La Universidad se hace nacional

La Universidad se hace nacional

Fue un 3 de abril de hace ya 95 años por decisión del gobierno del presidente Hipólito Yrigoyen. Por Manuel Riva.

DIA INTENSO. Salinas llega a Casa de Gobierno para firmar la nacionalización (derecha) y luego va al Colegio Nacional para la jura de los profesores (izq). DIA INTENSO. Salinas llega a Casa de Gobierno para firmar la nacionalización (derecha) y luego va al Colegio Nacional para la jura de los profesores (izq).
24 Abril 2016
Un 3 de abril -de hace ya 95 años- la Universidad de Tucumán pasó a ser Universidad Nacional de Tucumán. Por decisión del gobierno del presidente Hipólito Yrigoyen nuestra casa de altos estudios pasó a ser patrimonio de la Nación. Era el primer domingo de abril de 1921. La Casa de Gobierno y sus adyacencias estaban colmadas de público que esperaba expectante la firma del decreto. A las 3 de la tarde el ministro de Instrucción Pública, José Salinas entraba al Salón Blanco, “donde era imposible el paso por la cantidad de público presente”. Tras escucharse el Himno se pasó a la lectura del decreto y luego a la firma por las partes, el Gobierno Nacional y el Gobierno de Tucumán -representado por el interventor federal Adolfo Noceti- que lo haría ad referéndum de la Legislatura.

El decreto señalaba que la nacionalización de la Universidad de Tucumán traduce fielmente los anhelos del pueblo, del gobierno y de las autoridades de la provincia incorporándose así a los grandes centros culturales de la república y satisfaciendo a la vez las legítimas aspiraciones de las provincias del Norte que, por su situación geográfica y necesidades regionales, reclamaban a justo título la fundación de una institución de esta naturaleza”. En el escrito se hace la transferencia a título gratuito de los bienes de la Universidad y se solicitaba a la Legislatura la aprobación.

La jornada había comenzado temprano con el arribo del funcionario nacional pasada las 9 a la estación del Ferrocarril Central Argentino (Corrientes al 1.000, frente a plaza Alberdi). Lo esperó un multitud entre figuras de la política local, intelectuales, de la cultura, estudiantes y público en general. Junto a Salinas venía el presidente de la Federación Universitaria Argentina (FUA), Gabriel del Mazo, cuya entidad fue una de las principales impulsora de la idea de nacionalización de la casa de estudios tucumana. La comitiva de representantes nacionales y provinciales conformó “una columna larga y compacta, que recorrió las calles Corrientes y 25 de Mayo, siendo durante el trayecto, objeto de entusiastas demostraciones por parte del público estacionado en las aceras y de las familias que desde los balcones presenciaban el desfile”. En las escalinatas de Casa de Gobierno, el estudiante Salgado Martín le dio la bienvenida al ministro. Y señaló: “habéis llegado a tiempo, para salvar de la bancarrota a las caravanas estudiantiles del Norte, Los gobiernos tienen el deber de guiar a la juventud estudiosa por mejores derroteros, por senderos de progreso y de trabajo para poder un día cimentar el verdadero pedestal de grandeza y poderío de este pedazo de mundo que se llama República Argentina”.

Luego de la firma el ex rector y fundador la Universidad, Juan B. Terán expresó: “será desde hoy, pues una institución perdurable de la Nación con el mismo origen que las instituciones esenciales del país, que el país mismo, que han sido incubadas por el calor de aldeas pequeñas pero ardientes que las crearon con esfuerzo tenaz, con instinto seguro, ambiciosas de luz. Tucumán recibe el galardón de su esfuerzo. Creó su Universidad con sacrificio pero con fe en el fruto de su sacrificio porque buscaba un alto fin nacional por su extensión y su carácter, puesto que superaba su propio interés. La Nación lo reconoció y vino generosamente en su ayuda”. El ministro Salinas señaló que “tan fausto suceso repercutirá simpática e intensamente ante propios y extraños como un verdadero acontecimiento nacional” . Y agregó que “al erigirla en una institución nacional los poderes públicos habrán hecho un inmenso bien a la juventud estudiosa, que vive diseminada en las distintas zonas del territorio y que se ve por lo tanto obligada a abandonar sus hogares, arrastrando toda clase de sacrificios en busca de los centros de altos estudios que les permitan colmar sus nobilísimas aspiraciones de mejoramiento espiritual”.

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