El “Brexit”, una gran decepción

El “Brexit”, una gran decepción

Luis García Hamilton, economista.

27 Junio 2016
El pasado jueves, cerca de las 4am horario de Londres, la BBC dio a conocer una de las noticias internacionales más relevantes y decepcionantes de los últimos tiempos: el pueblo del Reino Unido votaba a favor de salir de la Unión Europea. Inglaterra, Escocia, Gales e Irlanda del Norte decidían conjuntamente salir de aquella utopía, que con tanto sacrificio la Europa pacifista, tolerante, laica y abierta había logrado forjar. El margen fue exiguo: 52% contra 48%.

La decisión fue incomprensible, inexplicable, tan anunciada como inesperada. Hasta unos días previos, el “Brexit” era la opción de los escépticos, de los xenófobos y los aislacionistas. Los sectores más reaccionarios levantaban pancartas en favor de la salida. El inglés medio y nacionalista pregonaba que salir de la UE les permitiría “definir nuestro propio destino”. Es el hombre que añora el viejo imperio, son los hijos de la guerra, amantes de Churchill, quienes se enorgullecen de su manufactura y abrazan sus vetustas costumbres.

En el otro rincón estaba la gran Londres: cosmopolita, abierta, vibrante, que ama la diversidad y se regodea en su propia libidinosidad. La Londres de los jóvenes, la de los extranjeros, dónde llegan los que sueñan; el centro financiero del mundo; la puerta de entrada a Europa, rebosante de empresas y proyectos. A medida que se acercaba su fecha, el referendo comenzaba a partir al reino en dos y cada bando a sumar adeptos. Al grupo de los reaccionarios se le sumó otro sector, disconforme con la situación económica de un país que no recupera las tasas de crecimiento previas a 2008. También se sumaron los que habían quedado fuera del Estado de Bienestar, los que perdieron sus “planes” y no quisieron reinsertarse.

Se agruparon algunos hijos de inmigrantes, que viven en el oasis pero no quieren que nadie más entre. Y varias generaciones que se acostumbraron a la dádiva del laborismo, a la protección del Estado y a los servicios públicos deficitarios. Por su parte, a la Londres liberal la apoyaron los escoceses, que luchan por la independencia pero conocen bien la verdadera dependencia. Y los irlandeses, quienes han sufrido en carne propia la división y aún regurgitan la ruptura. Y los estudiantes, que nacieron en un mundo globalizado, viajan sin pasaporte, pueden trabajar en el país que se les antoje y compran productos europeos por Amazon para recibir el paquete al día siguiente.

¿Por qué ganaron entonces los escépticos? ¿No es Reino Unido el país de la razón, la apertura, el comercio, la libertad? Ganaron los reaccionarios porque fueron más activos y se volcaron a las urnas. Londres y sus adeptos subestimaron el poder de la clase media inglesa. En los dos países donde ganó el “remain” (Escocia e Irlanda del Norte) la asistencia a las urnas fue de 67% y 62% respectivamente. En muchos barrios de Londres, donde también ganó el “remain”, votó solamente entre el 60% y 65% del padrón. Por su parte, en Inglaterra y Gales, donde ganó el “Brexit”, la asistencia fue de 73% y 72% respectivamente.

La complacencia y comodidad del “remain” terminó en un cachetazo propinado por quienes nunca creyeron que podían aleccionar al país de esa forma. Inclusive, muchos de ellos ahora creen que se les pudo haber ido la mano…

El resultado del “Brexit” fue y será catastrófico. El viernes pasado las bolsas del mundo cayeron entre un 5% y 10%, la libra esterlina se desplomó otro 15% y muchas empresas en el corazón de Londres decidieron frenar sus actividades para evaluar la magnitud del daño y analizar los próximos pasos.

Aún no se sabe cuáles serán las repercusiones económicas para las empresas locales, los impactos impositivos y mucho menos con quien podrán comerciar. Se espera un fuerte golpe en el sector inmobiliario y se especula con un aumento de tasas de interés, que amenaza con devolver al Reino Unido a la recesión. Los políticos y tecnócratas tendrán que desandar el camino recorrido en los últimos 45 años y rearmar los acuerdos de comercio del Reino Unido con el mundo.

En lo político, el primer ministro británico anunció su renuncia y se espera que gran parte de su gabinete dimita a la brevedad. El “Brexit” envalentonó a otras varias jurisdicciones de Europa, tanto en España y Francia como en Holanda, a reclamar su propia salida de la UE. Grupos de lobby de Londres peticionaron que la ciudad forme parte de la UE, por fuera del Reino Unido. Gran Bretaña ha dado un grave paso en falso. Triunfaron los escépticos, la división, la xenofobia.

Con este resbalón pierden también Europa y el mundo. Tambalean los principios de unidad, paz e igualdad con que se creó la Unión Europea y mediante los que se lograron enormes avances en materia política, económica y social.

Europa tiene ahora dos posibles caminos por recorrer: sufrir la lenta erosión de la unidad y que se inicie un proceso de triste escisión, o que el golpe sirva de lección y Europa se fortalezca y consolide la unión de aquellos miembros que aún creen en los principios fundacionales. Esperamos no vernos decepcionados nuevamente.

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