Yupanqui amerita un mejor reconocimiento

LA  GACETA
Por LA GACETA 15 Julio 2016
Es la que nos permite saber quiénes somos, qué hicimos, conocer el pasado de la familia, del pueblo, quiénes nos tendieron una mano y aportaron a la construcción de la identidad, de la cultura. La memoria es la huella donde se alojan las cosas vividas, aunque cada uno tiene el máximo de memoria para lo que le interesa y el mínimo para lo que no le interesa, según decía el filósofo Arthur Schopenhauer. De ese modo, hay comunidades que son agradecidas con aquellos que la han hecho trascender más allá de sus límites, incluso con forasteros que a veces son más fieles que muchos nativos. En contrapartida, hay otras que se suelen caracterizar por su ingratitud.

Se lo conoce como el “Padre del folclore” y en distintos momentos de su vida vivió, recorrió y le cantó a Tucumán, llevándolo consigo en su peregrinaje por el mundo. Sin embargo, sólo un pasaje en el Barrio San Martín recuerda a Atahualpa Yupanqui en San Miguel de Tucumán. Acheral ha sido, por cierto, mucho más generoso y le ha dedicado un museo, que debería estar mejor promocionado. En Raco, donde tuvo un rancho y al que le dedicó una de sus zambas más lindas, se inauguró un monumento en su homenaje, realizado por el escultor Guillermo Rodríguez, el 23 de mayo de 1993. Es una obra que se integra al paisaje, ubicada en una zona poco accesible, es decir que pasa inadvertida para el visitante. En 2013, señalamos en esta columna que era necesario revalorizarlo, agregándole además la explicación del mismo artista sobre su obra que escapa al común denominador. Pero poco o nada se hizo y el estado del monumento sigue siendo lamentable.

En Tafí Viejo, donde vivió andanzas infantiles que luego inspiraron su primera pieza (Camino del Indio), una hostería, ubicada en la calle Paysandú, en las estribaciones del cerro, lleva su nombre, sin embargo está cerrada desde hace muchos años. En distintos momentos LA GACETA dio testimonio de esta frustración. “Edificio abandonado durante 25 años” se titula la crónica del 15 de septiembre de 1968. “Próximo a cumplir 25 años se encuentra el edificio que fuera construido para destinarlo al funcionamiento de un hospital de aislamiento y que desde entonces se halla en estado de total abandono”. En julio de 1969, otra crónica informaba en el título: “Tafí Viejo: darán destino a un edificio abandonado. Será explotado como hotel de turismo”. “Una ley de 1949 facultó al Poder Ejecutivo a adquirirlo por compara o expropiación para destinarlo a un hotel de turismo. Pese al tiempo transcurrido, no se cumplieron los fines de esa ley y del pertinente decreto expropiatorio de 1950”, decía la crónica. “Quieren revalorizar la hostería de Tafí Viejo”, se titulaba la nota de marzo de 2002. En agosto de 2013, la Municipalidad de esa ciudad anunció su restauración y que los trabajos se extenderían durante seis meses, pero esta sigue cerrada. Bien podría haber sido Yupanqui destinatario de una avenida o de un monumento en el megabarrio Lomas de Tafí. Sus libros no sólo no se leen, sino que tampoco se los emplea como textos en la escuela primaria o en la secundaria.

“Tucumán me dio fraternidad, amistad, la sencilla fraternidad de paisano a paisano, de caminante a ciudadano y yo le pagué con zambas y poemas”, dijo alguna vez el creador de “Luna tucumana”, que es nuestro himno provincial. Da la impresión de que la gratitud de los tucumanos tiene poca memoria.

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