Estar dispuesto a perder

Estar dispuesto a perder

Por Santiago Garmendia, profesor de Filosofía.

04 Enero 2017
La familia semántica de “diálogo” es muy numerosa. A diferencia de otros fenómenos del lenguaje como la tribuna, la clase magistral o el chamuyo, el diálogo supone confrontar posturas y estar dispuesto a perder. Dicho de una forma algo poética: es un paseo incierto, en el sentido de que ninguno de los participantes puede saber de antemano el lugar a donde pueden llegar. Y es transformador en la medida en que, como dice H.G. Gadamer, los interlocutores no son exactamente los mismos cuando se separan después de un diálogo genuino.

Todo muy lindo. El problema es que tenemos miedo al trastorno que supone el disenso. Es ineludible la referencia a Paul Grice, filósofo del lenguaje que ha planteado una famosa serie de máximas conversacionales, es decir, principios de cooperación para que el diálogo se sustancie, que se pueden resumir (un poco ferozmente), como la obligación de ser completos, precisos, veraces y relevantes al hablar. Veamos un ejemplo ilustrativo que se encuentra en los comentarios del diario, al pie de una noticia sobre el caso Milagro Sala:

Comentario: Es una clara persecución política, si es porque robó plata, muchos más deberían estar presos. Por ejemplo, los gobernadores de Tuculandia, de Salta la linda, ¿o ellos son santitos? Los delegados comunales, los intendentes… ¿o me van a venir con que ellos no se afanaron nada?

Respuesta: Andá a llorarle a magoya...

Salta a la vista que Gadamer y Grice no han hecho mella en nuestra forma de opinar. Pero el panorama es peor. El propio pensar es sopesar posturas diferentes. Perder la conversación enriquecedora empobrece nuestra propia capacidad de reflexionar. Sostengamos que pensar, como decía Platón, es un diálogo interno, y que la decisión moral implica una deliberación. Teniendo en cuenta que el comentario reproducido es una muestra bastante representativa de nuestra actitud hacia el disenso, entonces nuestras reflexiones internas parecen tender hacia la siguiente forma (perdón Collodi):

Pinocho: ¿Debo decir la verdad a Gepetto?

Pepe Grillo: ¡que se vaya a llorarle a magoya!

Tamaño texto
Comentarios
Comentarios