Timoteo Navarro: La vuelta a casa de las esculturas demoró 14 años

Timoteo Navarro: La vuelta a casa de las esculturas demoró 14 años

Los bustos y monumentos que regresaron al museo de Bellas Artes se encontraban desde el año 2000 en el edificio de San Martín 251

“RÍO PARANÁ”. La réplica de yeso del monumento de José Fioravanti, ubicado en Rosario, regresó al hall de entrada del edificio de 9 de Julio 44. foto de jorge figueroa “RÍO PARANÁ”. La réplica de yeso del monumento de José Fioravanti, ubicado en Rosario, regresó al hall de entrada del edificio de 9 de Julio 44. foto de jorge figueroa
16 Diciembre 2014
Cualquiera que visite el Museo de Bellas Artes Timoteo Navarro por estos días se sorprenderá con la presencia de nuevas obras que, desde la puerta de entrada, no pasan inadvertidas. “Río Paraná”, la imponente escultura de José Fioravanti, se ubicó en el hall de ingreso, en el que supo permanecer por años.

En el marco del Proyecto “Revalorización y Divulgación del Patrimonio Artístico del Museo”, iniciado en 2013, se trasladaron recientemente 49 obras desde la sede del Ente Cultural (San Martín 251) al edificio del Timoteo Navarro (9 de Julio 44) con el objetivo de concentrar todo el acervo artístico de la provincia para su resguardo.

“Este proyecto, que se encuentra en grado avanzado de ejecución, contempla además una reconversión de los espacios existentes en el museo: la ampliación del Laboratorio de Conservación y Restauración, la habilitación de dos salas de exhibiciones permanentes del Patrimonio Artístico Provincial y la creación de un Archivo y Biblioteca accesibles. Las obras trasladadas son parte del acervo que permanecía en el Ente Cultural desde 2000, cuando el edificio del Museo fue cerrado para su refacción”, le contó a LA GACETA la directora, Raquel Zeitune.

Aunque en su inmensa mayoría se trata de esculturas, también hay una pintura, cuatro dibujos y un mueble que, igualmente, fueron trasladados desde el Ente Cultural.

Antecedentes
En 2000, cuando Ricardo Salim asumió en el museo, inició un proceso de refacciones que continuaba con una obra que había sido planteada por la administración de Antonio Bussi, y que significó el cierre del edificio a fines de 1997. Estos trabajos, no obstante, prácticamente no avanzaron. Cuando se inició el proceso real, más de medio centenar de obras debió ser trasladada, en su mayoría, al edificio de San Martín 251, donde se creó un patio escultórico.

El Timoteo Navarro reabrió finalmente en 2003, con una exposición de grabados de Eduardo Iglesias Brickles.

Réplica
El monumento “Río Paraná” fue donado en 1983 por la viuda del autor y es una réplica en yeso, realizada por el artista, de la obra ubicada en el Monumento Histórico Nacional a la Bandera en Rosario, que es de mayores dimensiones y efectuado en piedra.

Fioravanti concibió y plasmó en la piedra esta monumental materialización del ancho río, un “Dios del agua” que representa al río que baña las costas rosarinas y que viera nacer la bandera nacional.

“Próximamente las esculturas ingresarán en proceso de diagnóstico para su posterior conservación y restauración pertinentes”, anunció la directora de Artes Visuales, anticipando que las tareas no han concluido.

El resto de las obras se ubicó en el ahora denominado patio de las esculturas que se armó al final de la sala Spilimbergo, a la que se ingresa por 9 de Julio 44. Entre ellas figuran numerosos premios nacionales que fueron adquisición y pasaron a integrar el patrimonio de la provincia, como la abstracta construcción en madera de Alejandro de la Cruz y otra pieza de Enrique Salvatierra que, igualmente, se instaló en el hall de entrada.

También regresó al local “El hachero”, de Juan Carlos Iramain, un busto paradigmático de un período histórico de la plástica tucumana.

Nada sencillo
El traslado de “Río Paraná”, que se efectivizó en la última semana de noviembre, no fue nada sencillo: hubo que contratar una empresa especializada en este tipo de mudanzas para evitar roturas y cualquier tipo de deterioro, teniendo en cuenta su gran tamaño y enorme peso.

Incluso, se debió confeccionar especialmente una tarima antes de que la obra fuera movida por un equipo de obreros, a fin de no comprometer la integridad de la misma.

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