
UN TRIBUTO. El Chaqueño Palavecino decidió homenajear a Atahualpa Yupanqui, con aportes tucumanos. TELAM.-

El último disco de Oscar El Chaqueño Palavecino tiene una pata tucumana en su generación. En el estudio que el multiinstrumentista Manu Sija tiene en Balderrama, Simoca, se hizo la preproducción y algunos sonidos que terminaron integrando “De criollo a criollo. Homenaje a don Ata”, en el que versiona distintas composiciones del inmortal Atahualpa Yupanqui, donde se recortan los paisajes locales.

“Grabé algunas cosas que quedaron en la producción final, como percusión y violines, con mi amigo Federico Grellet, que también es coproductor de muchas cosas que hacemos en Hankstudio. Luego de eso, fui al estudio que tiene el Chaqueño en su casa en salta con el ingeniero Martín Wolmy, con quien también trabajé en muchas de mis etapas, especialmente con Matacos. Hicimos lo que restaba de la música del disco en cinco días y luego él puso las voces. Fue una muy buena experiencia, y tuve mucha libertad en cuanto a cómo encarar cada canción”, resume Sija en diálogo con LA GACETA.
- ¿Pudiste incidir en el repertorio final elegido por Palavecino?
- Le propuse varias canciones de Atahualpa que él no las tenía muy escuchadas, pero la decisión final la tuvo él, por supuesto. Grabamos 18 canciones, y en el disco quedaron 14, que fueron con las que más cómodo se sintió Oscar. Incluso probamos con un chamamé no muy conocido que grabamos con el Chango Spasiuk, pero que finalmente quedó fuera del CD. Yupanqui tiene una canción más linda que la otra, y es muy difícil de hacer solo un disco sin dejar afuera obras hermosas.
- ¿Es el disco más tucumano del Chaqueño?
- Tengo entendido que es el primer disco de él producido por un tucumano, pero no por eso creo que sea más tucumano. El bandoneonista que toca desde siempre con el Chaqueño, Juan Manuel Alzogaray, también es tucumano y su musicalidad ha estado presente siempre en la música de Oscar. Sí creo que tiene una personalidad y una sonoridad diferente, que más bien es la combinación de su sonido con el mío, pero sin irse de la esencia criolla y auténtica que él, como artista, ha logrado a lo largo de su carrera. Musicalmente hablando, he podido hacer algunas cosas que son diferentes a lo que venía haciendo en sus discos, y eso me parece muy provechoso y también abierto de su parte.
- ¿Cómo es ser productor y editor en el interior del país?
- Internet es una herramienta tan grande y significativa para la música que ya no hay diferencia entre estar en el interior y en la capital. La idea de que hay que irse a Buenos Aires para hacer algo bueno está desapareciendo. El estudio en Simoca está ahí para los trabajos que me llaman como productor, arreglador o simplemente para grabar sesiones para otros productores. He trabajado con muchos artistas, la mayoría de Tucumán y el norte. Y lo sigo haciendo aunque estoy viviendo en Buenos Aires. El trabajo en el estudio es el motivo perfecto para volver a la provincia cada vez que hay que producir algo y hacerlo envuelto en contexto que más tucumano no puede ser. Tucumán tiene una fuerza artística increíble, y está todo el tiempo en ebullición, producir en ese clima es muy placentero.
- Acabás de tocar en el Consulado Argentino en Nueva York...
- Es la tercera vez consecutiva que toco en New York y es una ciudad increíble; cada año son mejores las experiencias que voy teniendo, porque se aprende mucho no sólo sobre tocar o de los músicos con los que estás, como mi amigo Franco Pinna, sino de todo lo que pasa en la ciudad. Esta vez fue muy especial y la gente me recibió muy bien. Antes de ir a EEUU toqué en la feria de música Imesur, en Chile. Estuvo muy bueno también y seguramente van a surgir cosas buenas de eso.







