Dueño de una verba afilada, pese al bajo perfil

Dueño de una verba afilada, pese al bajo perfil

11 Septiembre 2016
CURRICULUM BÁSICO.- Raúl David Mender fue celador, jefe de preceptores y profesor de Moral ad honorem en el Colegio Nacional, entre 1941 y 1950. Además, ejerció la docencia en la Universidad Nacional de Tucumán y en la Universidad del Norte Santo Tomás de Aquino. Se desempeñó como secretario de la Cámara Federal de Apelaciones entre 1951 y 1969, año en el que juró como fiscal federal de primera instancia. El 10 de abril de 1974 se convirtió en vocal de la Cámara, cargo del que fue depuesto por orden del represor Jorge Rafael Videla. Con la restauración de la democracia, Mender recuperó su vocalía: el Senado prestó acuerdo a la reposición en marzo de 1986.

CITAS y hechos CÉLEBRES.- A partir de la jubilación de Carlos Fayt, Mender acredita el título de juez más longevo del país. Durante su carrera reivindicó el bajo perfil. “Siempre lo mantuve; tanto es así que en temas importantes jamás vinieron a consultarme”, dijo en septiembre de 2001. No obstante ello, no se privó de criticar con acidez ni disimuló su malestar. En enero de 1973 y en su carácter de juez electoral subrogante, ordenó el arresto de Exequiel Ávila Gallo, apoderado de Defensa Provincial Bandera Blanca, por considerar que este le había faltado el respeto. Además, dispuso que Ávila Gallo fuese sometido a un examen psiquiátrico. “Lo que gano no lo robo”, se quejó en septiembre de 2001, en una polémica con Néstor Ibarra, el periodista porteño que había ventilado sus ingresos. Mender dijo entonces que se sentía violentado en su intimidad. “Sólo puedo pedir a los diputados y senadores electos que tonifiquen la política en su sentido más alto, y que recuerden que todos estamos de paso”, aconsejó luego en un acto de entrega de diplomas a los parlamentarios electos. En febrero de 2006, en una entrevista imperdible con este diario, Mender se despachó: “¡claro que hay corrupción en la Justicia! (...) Soy juez y tengo buenos ahorros porque mi vida ha sido simple. La vida de un juez debe ser motivo de alabanza: hay que respaldar la toga con una conducta pura”. “¿Cuándo debe retirarse el magistrado?”, se le consultó. El camarista respondió: “doy gracias a Dios de que tengo buena salud mental. Ese es el denominador fundamental para que el juez sepa cuándo debe retirarse. Vea, el viento es viejo, pero sopla”. Algunos meses más tarde, el vocal reflexionó: “la Justicia sufre un ultraje que no merecía. Se luchó mucho en Tucumán por el buen hacer (...). No se metían los dedos en la lata”.

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