Nixon y su boicot a la paz con Vietnam en 1968

06 Enero 2017
Peter Baker/The New York Times

Richard M. Nixon
le dijo a un asesor que deberían encontrar la forma de, secretamente, “meterle zancadilla” a los diálogos de paz en Vietnam en los últimos días de la campaña presidencial de 1968 por temor a que los avances para terminar la guerra pudieran afectar sus posibilidades de llegar a la presidencia, según notas recién descubiertas.

En una conversación telefónica con H.R. Haldeman, quien sería el jefe del gabinete en la Casa Blanca, Nixon le dio instrucciones para que un intermediario amigable debería seguir “trabajando” con los dirigentes survietnamitas para persuadirlos de que no llegaran a ningún acuerdo antes de las elecciones, según las notas que tomó Haldeman.

El esfuerzo clandestino del equipo de campaña de Nixon para obstaculizar la iniciativa de paz del entonces presidente Lyndon B. Johnson ese otoño, ha sido, de tiempo atrás, fuente de controversia y erudición. Ha surgido amplia evidencia que documenta la participación del equipo de campaña de Nixon. Sin embargo, las notas de Haldeman parecen confirmar sospechas que vienen de largo en cuanto a que el propio Nixon estuvo directamente involucrado, aunque lo negara después.

“En realidad no hay duda de que se trató de un paso más allá de las maniobras políticas normales para interferir en las negociaciones de paz en curso, dado lo que estaba en juego con todas las vidas”, notó John A. Farrell, quien descubrió las notas en la Biblioteca Presidencial Richard Nixon, donde ha trabajado para la biografía “Richard Nixon: The Life” que publicará Doubleday en marzo. “Potencialmente, esto es peor que cualquier cosa que haya hecho en Watergate”.

Farrell, en un artículo publicado en “The New York Times Sunday Review” el fin de semana, resalta las notas de Haldeman, junto con muchas de las excesivas negativas de Nixon sobre cualquier esfuerzo por obstaculizar el proceso de paz antes de las elecciones.

Su descubrimiento, según diversos historiadores que han escrito libros sobre Nixon y llevado a cabo extensas investigaciones de sus documentos, finalmente valida lo que, en gran medida, se había conjeturado.

Si bien Watergate la había eclipsado, la intervención de Nixon en las conversaciones de paz durante la campaña electoral ha cautivado a los historiadores durante años. A veces parecida a una cinta de suspenso de Hollywood, la historia involucra a personajes coloridos, enlaces secretos, rivalidades irreconciliables, y muchas mentiras y espionaje. Que haya cambiado el curso de la historia es algo que sigue abierto al debate, pero como pocas cosas, encapsuló el enfoque del casi todo se vale que caracterizó a la política de Estados Unidos en esa época.

En tanto el candidato republicano en 1968, Nixon estaba convencido de que Johnson, un demócrata que decidió no buscar la reelección, trataba deliberadamente de sabotear su campaña con un esfuerzo de paz políticamente motivado, cuyo propósito era reforzar la candidatura de su vicepresidente, Hubert H. Humphrey. Su suspicacia era comprensible y al menos uno de los asesores de Johnson reconoció después que estaban ansiosos por hacer progresos antes de las elecciones para ayudar a Humphrey.

Durante gran parte de la campaña, el equipo de Nixon mantuvo un canal secreto con los survietnamitas por medio de Anna Chennault, la viuda de Claire Lee Chennault, el dirigente de los Tigres Voladores en China durante la Segunda Guerra Mundial. Anna Chennault se había convertido en prominente recaudadora de fondos para los republicanos y anfitriona en Washington.

Nixon se reunió con Anna Chennault y con el embajador survietnamita a principios de año para aclarar que ella era la “única representante” de la campaña ante el gobierno de Saigón. Sin embargo, no se sabe con certeza si él sabía lo que vendría después. Ella fue el conducto para exhortar a los survietnamitas a resistir las solicitudes de Johnson para integrarse a las conversaciones de París y esperarse a un mejor acuerdo con Nixon. En un momento dado, ella le dijo al embajador que tenía un mensaje de “su jefe”: “Espérense, vamos a ganar”.

Al enterarse de esto a través de escuchas y vigilancia, Johnson se quedó lívido. Ordenó más micrófonos ocultos y, en privado, se quejó de que el comportamiento de Nixon equivalía a una “traición”. Sin embargo, a falta de evidencia contundente de que Nixon estaba directamente involucrado, Johnson optó por no hacerlo público.

Las notas de Farrell que se encontraron corresponden a una llamada telefónica del 22 de octubre de 1968, cuando Johnson se preparaba para ordenar una pausa en los bombardeos para promover las conversaciones de paz en París. Garabateando lo que Nixon le estaba diciendo, Haldeman escribió: “Mantener a Anna Chennault trabajando en VS” o Vietnam del Sur.

Un poco después, escribió que Nixon quería que el senador Everett Dirksen, republicano por Illinois, le hablara al presidente y denunciara la pausa en los bombardeos. “¿Alguna otra forma de meter zancadilla?”, escribió Haldeman. “Cualquier cosa que puede hacer RN”.

Confirmar sospechas

Nixon agregó después que Spiro T. Agnew, su compañero de fórmula para la vicepresidencia, debería contactar a Richard Helms, el director de la CIA, y amenazar con no mantenerlo en el cargo en un nuevo gobierno, si no proporcionaba más información interna. “Ir a ver a Helms”, escribió Haldeman. “Decirle que queremos la verdad; o no tiene el empleo”.

Tras dejar el cargo, Nixon negó saber de los mensajes que Anna Chennault le dio al embajador survietnamita a finales de la campaña de 1968, a pesar de las pruebas de que ella había estado en contacto con John N. Mitchell, el coordinador de la campaña de Nixon y después fiscal general.

Otros estudiosos de Nixon calificaron de avance al descubrimiento de Farrell. Robert Dallek, un autor de libros sobre Nixon y Johnson, dijo que las notas “parecen confirmar las sospechas” sobre la participación de Nixon con la que violó una ley federal. Hasta Thomas, el autor de “Being Nixon”, dijo que Farrell “había precisado aquello de lo que se ha hablado durante mucho tiempo”.

Ken Hughes, un investigador en el Centro Miller de la Universidad de Virginia, quien publicó “Chasing Shadows” en 2014, sobre el incidente, dijo que Farrell había encontrado la prueba irrefutable. “Parece ser la pieza del rompecabezas que faltaba en el asunto Chennault”, dijo Hughes. Las notas “muestran que Nixon cometió un delito para ganar las elecciones presidenciales”.

No obstante, por tentadoras que sean, las notas no revelan qué hizo, de hecho, Haldeman sobre las instrucciones y no está claro que a los survietnamitas hubiera que decirles que no se integraran a las conversaciones que ya consideraban desventajosas.

Más aún, no se puede decir definitivamente si se hubiese podido llegar al acuerdo de paz sin la intervención de Nixon o que hubiera ayudado a Humphrey. William P. Bindy, un asesor en relaciones exteriores de Johnson y de John F. Kennedy, y que fue muy crítico de Nixon, concluyó, no obstante, que las posibilidades del acuerdo de paz eran muy reducidas de cualquier forma, así es que “probablemente no se perdió ninguna gran oportunidad”.

Luke A. Nichter, un académico de la Universidad A&M de Texas y uno de los principales estudiosos de las grabaciones de las cintas secretas de la Casa Blanca de Nixon, dijo que le gusta bastante el libro de Farrell, pero no está de acuerdo en las conclusiones sobre las notas de Haldeman. Desde su punto de vista, no prueban nada nuevo y son demasiado raquíticas para sacar conclusiones más generales.

“Debido a que sabotear los esfuerzos de paz de 1968 parece algo que Nixon haría, estamos dispuestos a aceptar parámetros muy bajos en las evidencias sobre eso”, comentó Nichter.

Una interrogante abierta es si, de haber tenido la prueba de la participación personal de Nixon, Johnson lo habría hecho público antes de las elecciones.

Tom Johnson, quien tomaba notas en las reuniones sobre este incidente en la Casa Blanca, dijo que el presidente consideró que las acciones del equipo de campaña de Nixon habían sido traicioneras, aunque no se estableció ningún vínculo directo con él hasta el descubrimiento de Farrell.

“Es mi muy personal punto de vista que la revelación de las acciones de la señora Chennault, sancionadas por Nixon, habría sido tan explosiva y dañina para la campaña de Nixon en 1968 que se habría elegido presidente a Hubert Humphrey”, comentó Tom Johnson, quien se convirtió en el editor de The Los Angeles Times y después en director ejecutivo de CNN.

Farrell encontró las notas, en medio de documentos que la Biblioteca de Nixon hizo públicos en julio del 2007, cuando los regresó la sucesión de Nixon.

Timothy Naftali, un exdirector de la Biblioteca de Nixon, dijo que las notas “quitan la hoja de higo a la negación plausible” de la participación del expresidente. El incidente establecería el tono del gobierno que seguiría.

“Esta acción encubierta del equipo de campaña de Nixon”, notó, “sentó las bases para los embustes de su presidencia”.

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