“TRUE DETECTIVE 2”. McAdams y Farrell, policías en acción.
El gran problema de la segunda temporada de “True detective” siempre fue la primera. La comparación permanente significó una andanada de golpes de nocaut. Si la historia, la dirección y el cast de los ocho capítulos emitidos el año pasado rozan la perfección, ¿qué culpa tienen Colin Farrell, Rachel McAdams y Vince Vaughn? Para Nic Pizzolatto, padre de la criatura, lo más cómodo hubiera sido retirarse bañado de gloria, pero apostó fuerte con una segunda parte que empezó criticada a más no poder y bajó el telón con un episodio excepcional. Fueron semanas durante las que “True detective” batalló hasta desembarazarse del salvavidas de oro representado por la dupla Matthew McConaughey-Woody Harrelson. Sudó sangre hasta que lo consiguió.
Sin Cary Joji Fukunaga, director integral de la primera temporada, Pizzolatto y HBO decidieron prescindir de una mirada única tras la cámara y repartieron el juego. La peor parte le tocó a Justin Lin, a cargo de los dos primeros capítulos. No gustaron, lucieron enrevesados y artificiales, mientras los personajes iban acomodándose con excesiva lentitud. El rating se vino abajo y Pizzolatto pisó en falso con un cliffhanger devenido bluff: a Ray Velcoro (Farrell) lo balean y en el episodio siguiente se descubre que tenía un chaleco antibalas. ¿En serio escribió eso?
El punto de quiebre se produjo al cierre del cuarto capítulo, una balacera magníficamente filmada por Jeremy Podeswa. A partir de allí “True detective 2” se enfocó y empezaron a encajar las piezas. Los policías Velcoro y Bezzerides (McAdams) sintonizaron con su colega Woodrugh (Taylor Kitsch) y el gángaster jugado por Vaughn quedó como un rey desnudo, burlado y solitario, toda una invitación a la empatía.
La trama se afiló a medida que los cabos fueron atándose y el show de traiciones y corrupción emergió con repugnante claridad. Un antiguo crimen irresuelto, ligado a un misterioso robo de diamantes, la irrupción de nuevos jugadores en el submundo del juego y de la droga en esa California sucia que tanto contrasta con la luces de Los Angeles y un millonario negociado con tierras contaminadas. Sobre toda esa mafia cabalgaron los atormentados Velocoro, Bezzerides y Woodrugh, a caballo de la música elegida por T. Bone Walker.
Pizzolatto regaló un capítulo final sencillamente descomunal. Murieron quienes debían y allí fueron Bezzerides y la increíble pelirroja Kelly Reilly, obligadas a enfrentar su destino.
Sin Cary Joji Fukunaga, director integral de la primera temporada, Pizzolatto y HBO decidieron prescindir de una mirada única tras la cámara y repartieron el juego. La peor parte le tocó a Justin Lin, a cargo de los dos primeros capítulos. No gustaron, lucieron enrevesados y artificiales, mientras los personajes iban acomodándose con excesiva lentitud. El rating se vino abajo y Pizzolatto pisó en falso con un cliffhanger devenido bluff: a Ray Velcoro (Farrell) lo balean y en el episodio siguiente se descubre que tenía un chaleco antibalas. ¿En serio escribió eso?
El punto de quiebre se produjo al cierre del cuarto capítulo, una balacera magníficamente filmada por Jeremy Podeswa. A partir de allí “True detective 2” se enfocó y empezaron a encajar las piezas. Los policías Velcoro y Bezzerides (McAdams) sintonizaron con su colega Woodrugh (Taylor Kitsch) y el gángaster jugado por Vaughn quedó como un rey desnudo, burlado y solitario, toda una invitación a la empatía.
La trama se afiló a medida que los cabos fueron atándose y el show de traiciones y corrupción emergió con repugnante claridad. Un antiguo crimen irresuelto, ligado a un misterioso robo de diamantes, la irrupción de nuevos jugadores en el submundo del juego y de la droga en esa California sucia que tanto contrasta con la luces de Los Angeles y un millonario negociado con tierras contaminadas. Sobre toda esa mafia cabalgaron los atormentados Velocoro, Bezzerides y Woodrugh, a caballo de la música elegida por T. Bone Walker.
Pizzolatto regaló un capítulo final sencillamente descomunal. Murieron quienes debían y allí fueron Bezzerides y la increíble pelirroja Kelly Reilly, obligadas a enfrentar su destino.








