Ellas se armaron de valor y contaron sus historias

Ellas se armaron de valor y contaron sus historias

Testimonios crudos y espeluznantes salieron de las entrañas de las víctimas y resonaron en la plaza Independencia durante más de dos horas. Mujeres que fueron víctimas de violencia y mujeres que todavía son víctimas. Madres, tías y hermanas de otras mujeres golpeadas por sus parejas. Todas ellas tuvieron voz: pudieron contar lo que les tocó vivir y sentirse contenidas por otras personas que atraviesan una situación similar. “No se dejen golpear”, pidió una de ellas. Video.

DECIDIDAS. Miles de mujeres tucumanas se plantaron en medio de la calle con sus pancartas en alto para manifestarse en contra de la violencia de género. LA GACETA / FOTO DE OSVALDO RIPOLL DECIDIDAS. Miles de mujeres tucumanas se plantaron en medio de la calle con sus pancartas en alto para manifestarse en contra de la violencia de género. LA GACETA / FOTO DE OSVALDO RIPOLL
04 Junio 2015
No sonó tanto a reclamo. La marcha de ayer más bien tuvo un efecto de catarsis. Fueron miles de mujeres que se animaron a contar su situación, miles de gritos desgarradores que vomitaban bronca, impotencia y dolor. Unas hablaban y otras escuchaban. Fueron más de dos horas de historias, confesiones, aplausos y pedidos de ayuda. Todo en un contexto pacífico, donde nada salió de sus carriles.

“Toda mi vida he sido golpeada, toqué muchas puertas y nunca he sido escuchada”, se escuchó por los altavoces. Las palabras pertenecían a María Inés, una de las tantas mujeres que se animaron a contar su historia delante de miles de personas. “Señora, usted también puede ser golpeada”, advirtió.

“Crié a mis hijos escondiéndome. Yo siempre me caía por las escaleras, siempre me resbalaba. Mujeres, denuncien. No se dejen golpear, no tengan miedo como yo lo he tenido”, vociferó María Inés.

Sus palabras erizaron la piel de todos, como también lo hicieron los demás testimonios. El micrófono pasaba de mano a mano y parecía existir una consigna de superar en crudeza al relato anterior. Después aparecían las lágrimas, los abrazos contenedores y las palabras de aliento.

Una historia similar a la de María Inés es la de Mary, quien asiste a terapia desde hace cuatro años para superar el trauma generado por casi una década de golpes, violaciones y amenazas. “Me discriminaba si estaba flaca, si estaba gorda, todo estaba mal. Las acciones de violencia las ejecutaba cuando mis hijos no estaban y nunca quise contarles porque no quería que se enfrentaran con su papá”, recordó.

En cada rostro, de los miles que participaron de la movilización, había una historia para contar: propia, de una madre, una hermana o una amiga. Nadie estaba exento.

Una mano de Débora, que levantaba su celular entre la multitud, exhibía la imagen de su sobrina herida. “Tiene 22 años y su madre está con un hombre golpeador. Él intentó matar a mi hermana, mi sobrina la quiso defender y le pegó un hachazo en el brazo. No sé si va a poder volver a mover los dedos”, contó con tristeza.

Después se acercó Alba con una historia que parecía extraída de una película. “A mis dos hermanas las mataron. Gaby murió en 1999, estaba embarazada de siete meses y la mató su esposo. Y a Nancy la asesinó su esposo policía. Así vivimos. Uno estuvo preso dos años y medio y el otro se suicidó”, dijo la mujer, mientras abrazaba a una niña. “Vengo para enseñarle a mi hija lo que está bien y lo que no”, comentó.

Entre las que sobrevivieron a los maltratos, estaban las que clamaban por recuperar a sus hijos. Una de ellas es Gabriela, que no ve a sus cuatro chicos desde hace varios meses. “Él me golpeaba, la última vez que me dejó inconsciente hice la denuncia”, contó, y agregó que desde ese momento todo empeoró. “Me persigue, intentó matarme en la calle, y la Justicia le dio la tenencia de los chicos”, dijo, todavía sin poder entender esa determinación.

Algo parecido narró Marcela. “Logré divorciarme de una persona abusadora después de años, porque no es fácil estar con un manipulador. Pero después consiguió la tenencia de mis hijos. Hace 28 meses que los chicos no están conmigo y él les prohíbe que me vean, los amenaza”, contó.

El mismo tono de desesperación se le oyó a Silvia, otra madre alejada de su hijo. “El año pasado mi ex marido fue a la comisaría y denuncio un montón de mentiras sobre mí, como que yo me acostaba con un montón de hombres delante de mi hijo. Lo secuestró durante dos días, después consiguió una audiencia en el Juzgado de Familia y, sin ningún tipo de prueba, me sacó a mi hijo y me impuso una restricción de acercamiento”, relató Silvia con la voz entrecortada.

Ese fue el calibre de los testimonios que sonaron en la plaza Independencia. Ya sin la luz del sol, se unieron para marchar a su alrededor y luego desconcentrarse de manera pacífica, como empezó.

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