
DESDE ROSARIO. Canciones propias y magnéticas desde el primer momento: ese es el fuerte de Indios, que toca por primera vez en Tucumán. crock.com.ar

HOY, A LAS 23.30
• En el Teatro de la Paz (9 de Julio 162). Actúan con Alem, Boutique y DJ Fat.
A veces, un disco es un disco. A veces no.
A veces, un disco es un disco y nada más: un compendio de canciones, de historias musicalizadas capaces de generar tal o cual sensación, de llamar más o menos la atención.
A veces no. Este ha sido el caso de Indios, la banda, con “Indios”, el álbum. El primer material discográfico de los rosarinos les ha valido no sólo inmediatos elogios de algunos de los referentes del pop y el rock nacional (Adrián Dárgelos, Leo García, Ale Sergi, entre ellos) sino también pasajes a México, país al que ya entraron como consagrados. Y más: una mudanza definitiva a Buenos Aires, una gira que ya ha hecho escala en varias provincias, escenarios compartidos con monstruos nacionales e internacionales. Los rótulos de “banda del momento” o de “lo nuevo del rock argentino”. Pilas de ovaciones, montañas de fans incondicionales. Y la lista podría agrandarse.
Un boom. Joaquín Vitola, cantante de la banda, acepta esa palabra -boom-, pero no termina de hacerse cargo. “Todo lo que pasó con Indios hasta ahora se lo atribuimos a la música. Con un primer disco logramos muchísimas cosas y no podría haber sido así si las canciones no hubiesen tenido tanta entrada, tanto magnetismo. Y el disco es un reflejo de muchos años de estar en la música, es un placer trabajar en lo que más te gusta. También es importante la paciencia, no volverse loco ni buscar un éxito banal. Sabíamos adonde queríamos ir y nunca perdimos nuestro eje; lo otro, el boom, es un resultado”.
- Actúan por primera vez en Tucumán, pero ya tienen un largo camino recorrido. ¿Cómo definís este momento de la banda?
- Es un gran momento, un momento muy feliz. Nunca dejó de serlo, salvo por algunos pequeños detalles, porque desde que salió el disco no pararon de llegar las sorpresas, las buenas noticias, el reconocimiento, los viajes. Hemos ido dos veces a México, hicimos un teatro Ópera y la mudanza de Rosario a Buenos Aires fue movilizante y muy divertida, porque salir de tu casa tiene esa cosa de adrenalina, de energizante, que es espectacular. Creo que estamos en el mejor momento, encontrando nuestras posiciones, sobre todo es una etapa en que la banda está muy viva.
- ¿Es un paso necesario para las bandas de provincia mudarse a Buenos Aires?
- Esa respuesta debe buscarla cada grupo. Sí está bueno venir a Buenos Aires, quedarse unos días y ver qué está pasando. Es un esfuerzo, pero es interesante salir con tu banda de tu ciudad, te abre el juego, se genera otro código interno entre los miembros y se siente placer al trascender los límites barriales. Tal vez para Tucumán esté más cerca Córdoba, una ciudad en la que hoy pasan muchas cosas, con una movida interesante en lo artístico y en todo sentido, con productores muy jóvenes o gente que abre sus bares para que se pueda tocar. Hay que ver qué está pasando en qué lugares del país, y ser inteligente y saber elegir. Si fuese tucumano iría todo el tiempo a Córdoba (risas).
- Están preparando su segundo disco, ¿las nuevas letras reflejan la madurez del grupo?
- Sí, al menos empezamos a hablar de otras cosas. Antes la temática era más adolescente, por la energía que llevábamos, con letras de amor descarnado o desesperado. Creo que vamos a ser adolescentes toda nuestra vida, pero al mismo tiempo empezamos a charlar de temas como la locura de la ciudad. Además, a esta edad uno se empieza a afirmar como ser humano y a ver dónde está parado. También hablamos de otras cosas para que se ponga más interesante la obra de la banda, es algo que va saliendo. Sentimos que tenemos mucho más para dar, así que jugamos bastante con lo nuevo.
- En cuanto a la música, ¿hay una propuesta superadora a la del primer disco?
- Esperemos que sí (risas). Por lo menos la intención es que siga fresca. Que sea algo nuevo, pero no efímero. Siempre buscamos la cosa ética porque lo más lindo es cuando queda un sonido que después de varios años te sigue gustando, que no parece algo del momento y, en ese sentido, es fugaz.








