Redescubrí La Quebrada

Redescubrí La Quebrada

En menos de 80 kilómetros los pueblos, engarzados como un collar por la ruta 9, aún guardan sitios para descubrir.

Redescubrí La Quebrada
05 Julio 2015

Las vacaciones de invierno están “a la vuelta de la esquina” y Tucumán está en el primero de los tres grupos de provincias en los que se dividió el calendario. ¿La buena noticia? No coincidimos con las “grandes”, lo que nos da ventajas de precios y disponibilidad.

Jujuy también está “a la vuelta de la esquina”. Y 50 km más al norte de San Salvador encontrás el primero de los encantadores pueblos de la Quebrada de Humahuaca. ¡Aprovechá estos días!

Algunos piensan que desde que fue declarada Patrimonio de la Humanidad se convirtió en destino “cinco estrellas”, pero se puede disfrutar de una “Quebrada diferente”, hasta más bella que la ofrecida tradicionalmente. A veces, solo es cuestión de ajustar horarios; otras, basta con animarse a ir un poco más allá de las plazas. O mirar con ojos más atentos.

La luz

Sabelo: no hay una sola Quebrada, porque el paisaje no es el mismo a la mañana que a la tarde; tampoco da igual recorrer la ruta desde el Sur que desde el Norte. El “culpable” es el Sol que, según el pronóstico, está asegurado durante la primera semana de vacaciones. Dicho esto, pensá que las horas con mejor luz son esas en las que los rayos del Sol caen oblicuos. Con este dato, procurá armar el viaje de modo que disfrutes por las mañanas los pueblos ubicados al oeste (Tumbaya, Uquía, Purmamarca) y dejá para la tarde los que están al Este, como Maimará y sus alrededores. No es complicado porque las distancias son cortas: entre Tumbaya y Humahuaca -como para poner límites- hay menos de 80 km. Tilcara y Humahuaca son fascinantes a toda hora. A la hora de elegir dónde hacer base, las dos “grandes” tienen sus ventajas: Tilcara queda más o menos a mitad de camino; la oferta de hospedaje puede ser más amplia en Humahuaca. Purmamarca es u sueño, pero los precios suelen ser más elevados.

Más allá

En todos los casos, desde el más pequeño al más grande, estos poblados ofrecen mucho más de lo que aparece en las guías. Lo interesante es alejarse del “centro” y dejarse ir por calles angostas, animarse a trepar cerros (en muchos casos se puede hacer en auto), adentrarse en los mercados, “huir” de los restoranes para turistas y averiguar dónde comen los lugareños... y tener el ojo atento, para no confundir artesanía con lo que ofrece la mayoría de los puestos: suele ser mercadería fabricada en serie, a bajo costo, de plástico. Pensalo: puede ser interesante comprar menos, pero mejor...


Tumbaya: la capilla del siglo XVII es el centro de un pueblo de adobe, coronado por el cementerio

Tumbaya es el primero del increíble rosario de pueblos de la Quebrada, y abre el paso hacia un paisaje multicolor y sorprendente. Es pequeño y muy pacífico; tanto que a veces parece desierto. Muchas de las casas son de adobe. La capilla, de 1796, da refugio a algunas pinturas de la escuela cuzqueña. Además, es posible subir al coro y desde allí, al campanario. Como sucede con todos los pueblos de la Quebrada, subiendo al cerro encontrarás el colorido cementerio, adonde los difuntos son llevados a pulso y acompañados por bandas de música. 

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Purmamarca: recorré el camino de los colorados antes de entrar al pueblo y miralo desde el cielo

Para llegar hay que abandonar la Ruta 9 hacia el paso de Jama. Apenas empieza el pueblo, una cartel (no demasiado grande, así que andá atento) indica: Camino de los Colorados y te invita a doblar a la izquierda. El paisaje es maravilloso. Poco antes de llegar, tenés la posibilidad de estacionar el auto y trepar un pequeño morro rojo. animate: vale la pena porque te da otra versión del pueblo: lo verás desde lo alto. Ya en la plaza, disfrutá de las callecitas, del cabildo (el más pequeño de los 10 que aún persisten) y de la capilla de Santa Rosa, patrona de Purmamarca. 

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Uquía: después de saludar a los ángeles arcabuceros, buscá el cerro rojo que está detrás de la capilla

La primera imagen ya es impactante: la capilla de 1691, que alberga los famosos ángeles arcabuceros, se recorta contra un cerro color borravino. La propuesta es que después de conocerlos (el cuidador suele estar de 10.30 a 12 y de 14 a 16), tomes la calle que bordea el templo por la izquierda y subas la cuesta. Verás como se transforma lo que habías visto al llegar al pueblo. El recorrido puede hacerse en auto, aunque caminar permite acceder a puntos únicos. Eso sí: hacelo lentamente y respirando bien, porque estás a casi 2900 metros sobre el nivel del mar


Maimará: a la vera del río, entre la paleta de pintor, las huertas y las huellas de la historia

Cuando el sol comienza su camino hacia el horizonte, descarga toda su dulzura sobre los cerros donde conviven en increíble armonía el rojo y los anaranjados, los amarillos, los ocres y los salmones, en contraposición con el gris verdoso de la montaña. Entonces los alrededores de Maimará brillan, y las quintas se tornan aún más verdes, los cultivos de flores entregan colores y aromas, y la Posta de Hornillos (3 km al sur del pueblo) comienza a vestirse de dorado. Caminar por las pacíficas callecitas es una maravilla: llegate hasta el original cementerio del pueblo.

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