La justicia para Víctor Jara llegó cuatro décadas después de su asesinato

La justicia para Víctor Jara llegó cuatro décadas después de su asesinato

Un tribunal de Orlando concluyó que un oficial del Ejército chileno es el responsable de su asesinato.

EL JUGLAR CHILENO. Víctor Jara apareció muerto el 16 de septiembre de 1973, 12 días antes de que cumpliera 41 años. Fundacion Víctor Jara EL JUGLAR CHILENO. Víctor Jara apareció muerto el 16 de septiembre de 1973, 12 días antes de que cumpliera 41 años. Fundacion Víctor Jara
01 Julio 2016

Pascale Bonnefoy / The New York Times

Cuatro décadas después de que se halló el cuerpo acribillado a balazos del cantante folclórico chileno Víctor Jara, su familia acaba de encontrar cierto grado de justicia en un tribunal de Florida. Un jurado federal de Orlando concluyó que el ex oficial del ejército chileno Pedro Pablo Barrientos (67), que había emigrado a Estados Unidos y había trabajado como cocinero de comida rápida, es responsable de la tortura y el asesinato de Jara. El poeta había sido detenido y llevado al Estadio Nacional de Chile al día siguiente del golpe de Estado del 11 de setiembre de 1973, que llevó al poder al general Augusto Pinochet y que cambió drásticamente la vida de su país. Lo torturaron durante cuatro días y lo mataron el 15.

Barrientos, nacionalizado estadounidense y habitante de Deltona, Florida, enfrenta también en Chile una causa penal en su contra; no está claro si la condena en Florida afectará el trámite para extraditarlo a su país.

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Un largo camino

Luego del asesinato de Jara, su viuda, la bailarina británica Joan Jara, y sus hijas Manuela y Amanda (tenían 13 y 8 años), se mudaron a Gran Bretaña y, desde entonces, han estado buscando que los asesinos respondieran ante la Justicia. Regresaron a Chile en 1991.

Joan Jara, hoy de 88 años, aseguró que el golpe de Estado y la muerte de su esposo le cortaron la vida en dos. “Fue el final de mi primera vida, porque perdí tanto ese día... -declaró en el juicio-. Perdí mi trabajo y mi profesión. Mis hijas abandonaron la escuela, sus amistades, su casa y su país. Nunca pude volver a casarme. Estuve muy enamorada de Víctor”.

El Centro para la Justicia y la Rendición de Cuentas, un organismo de defensoría legal con sede en San Francisco, y el despacho de abogados neoyorquino Chadbourne & Parke, lograron llevar a Barrientos ante el tribunal el 13 de junio. Habían presentado la demanda en 2013, a nombre de la familia Jara, de conformidad con la Ley de Protección a las Víctimas de la Tortura, sancionada para hacer que los violadores de derechos humanos que viven en Estados Unidos rindan cuentas.

El tribunal asignó 28 millones de dólares por daños a la familia de Jara.

Jara había sido detenido durante un asalto militar a la Universidad Técnica del Estado, donde trabajaba en el Departamento de Comunicación, junto con cientos de estudiantes y profesores. Los llevaron al Estadio Nacional de Chile, que se utilizó como centro de detenciones masivas. Tres días después, se encontró su cuerpo y el de otras cuatro víctimas afuera de un cementerio de Santiago, la capital chilena. La autopsia de los restos, exhumados en 2009, confirmó dos balazos en la nuca y 44 más por todo el cuerpo.

Durante el juicio, José Navarrete, un ex soldado, declaró que Barrientos alardeaba de haberle disparado dos veces en la cabeza a Jara. “Solía enseñar su pistola y decir: ‘Maté a Víctor Jara con esta’”, aseveró en una exposición videograbada y reconoció que no se había presentado a declarar antes por miedo a represalias.

Oculto hasta 2012

Se desconocía el paradero de Barrientos hasta mediados de 2012, cuando un equipo de la televisión chilena lo localizó en Florida, adonde se había mudado al final de la dictadura de Pinochet, en 1990. En diciembre de 2012, el juez chileno Miguel Vásquez levantó cargos contra Barrientos -en ausencia- por el asesinato y solicitó su extradición.

En su exposición inicial durante el juicio, Luis F. Calderón, abogado de Barrientos, lo describió como un inmigrante muy trabajador que buscaba “vivir el sueño estadounidense”. Dijo que Barrientos empezó trabajando como jardinero y luego se hizo cocinero. “Ha trabajado en el restaurante Perkins en Deltona los últimos 10 años. Es un hombre sencillo, que lleva una vida sencilla”, añadió Calderón.

Lo que dijo el imputado

Cuando declaró, Barrientos aseguró al tribunal que había ido a Estados Unidos para ganar dinero para la educación de sus hijos, no para evadir un posible juicio. No obstante, nunca informó sobre su pasado militar a la hora de solicitar la ciudadanía estadounidense en 2010. También aseguró que nunca estuvo en el Estadio Nacional y hasta negó haber sabido quién era Víctor Jara antes de 2009, a pesar de la popularidad del cantante en su país.

Testigos on line

Muchos testimonios lo contradicen. Varios ex soldados declararon, en exposiciones videograbadas el año pasado, que formaron parte de la sección del regimiento Tejas Verdes que estaba bajo las órdenes directas de Barrientos y actuó en el Estadio Nacional. Incluso uno de ellos, Gustavo Báez, describió la atmósfera que reinaba en el estadio y declaró para el jurado que vio cuando oficiales torturaban a los prisioneros en los vestuarios. De hecho, a él le habían ordenado que metiera docenas de cadáveres en camiones, contó Báez.

Voces de otros detenidos

Dos ex prisioneros dieron también detalles sobre la violencia, los asesinatos cometidos y los suicidios ocurridos en el estadio; concretamente, contaron cómo los militares seleccionaron y agredieron a Jara desde el momento mismo en que este iba entrando en el estadio.

“Esa noche exhibieron a Víctor como un trofeo ante otros oficiales. También lo golpearon”, recordó Boris Navia, un ex detenido. Contó, además, que uno de los militares le machucó la mano a Jara y le golpeó el brazo diciéndole: “Nunca más vas a poder tocar la guitarra”.

Los testigos contaron también que a Jara lo aislaron de otros presos, lo llevaron a los vestuarios, lo golpearon cruelmente y lo mataron. El 15 de septiembre, Navia vio cuando soldados sacaban del estadio y apilaban entre 20 y 30 cadáveres junto a la entrada. Uno, aseguró, era el de Jara.

“Víctor amaba la vida intensamente. Me alegra poder hacer algo por él ahora, aun si es en Estados Unidos. Es nuestro deber”, dijo Erica Osorio, que cuando se perpetró el golpe de Estado era estudiante de Ingeniería Civil y reconoció a Barrientos como uno de los oficiales que actuaron en el Estadio Nacional.

El peso de la verdad

Almudena Bernabeu, la abogada del Centro para la Justicia y la Rendición de Cuentas que encabezó la investigación del caso, dijo que sus colegas y ella estaban profundamente complacidos con el fallo, logrado tras sólo ocho días de juicio.

“En muchas formas, este veredicto no es un final, sino un nuevo comienzo para trabajar por la extradición o la deportación de Barrientos”, declaró Bernabeu.

Por su parte, Manuela, la hija mayor de Jara, calificó esos ocho días del juicio como “emocionalmente intensos”.

“En ellos se concentraron todo el dolor, la tristeza y el enojo por los que ha pasado Chile, y, específicamente, por los horrores en el Estadio Nacional. La cultura de mentiras, encubrimientos e intimidaciones quedó pulverizada bajo el peso de la verdad en este tribunal”, describió.


el poeta chileno fue un referente internacional de la canción de protesta 
Víctor Jara tenía 40 años cuando lo asesinaron, cuatro días después de haberlo secuestrado. Era un poeta, cantante y director de teatro de gran renombre, y militaba en el Partido Comunista chileno, que había apoyado al gobierno de Salvador Allende, depuesto por el golpe de Estado llevado a cabo por Augusto Pinochet cinco días antes de que lo mataran. Sus canciones sobre la pobreza y la injusticia, enraizadas en sus propios orígenes humildes en el campo chileno, siguen siendo populares hoy en día. Es frecuente que se lo describa como el “Bob Dylan de Sudamérica”.


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¿Quién era Víctor Jara? 

El poeta chileno fue un referente internacional de la canción de protesta 
Víctor Jara tenía 40 años cuando lo asesinaron, cuatro días después de haberlo secuestrado. Era un poeta, cantante y director de teatro de gran renombre, y militaba en el Partido Comunista chileno, que había apoyado al gobierno de Salvador Allende, depuesto por el golpe de Estado llevado a cabo por Augusto Pinochet cinco días antes de que lo mataran. Sus canciones sobre la pobreza y la injusticia, enraizadas en sus propios orígenes humildes en el campo chileno, siguen siendo populares hoy en día. Es frecuente que se lo describa como el “Bob Dylan de Sudamérica”.

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