. La actividad, con entrada libre y organizada por la Fundación Federalismo y Libertad, comenzará a 18.30 en el hotel Sheraton (avenida Soldati y Haití).

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