16 Julio 2015 Seguir en 
EL CESTERO MEDINA. Con su sombrero negro aludo, junto a su sobrina, es el personaje del Paseo termense de los Artesanos. Hace 62 años que teje. LA GACETA / FOTO DE OSVALDO RIPOLL
LAS TERMAS DE RÍO HONDO.- “Sus manos se mueven/ con suavidad y certeza,/ como acariciando el material./ Y es como que recupera/ su frescura vegetal./ Con notable maestría/ va elaborando la trama,/ que le permite lograr la más fina cestería”. El poema del cordobés Domingo Basílico, nativo de Despeñaderos, define con ritmo y precisión el arte cesteril del santiagueño Miguel Medina, oriundo de Cañada de la Costa (un pueblo ubicado sobre la ruta provincial 93, que une Las Termas con Vinará). Allí, a los cinco años, aprendió a tejer la paja brava (espartillo) a través de las enseñanzas de su madre. “Este es un oficio que se transmite de generación en generación, mediante la tradición oral”, aclara al respecto.
Asistencia perfecta
Llueva, truene o caigan rayos; o cuando el sol parta la tierra o el frío congele las manos, Miguel se sienta en su banquito, sobre la calle Caseros, con su sombrero negro protegiéndole “la sesera” -como él mismo define a su cabeza-. En ese tramo de la calle lateral al Casino oficial termeño, rebautizado hace poco tiempo como Paseo de los Artesanos, Medina elabora sus creaciones de fibra vegetal. Es el único varón de 10 hermanos que heredó esta habilidad manual, en la que las mujeres predominan con obstinación militante.
Antes y ahora
“Antes solíamos trabajar en forma íntegramente artesanal con materiales propios de la zona donde vivo. Ahora el espartillo (más conocido como paja brava por la gente) lo traemos de Santa Fe. Tampoco utilizamos raíces o vegetales para las tinturas. Compramos las elaboradas en forma industrial, porque los colores son más firmes y la terminación es mucho mejor y prolija. Aunque cuestan más caro”, describió con precisión este padre de ocho hijos, abuelo de 19 nietos y bisabuelo de tres bisnietos.
Asimismo recordó que “la paja brava también se consigue en Ardiles, departamento La Banda, Santiago del Estero”.
“A todos los productos los seguimos uniendo con hunquillo (junquillo, paja de médano) y chala seca de choclos”, se explayó el canastero más conocido de la ahora capital nacional del termalismo.
El mejor legado
Miguel, el cestero de la Cañada de la Costa -como lo ubican sus clientes y admiradores-, destacó que todos sus hijos saben tejer fibra vegetal. “Pero, no todos se dedican a la cestería. No obstante ellos disponen de un oficio que puede servirles como fuente de trabajo cuando quieran hacerlo. En ese sentido creo que es el mejor legado que un padre puede dejarles a sus herederos directos”.
Redondos y ovalados
El hombre del sombrero negro, con 62 años de artesano y 67 de edad, también explicó que otrora los bolsos se hacían cuadrados. “Pero ahora los elaboramos redondos y ovalados, nos llevan de dos a tres días, sin tapa”. “Un bombo o canasto -añadió- para ropa, de considerable tamaño, nos demanda una semana de dedicación. Una lámpara o velador de pie nos lleva entre cuatro y cinco días. Una pantalla para veladores, un día o dos; una panera, un día y un canasto sin tapa, dos días”.
Amable invitación
Cordial, campechano, Miguel Medina no le esquiva a ninguna charla. Conversa con turistas, con potenciales clientes, con curiosos o con periodistas, sin desatender en ningún momento la lezna o alesna, un hierro con punta muy fina y mango de madera o plástico, de diferentes tamaños, en función al grueso del hilo o anchura de la tireta a introducir. “No se olvide de invitar a los tucumanos y a toda la gente que lee LA GACETA para la Fiesta Nacional del Canasto, que se desarrollará entre el sábado 18 y el domingo 19, en el polideportivo. A las 16 comenzará la Expo Canasto donde ya gané varios galardones. En 2002 obtuve el primer premio con un bombo o canasto para ropa”, dijo al despedirse.
Estirpe artesanal
“Toda su obra expresa/ con calidad y delicadeza/ la capacidad creadora/ que su mente atesora./ ¡Yo te felicito Medina!/ Sos un exponente genial/ de la estirpe artesanal/ de nuestra tierra argentina”. Cierra la personal creación literaria del cordobés Basílico, que se la obsequió de corazón a su amigo don Miguel Medina, todo un maestro artesano de la fibra vegetal.
Asistencia perfecta
Llueva, truene o caigan rayos; o cuando el sol parta la tierra o el frío congele las manos, Miguel se sienta en su banquito, sobre la calle Caseros, con su sombrero negro protegiéndole “la sesera” -como él mismo define a su cabeza-. En ese tramo de la calle lateral al Casino oficial termeño, rebautizado hace poco tiempo como Paseo de los Artesanos, Medina elabora sus creaciones de fibra vegetal. Es el único varón de 10 hermanos que heredó esta habilidad manual, en la que las mujeres predominan con obstinación militante.
Antes y ahora
“Antes solíamos trabajar en forma íntegramente artesanal con materiales propios de la zona donde vivo. Ahora el espartillo (más conocido como paja brava por la gente) lo traemos de Santa Fe. Tampoco utilizamos raíces o vegetales para las tinturas. Compramos las elaboradas en forma industrial, porque los colores son más firmes y la terminación es mucho mejor y prolija. Aunque cuestan más caro”, describió con precisión este padre de ocho hijos, abuelo de 19 nietos y bisabuelo de tres bisnietos.
Asimismo recordó que “la paja brava también se consigue en Ardiles, departamento La Banda, Santiago del Estero”.
“A todos los productos los seguimos uniendo con hunquillo (junquillo, paja de médano) y chala seca de choclos”, se explayó el canastero más conocido de la ahora capital nacional del termalismo.
El mejor legado
Miguel, el cestero de la Cañada de la Costa -como lo ubican sus clientes y admiradores-, destacó que todos sus hijos saben tejer fibra vegetal. “Pero, no todos se dedican a la cestería. No obstante ellos disponen de un oficio que puede servirles como fuente de trabajo cuando quieran hacerlo. En ese sentido creo que es el mejor legado que un padre puede dejarles a sus herederos directos”.
Redondos y ovalados
El hombre del sombrero negro, con 62 años de artesano y 67 de edad, también explicó que otrora los bolsos se hacían cuadrados. “Pero ahora los elaboramos redondos y ovalados, nos llevan de dos a tres días, sin tapa”. “Un bombo o canasto -añadió- para ropa, de considerable tamaño, nos demanda una semana de dedicación. Una lámpara o velador de pie nos lleva entre cuatro y cinco días. Una pantalla para veladores, un día o dos; una panera, un día y un canasto sin tapa, dos días”.
Amable invitación
Cordial, campechano, Miguel Medina no le esquiva a ninguna charla. Conversa con turistas, con potenciales clientes, con curiosos o con periodistas, sin desatender en ningún momento la lezna o alesna, un hierro con punta muy fina y mango de madera o plástico, de diferentes tamaños, en función al grueso del hilo o anchura de la tireta a introducir. “No se olvide de invitar a los tucumanos y a toda la gente que lee LA GACETA para la Fiesta Nacional del Canasto, que se desarrollará entre el sábado 18 y el domingo 19, en el polideportivo. A las 16 comenzará la Expo Canasto donde ya gané varios galardones. En 2002 obtuve el primer premio con un bombo o canasto para ropa”, dijo al despedirse.
Estirpe artesanal
“Toda su obra expresa/ con calidad y delicadeza/ la capacidad creadora/ que su mente atesora./ ¡Yo te felicito Medina!/ Sos un exponente genial/ de la estirpe artesanal/ de nuestra tierra argentina”. Cierra la personal creación literaria del cordobés Basílico, que se la obsequió de corazón a su amigo don Miguel Medina, todo un maestro artesano de la fibra vegetal.
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