El padre de la criatura
Ver a León Najnudel en cine produce una emoción especial cuando hoy mismo se cumplen 30 años exactos de la Liga Nacional de Básquetbol (LNB). “Nunca un deporte estuvo tan ligado a una persona”, dice en la pantalla grande Víctor Hugo Morales. Lo dice en “León, reflejos de una pasión”, un documental de José Glusman sobre la vida de Najnudel, una de las pocas cintas de deporte de la nueva edición del Festival de Cine Independiente de Buenos Aires (BAFICI) y que desde el jueves se exhibe también en el cine Gaumont, a metros del Congreso. Glusman presentó también su documental ante 700 personas en el gimnasio “Héctor Etchart”, escenario central de la obra de Najnudel. Y lo hizo el 22 de abril pasado, a 17 años exactos de la muerte del hombre que ayudó a nacer a la mejor generación de jugadores de básquet de Argentina. La generación cuya máxima hazaña, el oro de los Juegos Olímpicos de Atenas 2004, León no pudo alcanzar a ver, consumido en 1998 por una leucemia cuando tenía apenas 56 años de edad.

“Is coming León” (Está llegando León). Así anunciaban la llegada de Najnudel, por altavoces, en los play grounds del Harlem. “Eran todos afroamericanos allí, absolutamente todos menos nosotros dos”. Lo cuenta otro periodista, Adrián Paenza, al recordar de qué modo buscaba jugadores Najnudel en los semilleros del básquet de Estados Unidos, donde ni los taxistas querían llegar y donde él sí era recibido con todos los honores. Se sentaba en el banco de los suplentes “en medio de una nube de marihuana”, como cuenta Paenza. Buscaba jugadores donde fuere. Si estaba en “El Greco” o “El Dandy”, alguno de sus “cafés-oficina” porteños, y veía que pasaba por la calle un pibe alto, salía disparado a preguntarle dónde jugaba. Si era alto tenía que jugar al básquet. Volvía con sus amigos a la mesa del “café-oficina”. Renovaba whisky y cigarrillo. Y seguía hablando de básquet.

Alguna vez contó Hernán Montenegro, “el Loco Montenegro”, una anécdota que describe como pocas lo que significaba la Liga Nacional para Najnudel. León acababa de conquistar una hazaña. Campeón de la Copa del Rey en España con el modesto Zaragoza. Era 1984. Retornaba la democracia en Argentina y el básquet, por fin, se atrevía a su sueño de federalización, masividad y competencia, la Liga Nacional. “Un mediodía fuimos al club y le arrimaron a León un telegrama en el que desde la Argentina le confirmaban que se iba a crear la Liga Nacional. Me quedó grabado porque para él fue como ver nacer a un hijo. Fue la única vez que lo vi llorar. León había salido campeón de la Copa del Rey, hecho histórico para el básquet español de aquel momento, y no se emocionó. (‘¿Qué voy a ser? ¿Hincha del Zaragoza?’, se reía). Rescindió su contrato con Zaragoza y volvió enseguida”. A León le ofrecieron además dirigir a la selección argentina. Ese trabajo le duró poco porque no aceptó condicionamientos. La Liga Nacional, aún con problemas, sigue vigente. Cumple hoy 30 años de vida.

El primer partido oficial se jugó el viernes 26 de abril de 1985. San Lorenzo de Almagro-Argentino de Firmat en el estadio de Obras Sanitarias. Lanzamiento formal en Buenos Aires, aunque por cuestión de minutos comenzó antes Pacífico-Atenas de Córdoba en la cancha de Independiente de Bahía Blanca, una plaza inicialmente hostil a la Liga, porque temía perder poder. León participó del salto inicial, según recordó alguna vez el periodista Osvaldo Ricardo Orcasitas (ORO), recientemente fallecido, y también impulsor central de la Liga desde las páginas de la revista El Gráfico. “La única forma de competir es con los mejores y contra los mejores. Todos nos haremos mejores”, cuenta ORO en el documental que decía León. Una de las mejores anécdotas es cuando se enoja con un funcionario de la dictadura, un militar a quien él debía explicarle por qué era necesario crear la Liga. “De básquet con usted no discuto, porque de básquet usted no entiende nada”, despachó al burócrata. Igual, hablaba con quien sea en su misión pro-Liga. “Me voy a boxear con fulano”, decía a sus amigos. Y lo “boxeaba”. Y escribía. No eran tiempos de Internet. Intercambió 800 cartas en un año. Siempre por la Liga.

Conocí a León en 1984, apenas recuperada la democracia. Una entrevista para la revista El Periodista (en la que trabajaba) junto con otros entrenadores que también luchaban por un deporte más democrático, como Osvaldo Arsenio, en natación, y Juan Carlos Enseñat, en vóleibol. Fue fascinante. Aprender de especialistas que solo buscaban “socializar el conocimiento”, como cuenta Paenza en el documental. Adelantado y obstinado, León, dice en otro tramo el jugador Andrés Nocioni, viajaba 400 kilómetros en su auto para ver jugar a un pibe que prometía. No decía nada. Hacía fila y pagaba su entrada como uno más. Y le bastaban dos minutos. “Ahora me voy a comer pescado a un lugar que me recomendaron”. Esos dos minutos sirvieron para armar años. Porque a Nocioni le habló no sólo de que se iría a jugar a Buenos Aires. Le habló de su futuro en la Selección.

“Los hijos de la Liga”, tituló Orcasitas en la revista oficial del Premundial Neuquén 2001, antes del primer título de lo que terminó siendo “La Generación Dorada”. Por supuesto que también participa del documental el símbolo máximo de ese equipo, Manu Ginóbili, hoy todavía vigente, figura del equipo histórico de los Spurs que buscan un nuevo anillo de la NBA. Hay quienes dicen que ni Manu ni el oro de Atenas tienen más valor que la Liga Nacional que impulsó Najnudel. “León –dice el entrenador Julio Lamas, acaso su principal heredero- fue la persona más importante del básquetbol argentino, porque provocó que se cambie la forma de competición”.

Sin la Liga Nacional, acaso no habríamos tenido esos cracks y esos títulos. Ni el subcampeonato mundial en Indianápolis 2002 ni el bronce olímpico de Pekín 2008 ni todo lo que sucedió con el fabuloso equipo de La Generación Dorada. “Cuando lo conocí tenía apenas 15 años, todavía no tenía noción de lo que significaba”, cuenta Luis Scola, el otro gran símbolo de ese equipo.

Hasta 1984, el básquet argentino tenía una competencia interna mediocre y dispersa, con el Campeonato Argentino como única disputa nacional, apenas 10 días en todo un año. La selección jugó cuatro de los ocho Mundiales entre 1954 y 1982. Sin apariciones olímpicas. Un estudio de las selecciones menores argentinas entre 1955 y 1982 -cuenta el periodista Alejandro Pérez-, mostraba que el 43 por ciento de esos juveniles llegaban a la selección mayor luego de pasar por equipos de Buenos Aires y el 14 por ciento desde un equipo del interior. La Liga Nacional cambió todo.

La Liga, que en 2013-14 tuvo un movimiento de más de 120 millones de pesos, hoy sufre problemas. La Generación Dorada está en retiro. Y hasta sus jugadores han tenido que intervenir para exigir una nueva conducción, decepcionados porque sienten que no se han aprovechado sus éxitos para que su deporte crezca. Lo han hecho por amor a su deporte. Por el amor que acaso aprendieron de León Najnudel, un entrenador carismático y didáctico, de 455 partidos dentro del país, que ganó Ligas Nacionales, Copas del Rey, Sudamericanos de Clubes. Y cuyo triunfo más importante cumple hoy 30 años: La Liga Nacional

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