Un sacerdote francés aficionado al rugby dio origen a la historia

Un sacerdote francés aficionado al rugby dio origen a la historia

ELLOS LO HICIERON. De izquierda a derecha, los ideólogos Guillermo Decoud Griet y Daniel “Papa” Cebe, junto a al artista José Bulacia (escultor de la imagen) y el arquitecto Álvaro Campo (diseñador de la gruta).  ELLOS LO HICIERON. De izquierda a derecha, los ideólogos Guillermo Decoud Griet y Daniel “Papa” Cebe, junto a al artista José Bulacia (escultor de la imagen) y el arquitecto Álvaro Campo (diseñador de la gruta).
23 Febrero 2015

Trazando una línea imaginaria entre Bordeaux y Marsella y otra a lo largo de las cumbres de los Pirineos desde el Atlántico al Mar Mediterráneo, se establecen los límites de una región del sur de Francia en la que la pasión por el rugby es tan enfermiza que le ha valido el nombre de “La Ovalada”.

Allí, enclavada en una colina, en los bosques de la Villa de Larriviere, en St. Savin, en el valle del río Adour , se puede encontrar una pequeña capilla románica frecuentemente visitada por los jugadores de rugby franceses y sus simpatizantes, ya que la capilla alberga a Notre Dame Du Rugby (“Nuestra Señora del Rugby”, en francés).

Esta curiosa advocación de la Virgen nació en 1967, por iniciativa del padre Michel Devert, a quien le fue encargada la restauración de aquélla pequeña capilla. Al hacerlo, decidió convertira en un santuario rugbístico.

Un atractivo especial ofrecen los vitrales de la capilla de Nuestra Señora del Rugby, diseñados por Pierre Lisse. En uno de ellos, la Virgen es la figura central, y a sus pies se desarrolla un scrum, en tanto un niño se adelanta a entregar a la Virgen la pelota. Otro de los coloridos vitraux muestra a María sosteniendo en brazos al Niño Jesús, quien tiene en la mano una pelota de rugby. A sus pies, los jugadores saltan en un line out y al parecer Jesús actúa de hooker, lanzando claramente la pelota.

“Esa es la historia que leí y que me impulsó a hacer una Virgen para Jockey”, cuenta Guillermo Decoud Griet. “Siempre recuerdo al periodista francés que dijo que los tucumanos estábamos chiflados de rugby. Y pensé: ‘si somos tan apasionados como ellos, ¿por qué no tener una Virgen también?”.

Plegaria

Virgen María

que enseñaste

a tu Niño Jesús

a jugar en tu regazo,

vela maternalmente

sobre nuestros juegos de niños grandes.

Quédate al lado nuestro

cuando la pasión del juego

nos toma por entero y que

hace falta, a pesar de todo, conservar el dominio de

sí mismo

y mantener al juego

toda su nobleza.

Quédate al lado nuestro

para sostener nuestras fuerzas

y nuestras voluntades

tendidas hacia la victoria.

Pero también, quédate con nosotros, en el terrible scrum de la existencia, para que salgamos vencedores del gran juego de la vida, dando el ejemplo,

como en la cancha,de coraje, de ganas, de espíritu de equipo, en una palabra, de un ideal

a imagen del tuyo.


AMÉN

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