Haga el humor con amor

Haga el humor con amor

22 Diciembre 2016

Alberto Calliera - Humorista

Mucho se ha debatido sobre si el humor debe o no tener límites. Hace varios años se hizo en Tucumán un interesante debate sobre este tema. La conclusión unánime entre los participantes, entre los cuales se encontraba Santiago Varela (el último libretista de Tato Bores), fue que sí, que debe tener límites.

Hay temas o situaciones en las cuales el humor debe o debería hacer un paso al costado y un respetuoso silencio. Los más evidentes son el terrorismo, la pedofilia, los campos de concentración y las creencias religiosas, entre otros.

El objetivo del verdadero humor es despertar una sonrisa y, si es posible, despertar también algunas neuronas. Por eso creo que no se debe festejar y menos aún tolerar el episodio de la amenaza de bomba en el aeropuerto. El autor, espero que inconscientemente, ha perjudicado a muchas personas, y esperemos que se disculpe como corresponde. La conclusión sería: haga el humor con amor.

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"Las bromas no son para cualquiera"

El humorista Miguel Martín recuerda, entre otras, dos anécdotas de consecuencias casi catastróficas durante su carrera.

Se quedó sin trabajo

La primera, y más grave, fue luego de un show privado que ofreció para una empresa, en San Javier. Uno de los empleados le acercó un dato clave del humor interno de compañía: el gerente tenía debilidad por la cama solar. “Entonces estaba el Oficial Gordillo hablando tonteras y salta el tema de que el jefe tomaba mucha cama solar”, recuerda Martín. El auditorio estalló en carcajadas, pero el silencio y la seriedad se instalaron en el rostro anaranjado del gerente. “Estaba desfigurao de la calentura”, describe el humorista. Terminado el show, el gerente se acercó a Martín, todavía vestido del Oficial Gordillo, y le preguntó quién le había dicho lo de la cama solar. Él le dijo la verdad. “Resulta que al tiempo me lo encuentro al tipo en la calle y le pregunto cómo terminó la cosa ahí. Me dijo que ya no trabajaba en la empresa”, recuerda con una risa algo culposa.

Ofendido con Gordillo

La segunda anécdota le confirmó que no todo el mundo tiene sentido del humor. Ocurrió en Mendoza, en su debut en esa ciudad cuyana. Otra vez, el culpable fue el Oficial Gordillo. “Empecé con el monólogo del lenguaje policial y resulta que en el público, que eran todos empleados bancarios, había un policía. Mientras hablaba escuchaba cómo me insultaba, decía que me burlaba de su trabajo, que me iba a agarrar a trompadas. Lo tuvo que tranquilizar la mujer, que se mataba de risa, porque él estaba sacado. No, las bromas no son para cualquiera”, asiente Martín.

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