El abandono de la hostería de Amaicha

LA  GACETA
Por LA GACETA 13 Julio 2016
Es indiferencia, desamor y hasta una falta de respeto por uno de los íconos sagrados de nuestra tierra. Amaicha del Valle pareciera no despertar la simpatía de nuestros representantes. Hace una década que el tramo de la ruta provincial N° 307, entre El Infiernillo y esa localidad, está sumamente deteriorado y da la impresión de que a los gobernantes no los desvela ocuparse del asunto. A ello se suma el estado de abandono en que se halla la hostería que fue hace ya muchos años una de las más lindas de la provincia. Hubo algunos intentos por reflotarla. En 2011, el inmueble había sido ocupado por comuneros del lugar, con el objetivo de convertirla en un emprendimiento útil a los proyectos de desarrollo económico de la zona. A tal efecto, argumentaron tener derechos territoriales antiguos. El Gobierno provincial les había iniciado una demanda judicial por usurpación.

En agosto de 2013, informamos que la Comunidad Indígena de Amaicha del Valle había iniciado un proceso de recuperación del inmueble, ubicado a 100 metros de la plaza principal. El cacique dijo que habían logrado reparar varias dependencias del edificio, en las funcionaban la Casa de Gobernanza de la comunidad, las oficinas del cacique, del Concejo de Ancianos, un jardín maternal, una biblioteca, un centro de desarrollo infantil y una fábrica de cerveza de algarroba elaborada por estudiantes del Instituto Técnico Superior. Se calculaba una inversión de más de $8 millones para recuperar el resto del inmueble. En la oportunidad, el cacique señaló que se repararían 16 habitaciones, se construiría un salón multiuso y un comedor; el primer piso sería destinado a hospedaje y la planta baja a servicios. Se iba a solicitar apoyo económico a la Nación y sostuvo que el diseño de la restauración lo haría un equipo de arquitectos de la UNT.

La hostería de Amaicha del Valle fue inaugurada el 20 de febrero de 1955. La sucesión de cierres y reaperturas se remonta a 1965, pero el desguace hormiga se inició en la década del 90: se robaron la grifería, los sanitarios, las ventanas, la imponente cocina... El saqueo fue avanzando cada vez más hasta el punto de que los pisos ya no existen y las tejas son casi un recuerdo de los memoriosos. Los responsables del latrocinio seguramente son conocidos por los mismos amaicheños, pero en todos esos años nadie se animó a denunciarlos ni el Estado a investigar. “Pato, te robaste todo Amaicha del Valle”, rezaba en 1996 una pintada anónima en una pared del hospedaje. Tras fallidas licitaciones y privatizaciones, la hostería regresó a manos de la Provincia en 1997 cuando el Gobierno dispuso la rescisión total del boleto de compraventa, suscripto entre la Secretaría de Turismo y la firma Berbeluk SRL, que la gestión de Ramón Ortega había autorizado y aprobado por decreto 1994/3, por incumplimiento de las obligaciones de la firma, según consignó LA GACETA del 23/2/99. Por enésima vez, ese mismo mes se anunció una nueva licitación. La historia de frustraciones continuó hasta el presente.

Han transcurrido tres años desde el último anuncio y da pena ver ese esqueleto abandonado, cuya pileta de natación está llena de envases de gaseosa; tampoco funciona la fábrica de cerveza de algarroba, que podría haber sido un atractivo turístico. Es penoso que los gobernantes y los mismos amaicheños no se interesen por devolverle la vida a la hostería que desde hace mucho tiempo debe estar implorando: “¡Pachamama, kusiya kusiya!”

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