Gozan de un lugar destacado en la postal de la zafra tucumana, especialmente en las rutas. Pero más allá de que puedan resultar pintorescas, la mala prensa las acompaña. No son portadoras de buenas noticias. Durante los meses que dura la cosecha y la molienda de la caña de azúcar se convierten en sinónimo de desgracia. O de muerte. Las rastras cañeras cuentan con un largo historial de tragedias. El miércoles pasado, en la ruta N° 307, a la altura de La Ciénaga, cinco kilómetros al oeste de Acheral, una de ellas fue protagonista de un terrible accidente.
Alrededor de las 23.40, un joven de 28 años circulaba en su automóvil en dirección al oeste cuando desde el lado norte de la ruta, salió un camión con un volquete cargado con caña. La rastra aún no se había incorporado del todo en la carretera, y avanzaba de costado y lento hacia el lado este, cuando el joven la embistió a gran velocidad. El fuego ya había devorado totalmente el vehículo y a su conductor, cuando llegaron los bomberos voluntarios de Monteros. La víctima pudo ser reconocida por el dominio del vehículo.
Diez días antes de esta tragedia, se había producido un accidente en el mismo lugar con el saldo de una mujer herida. En esa ocasión, un automóvil chocó con una rastra cañera que salía de un camino lateral y se fue hacia la banquina.
En esta época de zafra durante la noche, La Ciénaga es muy peligrosa por la falta de iluminación y la existencia de caminos laterales que conducen a fincas cañeras. Desde ahí salen con frecuencia los transportes que trasladan la materia prima a los ingenios Ñuñorco y Santa Rosa.
En lo que va de la zafra, las rastras han protagonizado varios episodios con lesionados y muertos. El 29 de junio, un ómnibus de la empresa Andesmar, que se dirigía a Córdoba, embistió durante la tarde a una rastra en la ruta 9, en la entrada a Santa Rosa de Leales; sólo se registraron heridos de distintas consideraciones. El 22 de julio, un motociclista, de 26 años, murió luego de chocar de frente contra una rastra, cerca de la localidad de Arcadia. El 23 de julio, un automóvil fue arrasado por un camión que transportaba caña, que quedó volcado sobre el pavimento con su carga esparcida por el suelo cerca de Monteros. Los cuatro ocupantes del vehículo resultaron con heridas. El 6 de agosto, un hombre chocó con su moto de frente contra un camión, a pocos metros del río Caspinchango (Famaillá) y murió en el acto. Una semana después, un ciudadano de 46 años falleció cerca de Aguilares, tras embestir de frente con su camioneta a un camión cañero. La víctima llevaba cinturón de seguridad y pese a que se activaron los airbags, perdió la vida.
Hace muchos años, las rastras son un peligro mortal en las rutas. Con realizar un censo de las rastras que circulan por la provincia y de sus propietarios, se podría dar un paso significativo. Antes de comenzar la zafra, deberían pasar por una inspección. Si bien el conductor es el que participa del accidente, el co-responsable es el dueño que permite que su vehículo circule sin cumplir con la normativa. ¿Por qué no instalar controles en las entradas de los 15 ingenios para verificar que todo esté en orden? Es inconcebible que en los últimos lustros, los gobernantes no hayan podido solucionar este problema, mientras tanto los tucumanos siguen muriendo en las rutas por esta causa.
Alrededor de las 23.40, un joven de 28 años circulaba en su automóvil en dirección al oeste cuando desde el lado norte de la ruta, salió un camión con un volquete cargado con caña. La rastra aún no se había incorporado del todo en la carretera, y avanzaba de costado y lento hacia el lado este, cuando el joven la embistió a gran velocidad. El fuego ya había devorado totalmente el vehículo y a su conductor, cuando llegaron los bomberos voluntarios de Monteros. La víctima pudo ser reconocida por el dominio del vehículo.
Diez días antes de esta tragedia, se había producido un accidente en el mismo lugar con el saldo de una mujer herida. En esa ocasión, un automóvil chocó con una rastra cañera que salía de un camino lateral y se fue hacia la banquina.
En esta época de zafra durante la noche, La Ciénaga es muy peligrosa por la falta de iluminación y la existencia de caminos laterales que conducen a fincas cañeras. Desde ahí salen con frecuencia los transportes que trasladan la materia prima a los ingenios Ñuñorco y Santa Rosa.
En lo que va de la zafra, las rastras han protagonizado varios episodios con lesionados y muertos. El 29 de junio, un ómnibus de la empresa Andesmar, que se dirigía a Córdoba, embistió durante la tarde a una rastra en la ruta 9, en la entrada a Santa Rosa de Leales; sólo se registraron heridos de distintas consideraciones. El 22 de julio, un motociclista, de 26 años, murió luego de chocar de frente contra una rastra, cerca de la localidad de Arcadia. El 23 de julio, un automóvil fue arrasado por un camión que transportaba caña, que quedó volcado sobre el pavimento con su carga esparcida por el suelo cerca de Monteros. Los cuatro ocupantes del vehículo resultaron con heridas. El 6 de agosto, un hombre chocó con su moto de frente contra un camión, a pocos metros del río Caspinchango (Famaillá) y murió en el acto. Una semana después, un ciudadano de 46 años falleció cerca de Aguilares, tras embestir de frente con su camioneta a un camión cañero. La víctima llevaba cinturón de seguridad y pese a que se activaron los airbags, perdió la vida.
Hace muchos años, las rastras son un peligro mortal en las rutas. Con realizar un censo de las rastras que circulan por la provincia y de sus propietarios, se podría dar un paso significativo. Antes de comenzar la zafra, deberían pasar por una inspección. Si bien el conductor es el que participa del accidente, el co-responsable es el dueño que permite que su vehículo circule sin cumplir con la normativa. ¿Por qué no instalar controles en las entradas de los 15 ingenios para verificar que todo esté en orden? Es inconcebible que en los últimos lustros, los gobernantes no hayan podido solucionar este problema, mientras tanto los tucumanos siguen muriendo en las rutas por esta causa.








