EVOCACIÓN CLÁSICA. Don Miguel de Cervantes Saavedra en su más difundida actitud de pensante. Atrás, sus personajes, o mejor dicho la raza inmortal corporizada en el personaje legendariamente magnífico: Don Quijote en primer término; y luego, Sancho. (Ilustración de Ricardo Saravia)
CARLOS R. PAZ / LA GACETA
Muy pocas veces, en Tucumán, se desarrolló un homenaje literario con las dimensiones que tuvo el rendido a don Miguel de Cervantes Saavedra, con motivo de los 325 años de su muerte. El autor de “El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha” (1605), obra cumbre de la literatura universal, había fallecido el 22 de abril de 1616.

Los actos tucumanos, organizados por la Casa de España, duraron cuatro jornadas y comenzaron el miércoles 23 de abril. La tarde de ese día, por la emisora local LV 12 Radio Aconquija, el doctor Francisco E. Padilla pronunció la conferencia “El Quijote en América”. Aportó datos y conceptos valiosos sobre la persona simbólica del ideal cervantino y su proyección en la vida americana. Más tarde -por otra radiodifusora- el presbítero Ramiro Melero se ocupó de “El espíritu del Quijote en América”, exponiendo ideas y comentarios acerca de la influencia de Cervantes sobre los pueblos americanos. Y a las 20, en el salón de actos de la Biblioteca Alberdi, tuvo lugar un acto literario musical, donde el presbítero H. Fernández Mariño dictó la conferencia “El Quijote, Sancho y el castellano”. Su eje fue explicar el proceso de la formación de nuestro idioma, relacionándolo con las figuras del ingenioso hidalgo y su escudero.
Los actos continúan
Al día siguiente, al mediodía, don José Rubio Polo, en una conferencia radial que llamó “Tono universal del libro español”, expuso sus vastos conocimientos sobre literatura castellana. Por el mismo medio, durante la tarde, Nélida Olea Núñez habló sobre “En torno al Quijote”. Y por la noche, en la Biblioteca Alberdi, el homenaje fue literario y musical. Se escuchó la “Danza española N° 5” de Granados, ejecutada en violoncello por Oscar A. Rodríguez, acompañado en el piano por Francisco Bernal.
A continuación, Rubio Polo habló sobre “Lo que piensa Europa del Quijote”, y cerró sus conceptos con la lectura de un poema de su autoría. La fiesta terminó con la ejecución de “Oriental op. 50”, de César Cui.
El viernes -tercer día de homenajes- los actos tuvieron destacado relieve. La cooperación de intelectuales y la mayor cantidad de público, concurrieron para darles mayor importancia.
Durante la tarde, por LV 12, el presbítero José Ferrán disertó sobre “La filosofía del Quijote”. Y a continuación, por LV 7, el doctor Nicanor Rodríguez del Busto habló sobre “Cervantes como factor de cultura”. Ya anocheciendo, en la Sociedad Sarmiento se desarrolló otra velada literario musical. Se inició con “La mantilla” y “La partida”, de Álvarez, cantados por Rosaura Auoirin, acompañada al piano por el profesor Alberto Uzielli. Luego ocupó la tribuna el RP Ramiro Mekero (h). Encaró como tema “El quijotismo”. Abundó sobre el significado del término y estableció -en su criterio- la diferencia existente entre el concepto errado de algunos escritores, detractores del hispanismo, y el que él consideraba real: el emanado de las virtudes y de los méritos de Don Quijote.
El broche de oro
La última jornada de homenaje fue el sábado 26 de abril. El cierre fue resonante. La ciudad recibió ese día a uno de los escritores más prometedores de aquellos años: el novelista Manuel Mujica Láinez, redactor de “La Nación”.
La fiesta literario musical se desarrolló en el Teatro Alberdi. El coliseo lucía repleto y vestido a todas luces. La concurrencia de público había ido en aumento por las notas que le dedicaba LA GACETA, y esa noche se potenció por la presencia de Mujica Láinez.
La reunión se inició con el preludio de “Maruxa” del maestro Vives, ejecutado por la Banda de la Provincia, bajo la dirección del maestro Enrique Casella. A continuación, Mujica Láinez, pronunció su conferencia, titulada “Don Miguel y Don Quijote”. La inició diciendo que los escritores ingleses, españoles, alemanes y de otras naciones, se dedicaron en los primeros tiempos a detractar la obra inmortal de Cervantes.
Las reflexiones de “Manucho” acerca de quién fue Alonso Quijano el Bueno y qué se propuso su autor al lanzarlo al mundo, fueron más que interesantes. “Hay quien ha pretendido que Cervantes quiso pintar en Don Quijote a Carlos Quinto, señor de altas empresas de caballería; hay quien asegura que se trata de una caricatura del Duque de Lerma, el favorito; hay quien persiguió maravillosamente su paralelo con San Ignacio de Loyola y hay quien ve en él, más discreto, a un hidalguejo de Esquivias, tío de la mujer de Don Miguel, ‘aquel de los bonetes’, a quien Enrique Larreta llama, en un soneto, ‘caño de la demencia’. Según las palabras del propio Cervantes… fue de poner en destierro definitivo a las novelas de caballerías”, dijo.
El orador -revelando su certero criterio y su vasta cultura- desarrolló el tema picando notablemente el interés de la concurrencia, que no perdía palabra. Mujica Láinez ahondó en lo espiritual del personaje cervantesco y desentrañó -de modo brillante- los altos valores morales de tan bella figura. Concluyó diciendo: “Don Miguel y Don Quijote son, pues, un puente, un arco -¿por qué no llamarlo un arco iris?- tendido entre las dos Españas. Va de la España de Carlos Quinto a la de Felipe III, pero va también de la de Isabel La Católica a la Isabel II y a la actual. Es el arco luminoso que cobija la promesa de constante renovación del pueblo más grande de la tierra”.
Tras los cerrados aplausos, los coros de la Academia de Bellas Artes, bajo la dirección del profesor Alex Conrad, cantaron “Lucero de la mañana”, “Clara” y “La cinta de mi sombrero”. A continuación se presentaron “estampas cervantinas”, para concluir los homenajes cantando el “Himno a Cervantes”.
En síntesis, fueron días inolvidables, donde la comunidad tucumana dio testimonio de alta cultura, evocando con entusiasmo al inmortal creador de Don Quijote.







