Hay que incentivar los foros murales

LA  GACETA
Por LA GACETA 08 Agosto 2016
La pintura, como forma de liberar la imaginación, ha estado presente en la vida del hombre desde las primeras comunidades que habitaron el planeta. Este tipo particular de arte fue la forma mágica para conjurar animales, disipar los temores, testimoniar la historia, simbolizar sus creencias y transmitir los patrones culturales. En alguna medida la creación artística es una actividad tan propia de lo humano como el fuego o la palabra, y ese artista que subyace en cada individuo busca formas tradicionales o inéditas para plasmar esa vocación creativa. Tratar de impugnar esa voluntad que emerge en cada obra es ignorar la historia de la humanidad. Dentro de las posibilidades que dispone la expresión plástica, el medio más recurrido han sido las paredes o muros de edificaciones. Desde las cuevas de Altamira y Lascaux hasta las pirámides egipcias y los templos renacentistas la pintura mural ha sido el medio más utilizado para difundir sistemas de creencias o valores tradicionales y, en cierta medida, son los que más han perdurado. Por eso, resulta interesante que las autoridades municipales hayan optado por esta modalidad para dotar de vida y color la oscura realidad del túnel de la calle Córdoba. Es cierto que hay que tener ciertos recaudos y por eso, los expertos recomendaron a los artistas responsables de la obra, María Florencia Ortiz Mayor y Aníbal Fernández, no distraer la atención de los conductores con dibujos e imágenes demasiado elaboradas. De allí que el planteo pictórico es simple y, hasta podría decirse, casi naif. Es legible, pero no impactante. “El arte llega a todas parte, a todo tipo de superficies. Si pasar por ese túnel es un pequeño respiro para el conductor, será importante para nosotros”, señaló el mismo Fernández. Y es que los murales urbanos, es decir, aquellos que se ubican en lugares públicos o semipúblicos y se constituyen como un elemento importante en la conformación y cualificación del espacio, son transmisores de la comunicación. Son manifestaciones que acercan el arte a la gente, que ponen a la comunidad en contacto directo con artistas, lo cual no solo los enriquece espiritualmente sino que, además, mejora la calidad de vida de la zona en la que viven. De allí la importancia de incentivar este tipo de emprendimientos. Que bueno sería, por ejemplo, que los turistas que arriban a Tucumán se encuentren con un colorido mural en medio del lobby del aeropuerto que hoy insiste en mantener sus paredes vacías y monocromáticas. O que los tucumanos puedan descubrir un paisaje multicolor en los paredones de estaciones, plazas y fábricas abandonadas. Sería también una manera de permitir que nuestros artistas puedan expresar todo ese universo maravilloso que llevan adentro y que muchas veces queda relegado al interior de alguna sala o museo. Eso sucede en muchas provincias argentinas, donde el muralismo ha comenzado a manifestarse con fuerza. Ese es el caso de Córdoba donde, por ejemplo, las obras ya se cuentan por cientos. Tal vez sería bueno poner en práctica lo que decía uno de los más grandes exponentes del muralismo mexicano: Diego Rivera. Decía: “La pintura o cualquier otra forma de las obras de arte puede ser elemento útil y potente para el progreso y el desarrollo humanos, y el justo usufructo del placer en sus formas más altas. Es por eso que su incentivo y protección debería ser una de las funciones más altas de cualquier gobierno”.

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