Castigos, diálogo o elogios: ¿cuál es la mejor forma de educar a los chicos si se equivocan?

Muchos especialistas cuestionan la efectividad de algunas sanciones. Cómo se puede hacer para que los niños sean obedientes. Consejos.

16 Abril 2016

A la hora de disciplinar a sus hijos, Mariela Ramírez ha probado varios trucos populares. Ha intentado explicarles por qué es malo lo que hicieron. Ha puesto en práctica la técnica del “tiempo muerto” en el dormitorio para que piense en lo que hizo, les ha quitado juguetes, celulares y hasta el acceso a internet, cuenta esta mamá de tres varones (12, 9 y 5 años).

“Pero me siento muy mal después de ponerles una penitencia”, confiesa esta joven mamá, de 38 años. Y admite que tiene dudas sobre cuán efectivos son los castigos. No es la única en hacerse planteos. Cada vez son más los especialistas que cuestionan la eficacia que tienen las sanciones disciplinarias en la crianza de los chicos.

“¿Sirve aplicar castigos? Si simplemente queremos que nuestros chicos obedezcan muchas veces sí pueden ser eficaces en algunos casos. Pero los castigos por sí solos no sirven. Generan miedo, y buscan hacer sentir culpable de lo que se cometió. No educan realmente. ¿Qué aprende el niño al ser sancionado? Qué se lo castiga porque se equivocó, que lo apartan y lo dejan solo por equivocarse, que es digno de ser humillado por no actuar de la forma que se espera. Quizás tenga un efecto a corto plazo pero a largo plazo no deja enseñanzas positivas”, explica la psicóloga Mariela Cacciola, coodinadora del blog Dulce Crianza, espacio de reflexión y acompañamiento para padres. Desde este espacio, avala que en lugar de poner límites los padres deben comunicarlos. “Después, los límites aparecen solos”, sostiene.

Para la psicopedagoga Silvia Bono los límites son necesarios para marcar un territorio y no necesariamente hay que asociarlos a los castigos. “El problema es que hoy los adultos estamos discutiendo mucho sobre los conceptos “castigar” o “disciplinar” y los vinculamos siempre con el autoritarismo (porque crecimos con ese modelo de crianza). Cuestionamos esa forma de disciplinar y nos vamos al otro extremo: no hacemos nada, no sabemos cómo hacerlo. Los hechos demuestran que de alguna manera la conducta debe orientarse; no desde el autoritarismo, pero sí debemos hacerlo. Yo cambiaría la palabra castigo por sanción. Los chicos deben entender que todo acto incorrecto tiene una sanción”, opina.

Bono sostiene que a los chicos se les debe informar bien por qué está mal lo que hicieron y explicarles de qué se trata la sanción. “Hay que poner todas las cartas sobre la mesa y dialogar; no desde el autoritarismo, pero sí con una posición firme. Somos padres, no amigos. Tenemos que transmitirles valores: enseñarles que si hicieron algo malo se deben hacer cargo, y brindarles ayuda si es necesario”, expresa.

¿Sirve ensalzarlos?

En Estados Unidos los expertos hablan mucho de la estrategia llamada “capacitación de control para padres”, que está respaldada por cientos de estudios de investigación. La táctica sostiene que a largo plazo los elogios regulares hacen que los niños sean más propensos a obedecer.

Estos procedimientos o “terapias” funcionan así: en vez de enfocarse simplemente en qué hacer cuando un niño se porta mal, los padres deberían primero determinar qué tipo de conducta quieren ver en sus hijos (que sean ordenados, que estén listos a tiempo para ir a la escuela, por ejemplo). Después deberían elogiar esas conductas cuando las vean.

“Cuando uno empieza a elogiarlos, aumenta la frecuencia del buen comportamiento”, indica Timothy Verduin, profesor asistente de psiquiatría infantil y adolescente en el Centro de Estudio Infantil del Centro Médico Langone de NYU, en Nueva York.

Estas técnicas funcionan con todas las edades, pero los psicólogos enfatizan que cuanto más pequeños sean los niños, mejor. Algunos consejos simples para padres que propone esta corriente son:

• Al cruzar la calle, una orden incorrecta sería: “ten cuidado”; mejor: “no sueltes mi mano”.

• Cuando se da una indicación, por ejemplo, “ponete la campera”, hay que contar hasta cinco antes de pasar a los gritos o amenazas; es generalmente el tiempo que tardan los niños en cumplir ese tipo de pedidos.

Esta corriente, al igual que todos los expertos consultados, son contundentes: no se les debe pegar a los chicos. Los malos tratos están prohibidos según el nuevo Código Civil. A pesar de todo, los chirlos siguen siendo una costumbre dentro de muchas familias. Según cifras de Unicef, uno de cada cuatro padres reconoce usa este tipo de correctivos. Así que si de límites se habla, para muchos adultos también son necesarios.

En primera persona 

Un minuto de penitencia por año de edad.- “La mejor forma que encontré para disciplinarlos es darles un minuto de penitencia por año de edad, en un sector determinado de la casa donde no tenga distracciones y pueda pensar. Al finalizar la penitencia, charlo con ellos y después que piden perdón los beso y abrazo fuerte”. (Priscila Morcos, mamá de dos niños, de 7 y 4 años).

Sin compu ni celular.- “Celeste sabe que si se porta muy mal le saco lo que más le gusta: el celular y la computadora. Antes la mandaba a pensar a su cuarto. Igual, la penitencia para mí es el último recurso. Hablo mucho con ella. Estoy a favor de ponerles límites a los chicos. Veo que muchos padres no lo hacen; tienen miedo de castigarlos”. (Carolina, mamá de una nena de 10 años).

Desilusión.- “Les hago saber desde chiquitos que policía no soy. Les enseño que si se portan mal es algo con ellos mismos, que es una pena que no puedan controlarse solos. Y luego los miro fijo; no vuela una mosca. Les hago sentir que me desilusionan”. (Mariela Acotto, mamá de dos adolescentes).

Con la misma moneda.- “Me pasó que mi hijo mordía. Luego de agotar las instancias de dialogo, me mordió y yo lo mordí a él... ¡problema solucionado! (Romina Eustacchio, mamá de dos pequeños).

Nunca penitencia.- “Para disciplinarlos elijo el amor y la rutina del orden. Les hago entender que todo lo que hacen, sea bueno o sea malo, repercute en alguien... Por eso es mejor portarse bien. Nunca los puse en penitencia”. (Carolina, mamá de dos varones y dos mujeres).

Amenaza.- “Lo amenazo con castigarlo a la 1, a las 2 y a las 3 si no hace las cosas o no pide perdón. Jamás pasa del 2 y nunca le pegué”. (Janet Pujol, mamá de un nene de 7 años).

Penitencias tecnológicas 

Lejos quedaron el “andá al rincón” o el “escribí 100 veces no debo…”. La forma de disciplinar a los hijos cambió. Ahora, prohibirles el celular, la computadora o la play se convirtieron en las principales penitencias de los niños. Son sus nuevos caballitos de batalla a la hora de poner límites, porque es lo que más les duele, coinciden los expertos.

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