
AMENA CHARLA. Lanza del Vasto, acompañado por María Eugenia Valentié y Ricardo Casterán, conversa animadamente con el entonces subdirector de LA GACETA, Daniel Alberto Dessein, durante su visita. la gaceta / ARCHIVO

Carlos Rosauro Paz - LA GACETA
El lunes 2 de septiembre de 1957, en un avión procedente de Córdoba, arribó a nuestra ciudad el destacado filósofo, poeta, artista, activista de la no violencia, ferviente católico y discípulo de Gandhi, Giuseppe Lanza del Vasto, quien había nacido en 1901 en el San Vito dei Normanni, en la provincia de Brindisi de la región de Apulia, en Italia. Su verdadero nombre era Giuseppe Giovanni Luigi Enrico Lanza di Trabia-Branciforte.
Fue recibido en el aeropuerto por la directora del Instituto de Filosofía, profesora María Eugenia Valentié y por los profesores Eduardo Sacriste, Ricardo Casterán y Juan G. Esteban. Luego se trasladó hasta la casa del arquitecto Sacriste: allí se alojaría durante los dos días que permaneció en Tucumán.
Febril actividad
El viajero causó admiración por su vestimenta y por la dignidad de su porte: vestía pantalones blancos, un suéter de lana de igual color, una chaqueta celeste con capucha y calzaba sandalias franciscanas. En el pecho lucía la cruz que caracterizaba a la Congregación del Arca (que él había fundado). Él mismo confeccionaba sus prendas y portaba, como único equipaje, un pequeño hato y una guitarra guardada en un estuche de mimbre.
Acompañado por la profesora Valentié y el arquitecto Sacriste, Lanza del Vasto llegó al rectorado de la Universidad. Allí se reunió con el rector Gerardo Peña Guzmán y otros funcionarios. El visitante aceptó una serie de publicaciones de la imprenta de la casa, y se interesó en particular por un álbum de dibujos de Lajos Szalay, cuyo arte elogió sin reservas. Luego fue al Instituto de Filosofía y mantuvo una animada charla con alumnos y profesores.
Visita LA GACETA
Por la tarde llegó a nuestro diario. Fue recibido por el subdirector Daniel Alberto Dessein, en una prolongada visita
Entre otras cosas, Lanza del Vasto dijo que “La no violencia, tal cual la entendía Gandhi, no significa una actitud pasiva, sino, por el contrario, una acción, una lucha tendiente a la implantación de la justicia mediante medios justos”.
“No es por lo tanto -decía- un desentenderse de las cosas del mundo, un aceptar todo sin indignación ni rebeldía, sino, por el contrario, una lucha, cuyas armas son la persuasión, el sacrificio, el renunciamiento; y su fin es llevar al adversario a la libre aceptación de su error”.
“Por ser una lucha, los más eficaces sostenedores de la ‘no violencia’ resultan hombres de acción, guerreros convertidos a ella al comprender que los únicos triunfos permanentes y legítimos son los de la ‘no violencia’. La ‘no violencia’ se propone actuar sobre el hombre actual para eliminar el odio, la injusticia, todo lo que es contrario a su verdadera naturaleza”, concluía.
Las conferencias
Lanza del Vasto había sido invitado para brindar dos conferencias, organizadas por el Instituto de Filosofía y la Facultad de Arquitectura de la UNT.
La primera se realizó en el salón de la Caja Popular de Ahorros, la misma tarde de su llegada. Era tal la cantidad de gente, que la capacidad del local fue largamente superada. El disertante desarrolló, en francés, el tema de “La no violencia”, involucrando conceptos como la justicia, el amor, la conciliación entre ambas y los métodos no violentos. “Esta fuerza es la que logra vencer el miedo de soportar todo: ser heridos o saber que nos creen cobardes. Es un acto de fe, de fe creadora y, a fuerza de vivir esta fe, se crea la buena fe en las relaciones humanas”.
La segunda conferencia fue al día siguiente, en el mismo lugar y hora, sobre el tema “El pecado original y el flagelo de la guerra”. En italiano, comenzó diciendo que el principio de todos nuestros problemas era el pecado. Desde el relato bíblico, razonó acerca del conocimiento de ese primer error, de sus consecuencias y del placer y el dolor.
“El dinero es un absurdo típicamente humano (…) sólo al hombre se le ocurre perder la vida para acumular dinero. Para un perro el afecto por su amo es el mismo, ya sea un rey o un mendigo. Pero para el hombre, es muy importante que otro hombre sea un rey o un mendigo: con el conocimiento del bien y del mal, surge el de las diferencias sociales”, afirmaba.
Visitas y partida
El miércoles 4 visitó a la comunidad de Santo Domingo. Allí lo recibió fray Alberto E. Quijano. En una mesa redonda, esclareció los fines y la estructura de su obra “Los compañeros del Arca”, y respondió preguntas. Firmó luego el libro de visitantes, con un pensamiento que decía: “La sabiduría es una inmensa economía de dolores, de delitos y de desastres…”.
Después, en los jardines de la Facultad de Arquitectura (con gran cantidad de público) despejó interrogantes sobre algunos temas de sus conferencias, reiterando conceptos sobre la necesidad de “instaurar un régimen de vida más simple, que permita la libertad y la plenitud vital del hombre”.
Por la tarde, el distinguido escritor fue llevado hasta el aeropuerto en un auto de LA GACETA, cuyo interior quedó cubierto por pétalos de flores que le arrojaban como despedida. Lanza del Vasto se fue a Buenos Aires, y luego de regreso a Francia.
Hombre humilde
Entre la correspondencia que María Eugenia Valentié atesoró hasta su muerte, hay un par de cartas de Victoria Ocampo. En una de ellas, del 16 de agosto de 1957, Victoria daba a Valentié algunos consejos sobre cómo tratar al famoso filósofo: “Me parece muy bien que alojen a Lanza del Vasto en la casa del señor Sacriste, si es que todos están de acuerdo en que así se haga. Su régimen alimentario es el de los vegetarianos, verduras, huevos, queso, leche, frutas. Él mismo hace su cama y lava su ropa (en caso de necesitar hacerlo)”, decía.
Lanza del Vasto fue un hombre humilde, espiritual, de vida sencilla, que dejó impregnados de sabiduría a quienes pudieron escucharlo. Falleció el 5 de enero de 1981 en Albacete, España.








