“Las heridas cicatrizan a medida que se hace justicia”

Mientras en Buenos Aires la Junta Militar -Jorge Videla, Emilio Massera y Orlando Agosti- deponía a la Presidenta, María Estela de Perón, en Tucumán se vivían horas febriles. Antonio Bussi, a cargo de la V Brigada de Infantería, encabezó el movimiento que se alzó con el poder. Amado Juri, el Gobernador, fue encarcelado. A cuatro décadas del aquel día, los hijos de Juri y de Bussi apelan a los recuerdos para reconstruir aquellas jornadas y hablan sobre el país de hoy y del que viene.

AMADO JURI  AMADO JURI
24 Marzo 2016

FERNANDO JURI

- ¿Cómo era su vida en marzo de 1976?

- Tenía 15 años. Era la vida normal de un chico que iba al colegio, estudiaba en el Sagrado Corazón. Tenía muchos amigos, o que se decían amigos, porque luego del golpe fueron muy pocos los que quedaban a la par, por temor muchos no querían saludarme. No puedo quejarme de las autoridades del colegio, que me dieron mucha contención.

- ¿Qué recuerdos tiene del 24 de marzo?

- La noche del 23, en la víspera del golpe, había mucha tensión, nervios e incertidumbre. Comenzaron a llamar algunas esposas de funcionarios de mi padre, porque encapuchados habían ido a sus casas a secuestrar a sus maridos. Desde esa hora el jefe de Policía ya no respondía a los llamados. A las 4 sentimos una voz de alto: eran los militares que llegaban a detener a mi padre. Era una noche de lluvia, tenebrosa. Se presentó un coronel diciéndole: “Gobernador, se produjo un golpe de Estado”. Recuerdo haberles dicho a los militares que quería ir con mi papá. “No, quedate tranquilo porque tu papá va a hablar con el general Bussi a la Casa de Gobierno y vuelve”, me contestaron. Y mi papá volvió a los tres años y medio, porque estuvo preso.

- ¿Cómo se vivían los días anteriores? ¿Se detectaban indicios sobre la inminencia del golpe?

- Había una fuerte convulsión. Los indicios que tenía eran a través de los comentarios de mi padre, pero no sabíamos que sería el 24. Desde 20 o 30 días antes ya se sabía que sucedería algo.

- ¿Qué le contó su padre sobre ese día? ¿Cómo lo vivió él?

- Bussi tenía relación con mi padre como comandante de la V Brigada de Infantería desde antes del golpe. Él llegó luego de que el general Vilas había terminado la lucha contra la subversión. Después vino el verdadero terrorismo de Estado, con Bussi y con Videla. Mi padre me contaba que en esos días Bussi estaba como un lobo enjaulado, con una ira tremenda, y que caminaba por el despacho de la Casa de Gobierno despotricando en contra del peronismo y el comunismo. Me contaba que realmente Bussi estaba sacado por el odio. A mi papá lo trasladan después al comando de la V Brigada con el resto de los funcionarios y al mes, si mal no recuerdo, lo envían a la cárcel.

- ¿Cómo cambió la vida de su familia a partir del 24 de marzo?

- Mi padre estaba preso, mi cuñado (César René Dantur, esposo de mi hermana) había sido secuestrado. Lo tenían en la Escuela de Educación Física, que era un centro clandestino de detención. Después lo liberaron. A mi padre al principio no lo podíamos ver. Era todo incertidumbre, tristeza, desconcierto y preocupación. Estábamos todos los hermanos con mi mamá, que tuvo que ponerse al hombro toda esa situación. Ella era directora de escuela; se decía que tenía como 10 puestos de trabajo y toda una serie de cosas que son una locura. La familia estaba recluida en la casa, porque luego del golpe sufrimos varios allanamientos. Entraron a mi casa y no encontraron nada, porque mi padre no tenía ninguna conexión con la subversión, era uno de los tantos desaparecidos y presos completamente inocentes. Rubén Chebaia, Dardo Molina, tanta gente que no tenía nada que ver... El ministro de Economía, Martínez, luego apareció muy golpeado tras su secuestro.

- ¿Qué significó para usted ser hijo de Amado Juri en ese momento y a continuación?

- Un gran honor y una gran responsabilidad también. Al igual que ser sobrino de Fernando Riera, que era hermano de mi madre. Fueron caudillos del peronismo, íconos de la democracia. A mi padre lo habían detenido muchas veces cuando el peronismo estaba proscripto. Yo tenía 9 años y mi mamá me decía que se había ido de viaje. Era mentira, lo habían apresado por ser peronista, por sus ideales, por la causa de Perón.

- Si lo tuviera a su padre enfrente ahora, ¿qué le diría?

- Que fue realmente un caballero, un hombre con todas las letras, y que me siento orgulloso de él. Tenía hidalguía. Cuando estaba preso mantenía el espíritu vivo en la cárcel. Mi padre nunca se quejó de esa situación. Le tocó trabajar en prisión en una cortada para fabricar ladrillos y los demás presos no querían dejarlo, porque él era el Gobernador de la provincia. Simbólicamente era un acto fuerte. “M’ijo -como decía-; haga lo que le pidan, pero con dignidad y con la frente en alto”. Es un orgullo ser su hijo, eso le diría.

- ¿Cómo cree que las próximas generaciones recordarán a Amado Juri?

- Hoy, a Amado Juri ya se lo reconoce como un hombre de la democracia, que fue un fiel soldado de Perón. En esa época se trabajaba y se hacían las cosas con convicción, hoy estamos carentes de ese tesón ideológico y filosófico. Digo: en ese tiempo se peleaba por una ideología y por un principio. Lo recordarán a Juri como un ícono de la democracia y como un hombre íntegro. Mi padre no se enriqueció con la política, toda la herencia fue una casa y un auto.

- Hablando sobre el 24 de marzo, ¿qué le diría a Ricardo Bussi?

- Con Ricardo tenemos una relación de respeto. Nos saludamos respetuosamente, ni él se puede hacer cargo de las cosas de su padre ni yo de lo de mi padre. No puedo decirle nada. Él se sentirá orgulloso de su padre, al igual que yo estoy orgulloso del mío, a pesar de que yo considero que su padre estuvo equivocado. Más allá de lo que yo pueda juzgar de su padre, él no puede ser responsable de lo que hizo.

- A 40 años del golpe, ¿qué cree que hemos aprendido como sociedad?

- Suele decirse que las sociedades y los pueblos no se equivocan. Estoy convencido de que sí se equivocan, porque un gran sector del pueblo y muchos de la política fueron a golpear la puerta de los cuarteles. El pueblo sí se equivoca... pero no se suicidan. En el 76 se equivocó, por suerte recuperamos la democracia en 1983. Creo que a partir de allí hemos aprendido mucho, tenemos 30 años de democracia ininterrumpida. Jamás vivimos esto en el país, si bien es una democracia incipiente comparada con otros países. Por eso creo que nunca más debemos padecer un golpe de Estado en la argentina. La sociedad tomó conciencia de que la democracia, con sus defectos, es el mejor sistema de gobierno en el mundo.

- Cuando se habla de memoria y justicia, ¿qué reflexiones puede aportar?

- La memoria y la justicia son esto: que nunca más. La memoria para recordar todos los días de nuestras vidas lo horroroso que fue, y la justicia para juzgar y condenar. A algunos no les gustará, pero se debe juzgar a todos, de los dos sectores.

- En lo personal, ¿qué siente al recordar aquellos tiempos? ¿Todas las heridas han cicatrizado?

- Creo que las heridas aún no cicatrizaron, van cicatrizando a medida que se hace justicia y se va condenando a los culpables. Esto va a terminar cuando se termine de castigar a todos los que tuvieron la responsabilidad de matar, de secuestrar, de torturar, de invadir y de tantas atrocidades y delitos cometidos.

- ¿Cómo cree que se hablará del 24 de marzo dentro de cuatro décadas?

- Pienso que se lo va a recordar como una historia muy triste y muy negra de la Argentina, para que nunca vuelva a suceder.

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