La creación del Parque Nacional Aconquija

La creación del Parque Nacional Aconquija

En momentos en que el cuidado del medio ambiente no pasa por sus mejores momentos en el mundo y que la Organización de Naciones Unidas viene haciendo constantes llamamientos a preservarlo, el reciente anuncio de la creación del Parque Nacional Aconquija es una gran noticia. De materializarse el proyecto, se concretará la idea que Miguel Lillo (1862-1931) tuvo en 1914, año del centenario de la declaración de la Independencia, de establecer el área protegida al sur de Tucumán porque allí se hallaba la vegetación forestal más exuberante del país y las posibilidades máximas de proteger la copiosa vegetación selvática y las principales cuencas hídricas de la provincia.

El parque tendrá inicialmente una extensión de 77.000 hectáreas y para ello se adquirirán campos hacia el norte y hacia el sur del parque Nacional Los Alisos. El sistema montañoso del Aconquija es una división natural entre Tucumán y Catamarca; alberga alrededor de 2.000 especies de plantas y varios tipos de vegetación: bosques piedemontanos, templados, arbustales y pastizales de neblina, pastizales altoandinos, selvas húmedas subtropicales y estepas arbustivas de la Prepuna. Hay felinos, osos meleros, pecaríes, guanacos y tarucas, entre otros mamíferos. Los Alisos contiene numerosos sitios arqueológicos, entre ellos, La Ciudacita, a más de 4.000 metros sobre el nivel del mar.

Para nuestra provincia será un gran desafío por diversos motivos, principalmente por la tala indiscriminada que se viene realizando desde hace años. Según la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación, entre 1998 y 2002, Tucumán perdió 22.171 hectáreas por desmonte. La Unidad de Manejo del Sistema de Evaluación Forestal de la Dirección de Bosques de la Nación señaló que entre 2006 y 2011, fueron arrasadas otras 25.333 hectáreas de bosques nativos, bosques en galería, bosques bajos, bosques abiertos y arbustales. Consignó que los departamentos más castigados fueron Graneros (12.110 ha), La Cocha (4.900 ha), Burruyacu (2.744 ha), Simoca (2.246 ha) y Cruz Alta (958).

Los especialistas en medio ambiente aseguraban en 2006 que había por lo menos un millón de hectáreas degradadas en la provincia. A ello había que sumarle que sólo el 18% de la superficie del territorio estaba cubierto por bosques. Advertían que la deforestación impide la filtración del agua en el suelo durante las grandes tormentas y ello podía provocar desastres. En un estudio de la Organización para la Agricultura y la Alimentación, se aseguraba entonces que un territorio con menos del 25 % de cobertura vegetal corría grandes peligros ambientales.

Justamente, el desmonte figura entre las principales causas de las inundaciones de 2015 en el sur de la provincia, pese a que Tucumán cuenta con la ley provincial N° 8.304 referida al “Ordenamiento Territorial de Bosques Nativos”, sancionada en junio de 2010 y reglamentada en 2013.

La creación de este nuevo parque nacional que nos enorgullece, debería llevarnos a preguntar que está dispuesto a hacer el Estado provincial para mantenerlo y protegerlo, aplicando además la ley con todo rigor. Las cifras difundidas oportunamente por organismos nacionales son contundentes: 47.504 hectáreas desmontadas en nueve años. Estos datos seguramente no hubiesen puesto de buen humor al sabio Lillo.

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