El accionar humano desequilibra el orden natural y genera falta de agua e inundaciones

El accionar humano desequilibra el orden natural y genera falta de agua e inundaciones

Un especialista explicó porqué cada vez, con más intensidad, escasea el agua en época de estiaje, y porqué son más caudalosas las inundaciones en la época de lluvias

EN MINUTOS. Las lluvias provocan el desborde de diques de contención y torrentes con una acción devastadora. EN MINUTOS. Las lluvias provocan el desborde de diques de contención y torrentes con una acción devastadora.
18 Abril 2015

Todos los años y cada vez con más intensidad, escasea el agua en la Provincia en época de estiaje y cada vez son más violentas y caudalosas las inundaciones en épocas de lluvias. A estos extremos, las autoridades pretenden solucionarlos restringiendo el uso del agua en el primer caso, colocando medidores, haciendo perforaciones o planificando la construcción de embalses, y en segundo caso, reparar los desagües y defensas rotas, hacer otras nuevas, asistir a los damnificados y olvidarse del problema, sin atacar las verdaderas causas que provocan esas inundaciones, aseguró Rolando Riera, especialista en recursos naturales.

El abastecimiento y el racional uso del agua fija límites que no deben alterarse en una sociedad organizada, so pena de sucumbir o entrar en decadencia; por ello es un imperativo analizar las razones que producen estos extremos. Entonces se debe estudiar el ciclo hidrológico y ver en qué medida el humano lo alteró, y qué debe hacerse para regularizarlo.

“Cuando se produce una lluvia sobre una vegetación natural, las gotas de agua golpean el follaje, perdiendo velocidad, que es más o menos de 30 km/h, y a medida que escurre en su descenso, pierde también su caudal, porque parte queda como agua mojada y parte es absorbida por las hojas”, explicó Riera. “En su camino hacia el suelo el agua encuentra una capa de hojas producto de la última defoliación otoñal, capa que retiene otra cantidad de agua y que le da al suelo gran porosidad”, añadió.

El especialista apuntó que quienes estudiaron el ciclo de agua denominaron lluvia neta al milimetraje que llega al suelo descontando la intercepción del follaje y la capa de hojas. El excedente pluvial llega al suelo propiamente dicho, con velocidad cero. Esta lluvia neta es significativamente inferior a la lluvia total, y en el caso de Tucumán, de selvas subtropicales, la intercepción puede llegar a ser del 50%, es decir que la lluvia neta sería de 500 mm, tomando como precipitaciones promedio 1.000 mm anuales.

Cuando la precipitación supera la capacidad de intercepción, el excedente ingresa al suelo que, en condiciones naturales, tiene una porosidad de alrededor del 50%, y cuando la lluvia es copiosa y supera la capacidad de retención por parte de ese suelo, el resto del agua sigue su camino descendente hasta ser retenida por una capa impermeable. Si el suelo es plano y horizontal, la capa de agua queda inmóvil embebida en aquel, que es la napa freática, apuntó Riera.

“En los suelos con pendiente, las capas impermeables también lo son, por lo que la napa freática, por razones de la fuerza de gravedad, escurren lentamente sobre estas, apareciendo luego sobre la superficie como vertientes”, indicó.

El especialista subrayó que si los estratos impermeables que retienen las aguas freáticas tienen grietas o fisuras, estas aguas siguen su camino descendente para ingresar en huecos o cavernas intercomunicadas. Estas aguas se llaman artesianas y están presionadas por aguas que están a mayor altura, y aparecen en la superficie como surgentes.

Acuíferos

Según la estimación de Riera, en la medida en que se desmonten los suelos para habilitarlos a la agricultura o ganadería, que se exploten en forma irracional bosques de montaña, que se quemen pastizales o vegetación arbórea de montaña para apacentar haciendas, o que se realicen en esos suelos cultivos carpidos durante la época de lluvias, se alterará un equilibrio milenario que hace que las lluvias impacten directamente sobre el suelo sin protección, rompiendo así su estructura e impermeabilizándolos para provocar la escorrentía y evitar lo que se llama “recarga de acuíferos”.

Conociendo la importancia que tiene la recarga de los acuíferos subterráneos, tanto freáticos como artesianos, Francia dictó en 1.785 un riguroso “Código de las aguas”, y en 1.856 se sanciona la Ley de Protección de los Manantiales y Áreas de Infiltración.

En Italia se aprobó en 1.910 la primera Ley de Protección de Cuencas Hidrográficas. Hoy no existe país desarrollado que no proteja sus acuíferos subterráneos y sus respectivas áreas de recarga.

“La sumatoria de las aguas de las vertiente y surgentes forman lo que se llama flujo base de un río, y por provenir de aguas que se infiltraron muchos años atrás, hacen que ese mismo río no disminuya su caudal aún en años secos”, explicó. “Destruida la vegetación y laboreando los campos sin prácticas de conservación, comienza el trágico accionar de la escorrentía con su secuela de males por todos conocidos. Esta escorrentía se incorpora como flujo directo al río haciendo que este aumente en forma abrupta su caudal”, advirtió el técnico.

“Es patético ver los ríos de Tucumán desde el Salí, Gastona, Medina, Seco, Vipos, Acequiones, entre otros, sus inmensos márgenes y su pobrísimo o inexistente flujo todo el año, y en pocas horas un torrente devastador constituido por aguas que jamás debieron haberse escurrido sino que debieron haberse infiltrado enriqueciendo los acuíferos subterráneos”, precisó.

Señaló también como caso emblemático el Parque Nacional Luquillo, de Puerto Rico, antiguamente llamado El Yunque, de 11.500 hectáreas de zonas montañosas, que fue declarado parque nacional por el Rey de España en 1.876. En ese lugar llega a llover unos 5.000 mm anuales sin que haya escorrentía alguna, ya que los ríos que nacen en su interior llevan un caudal uniforme todo el año y de aguas cristalinas.

“La conservación de los recursos naturales no significa no tocarlos sino aprovecharlos prudente y racionalmente, según criterios técnicos y científicos, y lograr un equilibrio entre necesidades humanas y la capacidad de regeneración de esa naturaleza para satisfacerlas. En los países desarrollados, la conservación de los recursos naturales, suelo, agua, bosques, fauna se convirtió en algo más que en una política de Estado, se convirtió en una religión de Estado”, resaltó.

Y concluyó: “la experiencia ajena tarda décadas en reconocerse y asimilarse, y es de pueblos inteligentes acortar esos tiempos. Lo verdaderamente grave es que nuestra propia experiencia no solo no se asimila, sino que se desprecia, y este desprecio es producto de la falta de conocimiento sobre el ambiente, su deterioro y sus causas. No es razonable que un país que basa su economía, su riqueza y su bienestar en los recursos naturales, los desproteja de esta manera”.

La consignataria de hacienda “Campo y Ganado SRL”, invita a cabañeros, criadores, aficionados e interesados en la crianza de caballos criollos, a participar en el 4º Remate Anual de Equinos Raza Criolla de Pedrigree”.

El encuentro se realizará el sábado 25 de abril del corriente año, en las instalaciones de la Asociación Cooperadora del INTA Leales. Serán ofrecidos en venta 14 animales de diferentes categorías (padrillos, caballos mansos para trabajo, yeguas preñadas para servicios y potrancas).

Los mismos serán expuestos a partir de las 11, en las instalaciones del INTA Leales, y el remate dará comienzo a las 14.

La venta

Los reproductores a venta están inscriptos en el SBA transfiriéndose el pedigree correspondiente a quienes resulten compradores.

Desde la consignataria de hacienda “Campo y Ganado SRL”, a través de su titular Ricardo Carranza, informaron que las ventas se realizaran pagaderas en 12 cuotas mensuales con cheques diferidos. El remate propiamente dicho estará a cargo de Carranza.

Para acceder a un plan de financiación, deberá hacerse una consulta con hasta 7 días de anticipación. Los interesados deberán contactarse con las oficinas de la consignataria de hacienda, en Lamadrid 117, 6° piso, oficina 606; teléfono 0381-4244846, o por correo electrónico a [email protected]

Sólo el 20% de la semilla que se utiliza para sembrar más de 30 millones de hectáreas en la Argentina está fiscalizada. El 80% restante es un saco roto que pierde semillas legalmente reutilizadas por el productor y semilla ilegal, conocida como bolsa blanca. Pero no se sabe qué proporción hay de cada una. Estos indicadores ubican a la Argentina, tercer productor mundial de semillas de soja, como el país con mayor grado de irregularidad en este mercado dentro de la región.

Después de que fracasara reiteradamente el intento por modificar la Ley de Semillas, que data del año 1973, ahora el Gobierno, a través del Instituto Nacional de Semillas (Inase), busca la forma de reglamentar con una resolución de ese organismo un sistema de fiscalización para identificar cuánto de ese 80% es semilla ilegal, así después buscar un mecanismo para combatirla.

El proyecto, que está en tratamiento en la Comisión Nacional de Semillas, que contiene a representantes de todo el mercado, incluyendo a las entidades rurales, aspira, en primer lugar, a ampliar el existente Registro de usuarios de Soja y Trigo, los principales cultivos en los que opera la ilegalidad por una cuestión natural: a diferencia de lo que sucede con el maíz, se puede obtener en el propio campo una semilla de soja o de trigo de iguales características a la comprada, que genere los mismos rendimientos.

Pautas para reducir la severidad del exceso de lluvias 

 ¿Qué medidas podrían haberse tomado para reducir la severidad del exceso de lluvias: las inundaciones? Es la pregunta que se hace Marcos Gallacher -secretario académico y director del departamento de Dirección de Empresas de la Ucema.Algunas de esas acciones implican importantes inversiones en obras, por ejemplo, la canalización, cuyos costos y potenciales beneficios deben evaluarse con cuidado. El análisis no resulta sencillo, ya que, si bien los costos pueden estimarse con relativa facilidad, los beneficios resultan de difícil cuantificación dado que dependen de la evolución en el tiempo de fenómenos que son inherentemente aleatorios. Una evaluación confiable requiere el uso de modelos agro-económicos de considerable sofisticación, precisó Gallacher.Pero no se necesita un complejo análisis costo-beneficio para identificar acciones que podrían haberse tomado con los recursos existentes, a fin de evitar el fuerte impacto y las consecuencias del exceso de precipitaciones. Como ejemplo, pensemos en el tema caminos rurales.La razón de esta lamentable situación es sencilla: las municipalidades no utilizan el dinero que recaudan, como tasas generales que cobran esas jurisdicciones, para el fin que corresponde, sino para los muy diversos gastos justificados en razones políticas. Entonces, la tasa recaudada, en caso, es una transferencia de recursos y no resulta en la contraprestación con el pago del ciudadano. Existe una alternativa como solución -apuntó Gallacher-: los recursos generados por las tasas no deberían ser administrados por las municipalidades, sino por consorcios o cooperativas de productores, cuyo interés es, precisamente, el mantenimiento y la mejora de los caminos de cada distrito. 

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