Las familias que se quedaron en el río Muerto cumplieron un año sin luz

Las familias que se quedaron en el río Muerto cumplieron un año sin luz

Son cuatro familias que no aceptaron reubicarse en El Manantial Sur, porque lo consideran muy inseguro, y otras dos que van de vez en cuando. Sin respuestas.

AFLICCIÓN. A Marcelo Olea y Hugo Pistán les preocupa que todavía haya bloques de cemento en el lecho del río, lo que agravaría una eventual crecida. LA GACETA / FOTO DE MARÍA SILVIA GRANARA.  AFLICCIÓN. A Marcelo Olea y Hugo Pistán les preocupa que todavía haya bloques de cemento en el lecho del río, lo que agravaría una eventual crecida. LA GACETA / FOTO DE MARÍA SILVIA GRANARA.
08 Marzo 2016
Paradojas si las hay, las familias que se quedaron a la vera del río Muerto, en El Corte, acaban de soplar las velas: hace exactamente un año que se quedaron sin luz.

Lo recuerdan muy bien. La noche del viernes 6 de marzo del año pasado, una violenta tormenta sacudió la provincia y también hizo tambalear las casas ubicadas en el barranco del río Muerto, que esa noche renació con toda la fuerza. Ese curso se llama así porque nunca solía llevar agua, pero esta vez mostró de lo que era capaz: expulsó a una veintena de familias que se habían asentado en la zona hacía varias décadas, ya que sus casas quedaron al borde del precipicio, en un evidente e insalvable peligro. Pero cuatro de esas familias decidieron hacerle frente a los riesgos y conservar lo poco que habían construido a lo largo de sus vidas.

“Nos propusieron llevarnos a El Manantial Sur, donde reubicaron al resto de las familias. Pero ahí es complicado vivir, se mezcló gente de todos lados, no es un lugar seguro. Acá nosotros vivimos tranquilos y cerca del trabajo”, justifica Marcelo Olea, empleado de la Municipalidad de Yerba Buena. “El intendente (Mariano) Campero nos prometió que nos iban a solucionar el tema de la luz. EDET igual. Pero ya ha pasado un año que estamos a la luz de las velas”, reclamó el vecino.

Los que se quedaron

De las que estaban originariamente, que eran más de 20, cuatro las familias no aceptaron la oferta de reubicarse, porque consideraron que el riesgo no era tan grande como las otras. Son las familias Maturano, Olea, Puerta y Pistán, informó Olea. “Otras dos o tres familias vienen cada tanto, pero no están de manera permanente”, contó.

Hugo Pistán también es empleado de la Municipalidad de Yerba Buena, pero aún así no ha encontrado solución a sus reclamos. Hace 48 años que vive ahí y está seguro de que por la ubicación de su casa, el río no le proporciona un mayor riesgo. “Desde un primer momento dijimos que no al traslado a El Manantial. Ayer escuché por radio que había una señora baleada ahí. Uno acá vive tranquilo, no está acostumbrado a andar esquivando balas ni peleas”, objetó. Además de su trabajo en el municipio, donde se desempeña como sereno, Pistán hace jardinería en las casas de El Corte. “En el verano arrancamos a las 5 de la mañana para hacer los jardines. No podríamos hacerlo si viviéramos en El Manantial”, puntualizó.

El intendente Mariano Campero asegura que está al tanto de la situación de estas familias de el río Muerto. Pero sus reclamos ante la compañía EDET no han traído la solución. “Ellos tienen que resolver ese tema. Entiendo que hay que colocar un transformador, es decir, es algo que no puede hacer el municipio. Vamos a seguir insistiendo, nos estamos ocupando de eso y de otros asuntos vinculado al alumbrado público”, aseguró.

Hasta el cierre de esta edición, LA GACETA estuvo intentando comunicarse con los responsables de EDET para encontrar una explicación a este postergado problema y para informar de una fecha estimativa de solución, pero los voceros no respondieron las llamadas.

Campero entiende el eventual riesgo que corren las familias del asentamiento, pero comprende también que no quieran irse. “Hay gente que está desde hace más de 50 años ahí, no es tan sencillo como pedirles que se vayan. Si yo tuviera lotes, sin duda se los daría”, finalizó. Los vecinos, por su parte, manifestaron que desearían que el municipio les otorgara terrenos en un lugar seguro, pero siempre dentro de la zona en la que vivieron toda la vida. “Nosotros no queremos que nos regalen nada, un terrenito que podamos pagar es lo que pedimos, con todo en regla, porque acá no tenemos nada seguro”, expuso Olea.

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