De una triste canción de amor a la más alta alegría

La Novena Sinfonía de Beethoven vuelve al San Martín esta noche, con la Orquesta y el Coro Estable, dirigidos por Jeff Mannokian.

ÜLTIMA NOVENA. En 2013 la Orquesta y más de 250 voces resonaron en las naves de la estación del Mitre. LA GACETA / FOTO DE ANALIA JARAMILLO (ARCHIVO). ÜLTIMA NOVENA. En 2013 la Orquesta y más de 250 voces resonaron en las naves de la estación del Mitre. LA GACETA / FOTO DE ANALIA JARAMILLO (ARCHIVO).

¡Cómo prende la tristeza! Hasta ayer Adele ya sumaba 110 millones de vistas en YouTube con su estremecedora canción “Hello”, que dio a conocer hace una semana. Tácticas de mercado aparte, como buen tema triste muchos deben haberlo escuchado una y otra vez para identificarse en una avalancha de recuerdos pesarosos.


En la música popular no solo es cuestión del texto sino también de tonalidades, que utilizan ciertos modos, escalas y acordes, por lo general menores, para transmitir sensaciones bien diferentes a las tonalidades mayores, hacia sensaciones más alegres.

Así como ahora una cantante británica asciende en millones de oídos, con el tiempo quedará guardada en la web y se esfumará del recuerdo. Pero en otros territorios musicales, los de la música grande e imperecedera, se ubica el nombre de Ludwig van Beethoven. En especial su monumento a la fraternidad, a la alegría, y también a la popularidad: la Novena Sinfonía.

Una obra extraordinaria  

¡Oh, amigos, no con esos acentos!

¡Entonemos cantos placenteros y plenos de alegría!

Por muchos motivos hay que escuchar la Novena en vivo. No solo por su belleza musical sino por todo lo que conllevó para la música y el arte. Resignificó la música clásica y cambió su rumbo para siempre. Entre los muchos porqués, los más importantes son:

- La percusión no era, hasta ese momento, un elemento típico de orquesta. La introducción de instrumentos de percusión en el cuarto movimiento de la Novena Sinfonía marcó para siempre un cambio rotundo en la composición de las orquestas sinfónicas.

- Además de la percusión, el cuarto movimiento introduce un elemento mucho más revolucionario: el coro. La Novena inicia el género de la sinfonía coral, que triunfa en el romanticismo (siglo XIX y principios del XX).

- La música clásica se caracteriza, entre otros detalles, por la rigidez de su estructura. Las innovaciones que Beethoven introdujo sentaron un precedente único en la historia y marcaron el comienzo del romanticismo musical, mucho más emocional y desestructurado. Por este motivo se dice que Beethoven fue el último clásico y el primer romántico.

- Los versos introducidos por Beethoven son, en realidad, un poema del poeta Friedrich Schiller, quien se lo cedió. El poema, originalmente nombrado Oda a la Alegría, fue ligeramente modificado por Beethoven por motivos de ritmo y métrica. Actualmente esta parte de la sinfonía es el himno oficial de la Unión Europea.

- Su duración marcó para siempre todos los géneros musicales: 74 minutos (lo mismo que un CD).

Hoy, en vivo

Esta noche se pueden recuperar los sentimientos que transmite la Sinfonía N° 9 en Re menor opus 125, última obra completa del compositor alemán.

Tomará la batuta Jeff Manookian, y la interpretarán la Orquesta y el Coro Estable de la Provincia, que dirige Ricardo Sbrocco. Cantarán como solistas en el cuarto movimiento la soprano Myriam Molina, la contralto Claudia Manrique, el tenor Fabián Abad y el barítono Alfredo Tiseira.

¡Alegría, hija del Elíseo!

Tu hechizo vuelve a unir

lo que el mundo había separado

todos los hombres se vuelven hermanos

allí donde se posa tu ala suave.


PUNTO DE VISTA - Osvaldo Aiziczon (Psicoanalista)

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Los dos lados del espíritu

Nunca ha sido fácil distinguir la alegría de la euforia, caracterizada esta última por un sentimiento de plenitud desbordante. Beethoven nos regala, con la Novena Sinfonía, su brillante y alegre aspiración a que todos los hombres sean hermanos (incluidos los argentinos, supongo). Es tan difícil traducir música en elementos conceptuales del campo de la palabra que la interpretación queda finalmente a cargo del oyente que la recibe. Del otro lado del espíritu la tristeza también quiere su “Oda”, beethoveniana o no, y pide ser escuchada en el ámbito de los acontecimientos humanos. Hay en la tristeza ricas profundidades que la alegría no suele captar. un extraño regocijo frente a lo perdido, un lucimiento del dolor, a veces a través de un victimismo inteligente. Un brillo insólito del desgarro, empezando por el crecimiento de lo perdido y retornando a los escenarios que indique la nostalgia, tal como se percibe en la letra de algunos tangos.

Quizá por todo esto la tristeza, por su buena memoria, merece ir, junto a la alegría, al balotaje por el reconocimiento de los sentimientos universales.

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