20 Abril 2015
EXCLUSIVO. Ortiz puede ingresar a sectores privilegiados, como la sala de prensa donde está el plano gigante del autódromo. la gaceta / foto de juan pablo sánchez noli (enviado especial)
“Ser banderillero es una experiencia distinta que quizás muchos no la conocen, al menos que se la cuenten en detalles. Vivir una carrera desde adentro es una sensación y una responsabilidad especial. No es lo mismo verla desde la tribuna. Y mucho más en casos de carreras tan importantes como MotoGP.” De este modo describió Ariel Ernesto Ortiz el trabajo que realiza en los autódromos y circuitos, el que el fin de semana lo llevó, junto con otros 73 colegas, a trabajar en la presentación de la categoría internacional en Las Termas.
La relevancia del trabajo de Ortiz estuvo reflejada en que, junto con el presidente del Cuerpo de Banderilleros Tucumán, Eduardo Trigo, trabajó en el Race Control, el cerebro del rubro seguridad de la competencia, a la par de colegas de varios países. “Fue mucha responsabilidad encima, pero se llevó a cabo bien, todos los integrantes del equipo respondieron adecuadamente, en base a lo que fuimos preparados. La verdad lo disfrutamos”, contó.
Ortiz, que se desempeña como secretario del club, recordó que se trabajó mucho en la reorganización del club. “Con Eduardo nos desempeñados bien en los trámites difíciles. Por eso los muchachos nos dijeron que por esa causa quienes debían hacer este trabajo éramos nosotros. En realidad nos hubiera gustado estar en la pista, no viendo el gran premio en los monitores. Pero bueno, se dio así”, explicó.
Este fue el segundo gran premio en el que participó Ortiz. “En el primero estuve en la recta principal en el mangrullo, manejando los semáforos de pista y de salida de boxes. Ya esa vez sentí las presiones de la responsabilidad. Esta vez, la experiencia fue distinta, pero reconfortante. Me trataron muy bien. La organización cumplió con todo lo que prometió”, agregó el banderillero.
El hecho de haber pasado varios días en Las Termas llevó a que los muchachos del club modifiquen el curso normal de sus vidas. “Comimos en horarios desusados, pero descansamos lo normal. Para todos quedó claro que se trataba de una experiencia novedosa y que había que vivirla lo mejor posible con los compañeros. Hice mucha actividad social”, afirmó feliz Ortiz.
Este asesor de seguros tiene una hija de 19 años (Romina), que vive en el barrio Ampliación Kennedy, pertenece al grupo desde 1993. “Este club me dio muchas satisfacciones. Decidí no dejarlo y los frutos se ven en la actualidad. Estuve cuatro años consecutivos en la F-1 en puestos clave junto con otros tucumanos. Además viví muchísimas experiencias más en carreras nacionales y regionales”. (Carlos Werner, enviado especial)
La relevancia del trabajo de Ortiz estuvo reflejada en que, junto con el presidente del Cuerpo de Banderilleros Tucumán, Eduardo Trigo, trabajó en el Race Control, el cerebro del rubro seguridad de la competencia, a la par de colegas de varios países. “Fue mucha responsabilidad encima, pero se llevó a cabo bien, todos los integrantes del equipo respondieron adecuadamente, en base a lo que fuimos preparados. La verdad lo disfrutamos”, contó.
Ortiz, que se desempeña como secretario del club, recordó que se trabajó mucho en la reorganización del club. “Con Eduardo nos desempeñados bien en los trámites difíciles. Por eso los muchachos nos dijeron que por esa causa quienes debían hacer este trabajo éramos nosotros. En realidad nos hubiera gustado estar en la pista, no viendo el gran premio en los monitores. Pero bueno, se dio así”, explicó.
Este fue el segundo gran premio en el que participó Ortiz. “En el primero estuve en la recta principal en el mangrullo, manejando los semáforos de pista y de salida de boxes. Ya esa vez sentí las presiones de la responsabilidad. Esta vez, la experiencia fue distinta, pero reconfortante. Me trataron muy bien. La organización cumplió con todo lo que prometió”, agregó el banderillero.
El hecho de haber pasado varios días en Las Termas llevó a que los muchachos del club modifiquen el curso normal de sus vidas. “Comimos en horarios desusados, pero descansamos lo normal. Para todos quedó claro que se trataba de una experiencia novedosa y que había que vivirla lo mejor posible con los compañeros. Hice mucha actividad social”, afirmó feliz Ortiz.
Este asesor de seguros tiene una hija de 19 años (Romina), que vive en el barrio Ampliación Kennedy, pertenece al grupo desde 1993. “Este club me dio muchas satisfacciones. Decidí no dejarlo y los frutos se ven en la actualidad. Estuve cuatro años consecutivos en la F-1 en puestos clave junto con otros tucumanos. Además viví muchísimas experiencias más en carreras nacionales y regionales”. (Carlos Werner, enviado especial)
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