Por Santiago Pérez Cerimele
16 Mayo 2016
PREPARACIÓN. “Tony” entrena todos los días en el parque 9 de Julio, con pesas improvisadas y descalzo. la gaceta / foto de maria silvia granara
El martes 1 de diciembre de 2009, Antonio “Tony” Rodríguez (Yonopongo -Monteros-, 25 de diciembre de 1945) regresaba de Catamarca, tras cumplir con su habitual promesa de visitar a la Virgen del Valle. Marchaba “a contramano” de los peregrinos, que por esa fecha recién suelen estar yendo a la vecina provincia, para llegar allá antes del 8 de diciembre, Día de la Inmaculada Concepción. Caminaba a paso cansino por la banquina derecha, empujando un carrito donde llevaba la imagen de María. Del frente le gritaron, para saludarlo; y él correspondió. Es lo último que recuerda.
“Luego todo fue muy negro, y como que se me movía todo; mi mente era un torbellino. Todo era ruidaje, no sabía qué me pasaba. De golpe, movimiento y mucho ruido; luego, silencio. Cuando abro los ojos una mujer me dice: ‘¡estás vivo!’; y me cuenta que estaba en el hospital Padilla, porque había sufrido un accidente”, cuenta.
El 25 de octubre de ese año -37 días antes del accidente-, “Tony” había participado de la ultramaratón de 24 horas de Trelew. Aquella mañana en la ciudad chubutense habían largado 60 corredores, entre profesionales y aficionados. Tras una jornada ininterrumpida de competencia sólo 17 cruzaron la meta. El último fue él. Estaba a dos meses de cumplir 64 años. Según los diarios trelewenses de aquel momento, los maratonistas soportaron el viento frío y la lluvia, pese a que ya había transcurrido el primer mes de primavera. “Corrimos todo el día y toda la noche; fue hermoso haber llegado sin ningún problema”, recuerda.
Esa fue la última vez que “Tony” participó de una carrera, porque el accidente le interrumpió un curriculum que cualquier fondista envidiaría: completó 56 maratones de 42 kilómetros -fue subcampeón argentino- y cinco ultramaratones de 100 kilómetros, además de la ultramaratón de 24 horas. Hoy, a casi seis años y medio del accidente, “el atleta de la Virgen” -como se lo conoce en el ambiente del atletismo- quiere volver a correr.
El principal impedimento es económico. En el calendario de carreras de fondo que se correrán en el país en los próximos meses figuran, entre otras, “Circuito de las Estaciones edición Otoño” (mediamaratón, 5 de Junio, Buenos Aires), “Maratón de San Juan (19 de Junio, San Juan), “15° Maratón de la Bandera” (26 de junio, Rosario), “Maratón de la Nieve 2016” (24 de julio, Mendoza), “Media Maratón de Iguazú” (27 de Agosto, Misiones) y “Maratón Internacional de Buenos Aires” (9 de octubre). Como jubilado municipal -trabajó en el área de Deportes de la Municipalidad de San Miguel de Tucumán- “Tony” gana alrededor de $ 8.000, que son el principal sostén para su numerosa familia -15 miembros, entre hijos, nietos y bisnietos-. Para correr la ultramaratón de Trelew recibió la mano de un mecenas, que le pagó el viaje. Hoy espera una “gauchada” similar, del Estado, de particulares o de empresas que quieran ayudarlo: “lamentablemente necesito recursos para poder cumplir mi sueño de volver a la pista, de volver a esto tan maravilloso que son las maratones”.
Aunque no corre desde octubre de 2009, “Tony” está preparado para hacerlo hoy, si hubiese una competencia. A partir del momento en que los médicos se lo permitieron, volvió a los entrenamientos, y se cuida como si estuviese en épocas de precompetencia. Mantener una vida sana no le cuesta, porque ya se le hizo costumbre: a inicios de los 70 decidió abandonar el infierno del alcoholismo, donde había malvivido durante muchos años. “Fui alcohólico, y un fumador terrible, de tres paquetes diarios; llegué a pesar 114 kilos. Por eso digo que soy un verdadero milagro de la Virgen del Valle; gracias a ella dejé los vicios y empecé a correr”, cuenta.
No sólo abandonó el tabaco y el alcohol, sino que su plan de vida saludable incluye el entrenamiento permanente. Todas las tardes llega en su bicicleta desde el barrio Ciudadela, donde vive, hasta el parque 9 de Julio. Y empieza su rutina. “Corro con mis pesitas (como llama a las botellas plásticas rellenas de arena), hago gimnasia y abdominales. En vez de ir a la montaña, que me queda lejos y es peligroso para ir en bicicleta, vengo acá”, explica. Y entrena descalzo: “así, cuando debo correr sobre el pavimento, las zapatillas me hacen sentir que piso el pasto”.
“Tony” sabe que lo físico es una parte importante de una carrera, pero que no lo es todo: “lo mental en este deporte es fundamental. Lo físico juega hasta los primeros 30 kilómetros, luego entra lo mental y la espiritualidad que, en mi caso, es la Virgen del Valle”.
“Luego todo fue muy negro, y como que se me movía todo; mi mente era un torbellino. Todo era ruidaje, no sabía qué me pasaba. De golpe, movimiento y mucho ruido; luego, silencio. Cuando abro los ojos una mujer me dice: ‘¡estás vivo!’; y me cuenta que estaba en el hospital Padilla, porque había sufrido un accidente”, cuenta.
El 25 de octubre de ese año -37 días antes del accidente-, “Tony” había participado de la ultramaratón de 24 horas de Trelew. Aquella mañana en la ciudad chubutense habían largado 60 corredores, entre profesionales y aficionados. Tras una jornada ininterrumpida de competencia sólo 17 cruzaron la meta. El último fue él. Estaba a dos meses de cumplir 64 años. Según los diarios trelewenses de aquel momento, los maratonistas soportaron el viento frío y la lluvia, pese a que ya había transcurrido el primer mes de primavera. “Corrimos todo el día y toda la noche; fue hermoso haber llegado sin ningún problema”, recuerda.
Esa fue la última vez que “Tony” participó de una carrera, porque el accidente le interrumpió un curriculum que cualquier fondista envidiaría: completó 56 maratones de 42 kilómetros -fue subcampeón argentino- y cinco ultramaratones de 100 kilómetros, además de la ultramaratón de 24 horas. Hoy, a casi seis años y medio del accidente, “el atleta de la Virgen” -como se lo conoce en el ambiente del atletismo- quiere volver a correr.
El principal impedimento es económico. En el calendario de carreras de fondo que se correrán en el país en los próximos meses figuran, entre otras, “Circuito de las Estaciones edición Otoño” (mediamaratón, 5 de Junio, Buenos Aires), “Maratón de San Juan (19 de Junio, San Juan), “15° Maratón de la Bandera” (26 de junio, Rosario), “Maratón de la Nieve 2016” (24 de julio, Mendoza), “Media Maratón de Iguazú” (27 de Agosto, Misiones) y “Maratón Internacional de Buenos Aires” (9 de octubre). Como jubilado municipal -trabajó en el área de Deportes de la Municipalidad de San Miguel de Tucumán- “Tony” gana alrededor de $ 8.000, que son el principal sostén para su numerosa familia -15 miembros, entre hijos, nietos y bisnietos-. Para correr la ultramaratón de Trelew recibió la mano de un mecenas, que le pagó el viaje. Hoy espera una “gauchada” similar, del Estado, de particulares o de empresas que quieran ayudarlo: “lamentablemente necesito recursos para poder cumplir mi sueño de volver a la pista, de volver a esto tan maravilloso que son las maratones”.
Aunque no corre desde octubre de 2009, “Tony” está preparado para hacerlo hoy, si hubiese una competencia. A partir del momento en que los médicos se lo permitieron, volvió a los entrenamientos, y se cuida como si estuviese en épocas de precompetencia. Mantener una vida sana no le cuesta, porque ya se le hizo costumbre: a inicios de los 70 decidió abandonar el infierno del alcoholismo, donde había malvivido durante muchos años. “Fui alcohólico, y un fumador terrible, de tres paquetes diarios; llegué a pesar 114 kilos. Por eso digo que soy un verdadero milagro de la Virgen del Valle; gracias a ella dejé los vicios y empecé a correr”, cuenta.
No sólo abandonó el tabaco y el alcohol, sino que su plan de vida saludable incluye el entrenamiento permanente. Todas las tardes llega en su bicicleta desde el barrio Ciudadela, donde vive, hasta el parque 9 de Julio. Y empieza su rutina. “Corro con mis pesitas (como llama a las botellas plásticas rellenas de arena), hago gimnasia y abdominales. En vez de ir a la montaña, que me queda lejos y es peligroso para ir en bicicleta, vengo acá”, explica. Y entrena descalzo: “así, cuando debo correr sobre el pavimento, las zapatillas me hacen sentir que piso el pasto”.
“Tony” sabe que lo físico es una parte importante de una carrera, pero que no lo es todo: “lo mental en este deporte es fundamental. Lo físico juega hasta los primeros 30 kilómetros, luego entra lo mental y la espiritualidad que, en mi caso, es la Virgen del Valle”.







