La bandera de Oscar Darío Molina sintetiza dos de sus amores: Atlético Tucumán y Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota. Se trata de un metro cuadrado de tela tafeta blanca, con las letras “D” y “K” en color celeste, cosidas de modo tal que emulan el logo de la banda de rock, y con una corona de tela amarilla sobre las letras.
“La hice hace unos días, cuando me enteré de los problemas con los fuegos artificiales y las bengalas. Entonces la gente decía que iban a hacer muchas banderas de esas, individuales, para un ‘banderazo’. Y como aparte me gustan mucho los Redondos, quise hacer esta”, explica el joven, de 36 años.
Su bandera nació casi al mismo tiempo en que la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) confirmaba la participación de Atlético en la fase inicial de la edición del año que viene de la Copa Libertadores. Y en ese sentido, Oscar ya la ve flameando en los estadios de los otros equipos del continente, que les toque enfrentarse con el “Deca”. “La veo en Brasil, en Perú, en cualquier lado. Voy, como tiene que ser”, dice. Y precisa que no se trata de una arenga demagoga, para el grabador de LG Deportiva. “Ya lo hablé en mi casa, con mi familia. Voy sí o sí. Sólo resta arreglar el tema del trabajo, que seguro se complicará porque estos partidos suelen jugarse los días miércoles. Estaremos donde tengamos que estar”, promete. Y añade que al menos ese “trapo” lo acompañará en esos viajes. “Quizá haga alguna otra, que mencione mi lugar, Lules. Al menos esta seguro va”.
Según contó, hace dos décadas que va a la cancha cada vez que Atlético juega en el “Monumental”. “Los días que no puedo venir se debe a alguna situación extraordinaria”, explica. Admite que no se imaginaba vivir el momento que está atravesando con el club de sus amores. “No puedo creerlo, pero bienvenido sea. Este es el premio al aguante, no sólo mío, sino de toda esta gente”, asegura.
Al cierre de la charla con LG Deportiva, que se dio mientras Oscar hacía la fila el martes para ingresar al estadio, se emociona al pensar en que en breve podrá llevar a su hijo, Ian (2 años y medio) a ver a grandes equipos del continente: “tan chiquito y ya verá jugar al ‘Decano’ una Copa Libertadores... no puedo creerlo”.