Canciones de fe y devoción en tierra bandeña

Canciones de fe y devoción en tierra bandeña

¿Cómo es una jornada de evangelización carismática? ¿Cómo actúa un “cura sanador”? La respuesta está en Banda del Río Salí

LA GACETA / FOTO DE DIEGO ARÁOZ LA GACETA / FOTO DE DIEGO ARÁOZ
13 Noviembre 2016

1- Sheila

“Mamá, de acá voy a salir sana”, le dijo Sheila Rivadeneira a Anahí. Sheila usa barbijo y luce un abrigo tejido celeste. El de su hermanita, Valentina, es rosa. Anahí sostiene a Sheila sobre la rodilla izquierda y apenas comienza a narrar la historia familiar se le escapan las lágrimas. “Esto empezó hace tres años, cuando le diagnosticaron distrofia muscular degenerativa. Ya le afectó varios órganos. Pasamos por todos los tratamientos. Con ocho años, Sheila pesa 16 kilos, tiene desnutrición de grado tres. Debe usar morfina para soportar los dolores y dejó de ir a la escuela”, cuenta Anahí. Y confiesa que fue Sheila la que las impulsó a acercarse al padre Darío Betancourt. “La fe que ella tiene nos va a sacar de esto”, sostiene.

2- Todo empezó en Córdoba

Las multitudinarias jornadas de evangelización que encabeza el padre Betancourt no son una novedad en Tucumán. Pasó por la cancha de Atlético y por el Palacio de los Deportes en visitas anteriores. Pero este nuevo desembarco luce más artesanal, más hecho a pulmón. Será por el escenario elegido -el predio del ingenio San Juan-, será porque detrás del esfuerzo está la congregación de San Francisco Solano, cuyo párroco (Abel Álvarez) firmó el pedido de autorización al arzobispado. Será porque detrás hay una mujer, Sara Díaz, quien acuñó este sueño cuando vio a Betancourt en febrero pasado en Villa Rumipal (Córdoba). Volveremos con Sara.

3- Corazón bandeño

Hay mucho espíritu de pueblo en esta convocatoria. Los vecinos van llegando de a poco, hay quienes traen los equipos de mate, las vituallas, algún banquito. En el escenario dos banners gigantes no dejan dudas sobre el aporte del dueño de casa. “Municipalidad de Banda del Río Salí-Intendente Darío Monteros”, se lee. “Puso el predio, el escenario, el sonido, la limpieza, la policía de tránsito, los vigías ciudadanos... No tenemos más que agradecimiento”, apunta Delfina Núñez Escobar. “Soy de logística”, indica, porque así de ordenados están los ministerios de San Francisco Solano. Cada cual con su pechera y su función. Los servidores, de rosa, son casi todos jovencitos. Chicos.

4- Con ustedes...

Darío Betancourt, colombiano, 77 años, sacerdote desde 1964. “Cura sanador”, lo que no quiere decir que tenga algún poder especial, como se encarga de aclarar en cada entrevista. Aunque no le gusta mucho la prensa. Llegó a decir que el periodismo es el diablo mismo. “Lo de él es una intercesión”, explica Miguel Lobo, otro de los laicos de San Francisco Solano involucrados en la organización. Betancourt no cura, es Dios el que actúa a través de sus manos, de su palabra, añade Lobo. La definición no impide que se considere milagroso a Betancourt, al que se le adjudica la resurrección de una niña.

5- Esperanzas

Mientras fluye la catequesis hay familias que se acomodan al costado del escenario. Desde Trancas llegaron los Barrionuevo, con dos chicos que sufren convulsiones. Facundo Rivas padece problemas con el habla y mamá Ester lo mantiene cerca de la escalera que conduce al altar. Luciano Osores está en silla de ruedas, porque sufre hemofilia y sus padres -Daniel y Analía- temen que pueda golpearse durante algún tumulto. Todos aguardan una bendición de Betancourt, una imposición de manos, una oración. Al menos una caricia. No es sencillo, porque...



6- La explosión

...Betancourt decide lanzarse a recorrer el predio a pie y es una minirrevolución. Ni los policías ni los vigías ciudadanos ni la custodia alcanzan para frenar la avalancha. Los fieles se arrojan sobre él, intentan rozarlo, captar su atención. Imposible. Betancourt no pierde la sonrisa, pero se ve obligado a refugiarse en el escenario. Ya no volverá a intentarlo y mucho menos a la hora de la misa, cuando la tarde cae y el público está a tope. Sería una aventura de alto riesgo.

7- Como un show de la fe

“Ahí está bajando el Espíritu Santo”, dice Betancourt. Lo que flota es un dron. “Bienvenido y grabe para anunciar la palabra de Dios, si no se larga de aquí”, le advierte. Risas y aplausos. “¿Me alcanzan una Biblia? Esa no, la grande... Uh, me la robaron. Es que acá debe andar algún colombiano”. Más risas y más aplausos. “Ahora vamos a hacer una danza para alabar al Señor... A ver, de los seminaristas, ¿quién es el más alto y el más bello?” Carcajadas. “El padre Betancourt tiene prohibida la entrada a la diócesis de Morón. A mí el sacerdote no me gusta, su estilo... Él estudió teatro, y creo que cataliza su actuación”, explicaba, hace tiempo, el fallecido monseñor Justo Laguna. Salta a la vista que el componente histriónico es clave en la construcción de la catequesis que ensaya Betancourt, un eximio conductor de multitudes desde su gestualidad y las inflexiones de la voz. La Renovación Carismática Católica se nutrió de esos elementos desde su nacimiento y Betancourt emplea los recursos a pleno. Con su edad y su condición física -le falta un riñón- exhibe una vitalidad impactante.

8- Entonces, Sara...

Al principio no quiere hablar, así que delega el protagonismo en sus compañeros de la parroquia. Pero ella es alma máter del proyecto, gestora, se la ve en todos lados. ¿Por qué? Más tarde, en un aparte sobre el escenario, Sara se abre y es un momento conmovedor. Cuenta que su hija, Agustina, había sufrido un accidente y que en el Hospital de Niños la daban por desahuciada. Hasta que una noche, dice Sara, encontró a Jesús. Ahí, junto a la cama en la que Agustina agonizaba. La nena se salvó, hoy tiene 13 años. Sara se mira las manos, que están vacías y limpias. “No tengo nada pero... entrego todo”, susurra, con las palmas hacia arriba. La mirada de Sara vale todo lo que hay alrededor.

9- En situación

Hay un stand que vende los libros del padre Betancourt (cuyos precios van de $80 a $100). Hay puestos que ofrecen milanesas ($ 40), gaseosas, pizzetas y empanadas ($100 la docena). Hay toda clase de productos de panadería. Hay remeras ($150) e imanes para la heladera ($30), siempre con la cara del padre Betancourt. Hay achilatas al paso ($10 y $20). Hay seis baños químicos. Y flota bajo el gris de la tarde el omnipresente aroma del bagazo, entre ácido y dulzón, ese que invade el resto de la ciudad cada vez que el viento sopla desde el este.

10- El pensamiento

Al padre Betancourt le cayó bien la victoria de Donald Trump. Lo prefería antes que a Hillary Clinton. Más tarde, en plena catequesis, afirmará que un médico amigo le dijo que muchos casos de cáncer de mama y de útero se deben a los abortos.

11- Ellas y ellos

Rezan con los brazos en alto, de rodillas, entre lágrimas. Se abrazan. Hay quien se desmaya de la emoción. Silenciosas, María Sotelo y su hija caminan con fotos entre las manos. “Este es mi sobrino, Franco -dice María-. Tiene 21 años y está perdido por el paco. Quise traerlo, pero es rebelde”. Entonces levanta la foto, para que Betancourt la vea.

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