Prisioneros del rugby

Un penal de máxima seguridad logró bajar los índices de reincidencia formando un equipo de rugby.

ADENTRO Y AFUERA. Los Espartanos recibieron la visita de varios equipos, y también salieron a jugar amistosos en clubes de Buenos Aires. gentileza Fundación Espartanos ADENTRO Y AFUERA. Los Espartanos recibieron la visita de varios equipos, y también salieron a jugar amistosos en clubes de Buenos Aires. gentileza Fundación Espartanos
08 Noviembre 2016
A lo largo de los años que lleva funcionando Espartanos se tejieron muchas historias fuertes de redención. Una de ellas es la de Jonathan, quien conoció a su hijo en cancha de Newman. “Él cayó preso estando la mujer embarazada. Pero Jonathan no quería que su hijo lo conociera en la cárcel, así que le pidió a su mujer que no lo llevara. La ocasión se dio más adelante, cuando invitaron a los Espartanos a jugar en cancha de Newman. Ahí, Jonathan conoció a Santino. Y durante el partido, a cada rato pedía permiso para salir de la cancha e ir a abrazarse con su hijo. Hace unos meses pasó lo mismo en un amistoso con San Andrés. Al escuchar la historia, el presidente de ese club hizo pasar a Santino al escenario durante el tercer tiempo, le regaló una camiseta de San Andrés y le dijo: esta camiseta es para tu papá. Tu tarea es cuidarla para ponérsela el día en que él salga en libertad”, señaló Oderigo.

El perdón de Jesús

Otra de las historias tiene como protagonista a a Jesús, autodenominado “el hombre tackle”. Así lo cuenta Oderigo: “este chico le robaba siempre al mismo comerciante, al punto de que ya ni lo asaltaba: el tipo directamente lo esperaba con la plata separada y Jesús la pasaba a buscar. Un día, Jesús cayó preso por otro delito y para el comerciante fue la mejor noticia del mundo. Estando adentro, Jesús se unió a los Espartanos y entendió todo el mal que había hecho. Así que años después, cuando recuperó la libertad, fue a verlo a este comerciante. Al principio tuvo miedo y pasó de largo, pero después volvió y lo encaró. Imaginate la cara del tipo cuando lo vio entrar. Pero Jesús le dijo: ‘vengo a pedirte disculpas por todo el daño que te hice a vos y a toda tu familia. Honestamente, la plata que te robé no la tengo y no te la puedo devolver ni aunque trabaje toda la vida. Lo único que puedo darte es un rosario bendecido por el Papa, vengo de verlo en Roma’. Parece que justo entró una señora pidiendo monedas y Jesús, recordando cuando no tenía nada, sacó del bolsillo y le dio unos pesos. La doña le dijo ‘Dios te bendiga’. Y Jesús le contestó: ¿que Dios me bendiga? Tome un rosario, ahora va a tener que rezar usted también”.

En los más de 15 años que trabajó en Tribunales, el abogado penalista Eduardo Oderigo se acostumbró a tratar con personas privadas de su libertad. Sin embargo, fue a partir de aquella visita a la Unidad 48 de San Martín, solicitada por la curiosidad de su amigo y ex Puma José Cilley, que “Coco” Oderigo sintió el clic en su cabeza. Ver a toda esa gente encerrada, contando los días sin objetivos ni motivaciones, generó en él la necesidad de hacer algo. Y lo primero que se le ocurrió fue una locura. “Quiero enseñarles a jugar al rugby”, le dijo al director del penal, que lo miró con expresión de incredulidad. “Acá hay gente violenta, ¿y vos quéres hacer un deporte violento?”, lo interpeló el funcionario. Pero el ex medio scrum del SIC estaba decidido y, luego de explicarle que el rugby podía ser una herramienta de transformación y enseñanza de valores, logró convencerlo. Así nació el proyecto “Espartanos”.

Somos Espartanos

La Unidad 48 es una cárcel de máxima seguridad en la que, como en cualquier otro penal, al respeto hay que ganárselo. “La primera vez fuimos con Santiago Artese (jugador del SIC), y nos dijimos: acá no hay que dudar. Si no somos firmes en lo que decimos, no duramos cinco segundos”. Aquello fue en 2009 y en cada práctica fueron sumándose nuevos reclusos a los entrenamientos de los martes. “El que va por primera vez puede sentir un poco de miedo, sí. Pero si entras desde otro lugar, no desde el temor sino de hacer algo por ellos, lo que nace generalmente es respeto y confianza. Es como que piensan: me vienen a visitar a mí, que hice de todo, a ofrecerme algo bueno. Son agradecidos”, le asegura “Coco” a LG Deportiva.

El equipo no nació con ese nombre, sino que le fue dado por uno de los reclusos. “Le encantaba la película ‘300’, así que en uno de los primeros entrenamientos, dijo: este equipo se tiene que llamar Los Espartanos. Porque no sentimos dolor, no tenemos sufrimiento y le hacemos frente a todo. Y ahí quedó”, cuenta Oderigo.

El logo que los identifica también tiene su historia. “Es un casco de espartano, porque ellos son luchadores. Pero si lo das vuelta, es una paloma que alza vuelo, un símbolo de libertad. Es una imagen fuerte, que te anima a mirar desde otro lado. Depende de vos, de cómo lo quieras ver”, explica.

Los dueños del pabellón

Conforme se fueron sumando nuevos practicantes desde los diferentes pabellones surgió la idea de reunirlos en uno para simplificar la convocatoria. La propuesta fue rechazada por temor a lo que pudiera suceder juntando “evangelistas” (presos de buen comportamiento y volcados a la religión) con otros de máxima seguridad. “Pero le explicamos al director del penal que el rugby forma un espíritu de equipo que une a las personas. Como el tipo ya se estaba por jubilar, lo convencimos de que hiciera este pabellón único. Total, si salía mal, el que iba a tener que hacerse cargo era su sucesor. Así que cuando llegó el nuevo, se le explicó que el pabellón 8 era el de rugby, como si eso hubiera sido desde siempre, je”, relata la picardía “Coco”.

Desde entonces, esa sección de la cárcel es un rincón donde los presos se sienten, otra vez, hombres libres. “Es como una embajada: cuando entrás al pabellón 8 de la Unidad 48 de San Martín ya no estás en una cárcel. Estás en un club de rugby. Así es como lo viven ellos”, completa la idea.

Corderos de Dios

El carnet de socio número 1 de Espartanos Rugby Club le pertenece a un tal Jorge Bergoglio, más conocido Papa Francisco I. Sucede que Damián Donelly y Nicolás Degano, ex jugadores de Pucará y Alumni respectivamente, introdujeron la práctica de rezarle el rosario en grupo a la Virgen del Rugby. Poco después, surgió la idea de enviarle un mensaje al mismísimo Papa, quien no solo lo recibió sino que personalmente los invitó a visitarlo en Roma a través de un video que se puede ver en Youtube. “En el arte de ascender, lo que importa no es no caer, sino no permanecer caído. Y en el rugby, el que se cae y se queda abajo, pierde como en la guerra”, manifestó Francisco en su mensaje.

La audiencia privada tuvo lugar el 28 de octubre del año pasado en la residencia de Santa Marta, donde vive el jefe de la Iglesia Católica. De ella participaron 30 Espartanos, 10 de los cuales ya habían recuperado su libertad. La experiencia fue inolvidable y reforzó la voluntad de cambio de quienes aún debían completar su condena.

“Tuvimos al número 1 a nuestro lado. Tiene un corazón de oro”, destacó un ex capitán de los Espartanos, apodado “Diente”, quien ya es desde hace tiempo un hombre libre de nuevo.

Los nombres de quienes ya salieron en libertad no se publican para evitar la discriminación que podrían sufrir por parte de compañeros de trabajo o clientes en los lugares donde fueron empleados.

El programa Espartanos tiene la colaboración de varias empresas grandes que ofrecen trabajo a convictos rehabilitados.

Hoy en día, ya son más de 400 los presos que son o fueron Espartanos, y los resultados son incuestionables: el índice de reincidencia bajó del 65% a menos del 5%.

“Es importante trabajar en la integración”, reclama Oderigo, y cierra: “podés poner más cámaras y más patrulleros, pero si apuntás directamente a cambiarlos a ellos, eso no va a ser tan necesario. El beneficio es doble, porque cada tipo que recuperás adentro, es un delincuente menos afuera”.

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